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EL BILLETE / OPINIÓN

35 horas para todos

10/12/2023 - 

Sé que con esta columna voy a hacer un montón de amigos, pero no me resisto a escribir lo que nuestros políticos no se atreven ni a insinuar. Entiendo que el personal sanitario valenciano quiera pasar de trabajar 37 horas y 20 minutos a la semana, que es el horario que tiene establecido desde 2003, a 35 horas sin ver reducido su salario, pero no puedo estar de acuerdo. Es más, debo estar en contra, como lo estaba el conseller de Sanidad, Marciano Gómez, hasta que el otro día se rindió para que no le monten una huelga ni le griten "Marciano, escucha, la sanidad está en lucha".

Gobernar cediendo en todo ante los sindicatos es muy fácil, además de caro. Gracias a políticos que no querían huelgas ni pancartas han conseguido los funcionarios unas privilegiadas condiciones laborales que ya quisieran tener muchos trabajadores del sector privado. Algunas declaradas ilegales por el Tribunal Supremo, como la reducción de la jornada laboral en cinco horas semanales, sin merma salarial, para los empleados públicos valencianos con hijos menores de 12 años.

Todos queremos conciliar, igual que todos queremos 35 horas, pero el Estatuto de los Trabajadores fija una jornada laboral máxima de 40 horas semanales y, según Eurostat, la jornada media en España está en 37 horas y 50 minutos semanales, media hora por encima de la de los trabajadores de la Sanidad pública valenciana. En la Unión Europea la media es de 37 horas y media, diez minutos por encima de nuestros sanitarios.

Cifras que son una media, ya que según la última Encuesta de Población Activa (EPA), en el tercer trimestre de este año casi nueve millones de personas en España trabajaron entre 40 y 49 horas semanales y 1,3 millones lo hicieron más de 50 horas, la mayoría en la industria manufacturera, el comercio y la agricultura. Lo cual no es ilegal siempre que se les pague o compense las horas extra y se respeten los descansos entre jornada y jornada. Seguramente, habrá sanitarios que, con las guardias, estén en esa situación, pero, de media, los empleados del sector de la sanidad ya están entre los que menos horas trabajan. Las jornadas maratonianas de los autónomos merecerían capítulo aparte.

El conseller de Sanidad, Marciano Gómez. Foto: GVA
El conseller de Sanidad, Marciano Gómez. Foto: GVA

Todos queremos conciliar y a todos nos gustaría tener días moscosos y canosos. No es una cuestión de envidia, que también, sino de justicia, porque esa reducción horaria que se les ha concedido a los empleados de la Sanidad pública la vamos a pagar todos los valencianos, y no es justo que quien trabajan 40 horas tenga que sufragar con sus impuestos que su vecino, que ya trabaja dos horas y cuarenta minutos menos que él a la semana, sume otras dos horas y veinte de asueto a su costa.

Porque no va a ser barato. Cuando Marciano Gómez rechazó el acuerdo con los sindicatos firmado en la precampaña electoral por su predecesor, Miguel Mínguez, para empezar a implantar la jornada este año y que fuera efectiva el 1 de enero de 2025, cifró en más de 2.000 profesionales los que tendrá que contratar la Conselleria para cubrir las horas en las que se dejará de trabajar. Si él lo dice, habrá hecho sus cálculos, pero si multiplicamos dos horas y 20 minutos semanales por la plantilla estatutaria de 54.500 personas, nos sale una cantidad de horas que, dividida entre 35, da como resultado más de 3.500 puestos de trabajo necesarios para cubrirlas. En cualquier caso, muchos millones de euros solo para mantener la calidad del servicio.

Eso, sin contar la dificultad de cuadrar los huecos en el caso de los médicos por las numerosas especialidades repartidas en centros hospitalarios y de salud. El doctor Mínguez había solventado este último obstáculo sumando las horas reducidas al año y acumulándolas en once días de vacaciones adicionales para cada trabajador. Algo que, sorprendentemente, contó con el visto bueno de la mayoría de los sindicatos, a pesar de que desmentía uno de los argumentos de su reivindicación, que es la necesidad de conciliación familiar. Marciano Gómez, con buen criterio dentro de su errónea decisión, ha dicho que la reducción tiene que ser "real", es decir, de dos horas y veinte minutos a la semana y no de once días al año.

No hay argumento que sostenga la reivindicación de los sanitarios. Ni el de la conciliación, que es un problema que sufren todos los trabajadores, ni el de que están estresados, problema que tampoco es exclusivo de los profesiones sanitarios. Si la Sanidad española está tensionada, especialmente en Atención Primaria, es por falta de facultativos y de organización. La solución a esta tensión debería ser contratar a más profesionales para tener más manos y organizarlos mejor con menos ratio de pacientes, no contratar a más profesionales para que los que hay trabajen menos horas.

Reunión del conseller Gómez con los sindicatos, el pasado 7 de diciembre. Foto: GVA
Reunión del conseller Gómez con los sindicatos, el pasado 7 de diciembre. Foto: GVA

El último argumento de los sindicatos es que la mayoría de las Comunidades Autónomas ya tienen establecidas las 35 horas en la sanidad pública. Será que se lo pueden pagar porque la mayoría de CCAA gozan de una financiación de la Sanidad muy por encima de la que padecemos los valencianos. La ventaja de tener 17 administraciones sanitarias es que las conquistas laborales en una sirven de argumento al resto para igualarse. De hecho, cuando aún no han conseguido las 35 horas en todas, CCOO ya está planteando en alguna, a cuatro años vista, bajar a 32 horas semanales. Todo se andará.

La vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz ha prometido reducir la jornada laboral máxima en el Estatuto de los Trabajadores a 37,5 horas semanales. Ya toca, porque la última rebaja, de 44 a 40 horas, fue en 1982, solo seis años después de que se hubiese reducido desde las 48 horas. La patronal y Calviño dirán que España no se lo puede permitir, pero lo cierto es que sí se lo podrá permitir. Ya puestos, que pongan 35, pero para todos.

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