MADRID. 2022 arranca con la mayor tasa de inflación desde los años noventa, alcanzando una variación del IPC en España de 6% en enero. Paralelamente, el Banco Central Europeo (BCE) tiende un pulso a los mercados atrasando la decisión de endurecer su política monetaria a pesar de que la Reserva Federal (FED) o el Banco de Inglaterra (BoE) hayan aprobado subidas de tipos para las próximas semanas. Sin embargo, cada vez son más las voces que dan por seguro que esta medida se llevará a cabo en Europa. A partir de ahora, los datos de inflación, sin importar en qué sentido, sorprendan dejando huella en los mercados.
La rueda de prensa de hace dos semanas en la que Christine Largarde allanaba el terreno a una subida de tipos en Europa tuvo un impacto inmediato en los mercados. A nivel global, ha habido un cambio impresionante: los tipos de la deuda pública están subiendo, incluso en Alemania, la economía europea más segura. El porcentaje de los bonos a nivel global en negativo ha bajado rápidamente, y hemos pasado del máximo fijado en los 18 billones de dólares a menos 6 a fecha de hoy.
Todo apunta a que nos encontramos ante un cambio de régimen. Cuando las commodities o materias primas suben en el mercado de valores, se relaciona con una época de comportamiento lateral de las acciones. Es decir, su cotización puede subir o bajar, pero sin llegar a tener una fluctuación importante. Es precisamente la inflación sobre las commodities, además de muchos otros sectores, lo que nos va a llevar a esa subida de tipos que esperamos con total seguridad.
Ante esta situación, nos preguntamos qué activos o sectores pueden ser interesantes para los inversores particulares. Y es que, a pesar de la incertidumbre, hay formas de invertir en renta variable, sectores e industrias con potencial de beneficiarse del aumento de tipos. Uno de los claros favoritos a salir beneficiado con esta subida es el sector bancario. Los tipos están en el centro de la rentabilidad y afecta a toda la columna vertebral de los bancos. Si se mantiene este cambio de paradigma, es posible que nos encontremos con un escenario en el que el Ibex 35, donde el peso de los bancos es muy significativo, salga del letargo que estos últimos años ha tenido y veamos importantes subidas. Ya ha alcanzado rentabilidades por dividendo del 4% y es altamente probable que todavía le quede camino por recorrer
En cuanto a renta fija, si la tendencia se mantiene al alza, seguirá habiendo riesgos en los tipos de interés y, por tanto, en todos los bonos. Como consecuencia, hay que operar con cautela. Sigue habiendo riesgos hacia ambos lados al no poder prever cómo nos va a sorprender la inflación, lo que complica la inversión a corto plazo para un inversor particular.
Para entender cómo puede afectar una subida de tipos al resto de sectores, debemos definir la situación actual como una rotación de la inversión de los sectores de gran crecimiento (growth) a los más tradicionales. Las empresas con fuerte potencial de crecimiento, de bajos beneficios actuales, pero con posibles fuertes aumentos en el futuro, se favorecen en el largo plazo. Por otro lado, valores de empresas tradicionales, muy grandes y consolidadas pero pertenecientes a sectores a priori no tan atractivos por tener poco crecimiento, se ven beneficiados en el corto plazo precisamente por el efecto del descuento de los beneficios futuros.
Hasta el momento parecía que el mercado estaba dispuesto a pagar por cualquier empresa growth sin pararse a distinguir demasiado entre ellas. Sin embargo, ahora ocurre lo contario: los sectores que prometen beneficios a largo plazo sin rentabilidad presente se verán castigados si se siguen materializando los riesgos al alza de tipos y de inflación.
Este cambio de ciclo y la rotación de sectores asociada ha hecho surgir ya oportunidades para los valores tradicionales. Las utilities, empresas dedicadas a la energía, gas, electricidad y banca e incluso empresas de telefonía, cobrarán protagonismo, al volver a estar en el centro de atención de los inversores que no están dispuestos a pagar múltiplos tan elevados por crecimiento y optan por la seguridad del corto plazo. Ahora bien, para todo inversor dispuesto a invertir a largo plazo, las caídas generalizadas en el sector tecnológico y de alto crecimiento harán aflorar grandes oportunidades: quien sepa distinguir las empresas injustamente penalizadas tendrá una ocasión única para construir una cartera con descuentos.
Hace dos jueves, Meta sufrió un desplome histórico en bolsa del 25% donde perdió cerca de 250.000 millones en un solo día. La empresa que dirige Mark Zuckerberg genera grandes beneficios, pero a la su cotización refleja un fortísimo crecimiento. Una tormenta de subida de tipos, nuevos competidores como Tik Tok e incertidumbre generalizada en la economía genera efectos dramáticos en el mercado. Podríamos pensar que la posición de Meta es imposible de desbancar por nuevos players, pero si miramos 10 años atrás las grandes empresas por capitalización eran muy distintas y hace 20 prácticamente ninguna de las actuales existía. Pensar que no va a seguir habiendo cambios dramáticos a futuro, sería ignorar la historia.
Otro caso del que extraer conclusiones es el de Snapchat. A raíz de la caída de Meta, la empresa bajó otro 25%. Sin embargo, al cierre del mercado del viernes por la noche, había subido un 50%. Es más, solo dos días después, se encontraba en el mismo punto que dos semanas antes a pesar de las fluctuaciones. Esta volatilidad invita a dudar (por ser generoso) de la completa eficiencia del mercado y es cuando inversores minoristas con un enfoque de largo plazo pueden ser capaces de encontrar grandes valores a conservar en su cartera durante muchos años.
Ramiro Martínez-Pardo es CEO y cofundador de HeyTrade