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reflexionando en frío / OPINIÓN

28M: ¿Autonómicas o moción de censura a Sánchez?

18/04/2023 - 

Pedro Sánchez no se presenta a la presidencia de la Generalitat Valenciana, que quede claro. Lo escribo, antes que nada, en el prólogo del artículo, porque me cansa un poco el simplismo con el que el relato mediático está analizando los próximos comicios del 28 de mayo. Me produce hastío esta interpretación porque se produce como fruto de una manipulación de la realidad. Mensaje manido sobre todo por Carlos Mazón, quien al ser preguntado por los medios de comunicación respecto a las palabras de Ximo Puig en las que se desmarcaba de la tesis plebiscitaria, se revolvía encendido en cólera alegando que el votante debía votar en la clave que quisiese; precisamente por eso, no se debería infundir al engaño al elector con planteamientos demagógicos.

Es una mentirosa estrategia de comunicación, un marketing que, sin verdad, es maquillaje. Truco que no se lo cree ni el mago que se lo ha sacado de la chistera. Es curioso que mientras repiten el mantra de que dentro de dos meses se va a votar en clave nacional, la oposición está presionando al presidente del Gobierno para que haya un super-domingo electoral y que las Generales se celebren junto a las autonómicas; saben que el elector muchas veces cambia su voto en función de si elige al presidente de su comunidad o al jefe del Ejecutivo central. Conocen de primera mano la aritmética de aquellos que en su región votan a un partido y a nivel nacional escogen a otro. 

Hay casos en los cuales la fuerza más respaldada en las autonómicas no es la que más papeletas recolecta en unas generales. Vox encabezó en Murcia los comicios al Congreso de los Diputados de 2019 y en la región ganó el Partido Popular ese mismo año; circunstancia clonada en 2015 en Cataluña, donde el partido mayoritario en las generales fue Podemos y en las regionales de 2017 Ciudadanos se hizo con la victoria. El Partido Popular es consciente de que ese trampantojo dialéctico está sostenido por una falacia, quiere hacerse con el voto de los electores más polarizados y menos informados. Van a la deriva y sin tener más argumentos que equiparar a Ximo Puig con Pedro Sánchez, como si el presidente de la Generalitat no tuviese tachas en su hoja de servicios. El PP demuestra falta de inteligencia política al no personalizar sus argumentos en la figura de Puig, planteando el dilema encendiendo el foco sobre Sánchez. Trasmiten la falsa impresión de que el President no ha cometido errores reprochables.

El nivel de la oposición es muy bajo, necesita mejorar. El de la izquierda también, pero es que a veces da la sensación de que la llegada al Gobierno del PP no va a solventar lo presente; no hay alternativa real, no porque los que gobiernan estén haciéndolo bien, sino porque los que pueden venir no trasmiten la solidez suficiente. Sobre todo con ocurrencias como la del plebiscito o la manía persecutoria de dibujar un mundo paralelo imaginario. Recuerdo un día en el que un tránsfuga de las Cortes Valencianas, esos a los que se refirió Fernando Llopis en su despedida, subió una foto de una votación en el parlamento en la que aseguraba que Ciudadanos había votado junto a los separatistas. Pero vamos a ver –vamor a ver como decía Leandro, mi profesor de Derecho Penal en la Universidad–, qué secesionistas, si no estamos en Cataluña. A veces nos olvidamos, que por mucho que algunos iluminados se empeñen, la situación vivida aquí no tiene nada que ver con lo que aconteció en la época de más pujanza del procés. Hasta en Compromís se han dado cuenta de que deben liberarse de ese lastre nacionalista y su pata del Bloc tuvo que mutar en Més en 2022 para deshacerse de lo tintes catalanistas; saben que el sueño húmedo de la España desvestrebada ha perdido atractivo electoral. La gente quiere políticos que se involucren con sus causas, esos propósitos de cercanía alejados de Madrid, es ahí dónde se equivoca la derecha al plantear la votación como un plebiscito anti-sanchista. 

El sanchismo no sólo está alimentando a los estómagos agradecidos de La Moncloa y sus tentáculos institucionales, ciertos sectores de la oposición huérfanos de ideas y principios se erigen azotes del Gobierno para cubrir sus propias necesidades. Hablo de esos tránsfugas que al irse de Ciudadanos repitieron al unísono, con un corta y pega, eso de que se iban del partido por la conversión de sus dirigentes en unos emisarios del sanchismo; parecía una novela de Tolkien ambientada en la tierra media. Se han montado una película en la que ellos son los buenos, los que nos liberarán de Pedro Sánchez y de sus secuaces federales; la realidad es que tampoco se diferencian mucho del presidente del Gobierno. Si el sanchismo es premiar la sumisión de los fieles por encima del talento, ellos también son sanchistas; si el sanchismo es rodearse de hacedores de la mala política, ellos también son sanchistas; si el sanchismo es gobernar a cualquier precio renunciando a las convicciones, ellos también son sanchistas. 

Pedro Sánchez es un producto de marketing, un chivo expiatorio de los que desean lo que él tiene y ellos no. Llegó el sanchismo, se irá, pero llegará otro -ismo que será víctima de los mismos pecados; nadie tiene la superioridad moral.

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