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día para la eliminación de la violencia contra las mujeres

600 maltratadores, el porno como referente juvenil y otros retos de la violencia machista en Castellón

25/11/2018 - 

CASTELLÓN. La violencia machista se manifiesta de múltiples formas, con expresiones, unas veces, evidentes, y otras, sutiles. No conoce fronteras. Hay agresores en cualquier municipio, sea grande o pequeño, de cualquier clase social, con estudios o sin ellos. Esta lacra trasciende todos los límites, pues la causa de fondo es la desigualdad entre hombres y mujeres. Con motivo del Día Internacional contra la Violencia de Género, Castellón Plaza analiza de la mano de la directora del Centro Mujer 24 Horas, Inés García, la situación actual en Castellón: las cifras y los retos de un problema social y político de primer orden.

Los números son contundentes. Solo en el primer semestre de 2018, el centro dependiente de la Conselleria de Igualdad ha atendido a 569 mujeres maltratadas por sus novios, maridos o exparejas. Del total, 264 son nuevos casos y el resto son seguimientos del año anterior (225) y casos retomados de hace más tiempo (80). Solo la mitad de las mujeres (un 54,5%) que han sido atendidas por primera vez este año han presentado denuncia.

"Siempre orientamos la intervención a la denuncia porque es la mejor forma de protegerlas, pero no todas las mujeres quieren hacerlo", advierte García, quien señala, no obstante, que cuando "la mujer se niega, se trabaja la denuncia en terapia". "Tienes que hacerles ver que es necesaria la protección, que sean conscientes de la peligrosidad que existe, porque a veces se habitúan a la situación de violencia y no dan importancia a determinadas cosas que sí la tienen", precisa la experta.

Cuando es un caso grave y la víctima no denuncia, el centro lo hace de oficio, pero García reconoce que es más difícil que un caso prospere judicialmente cuando no hay colaboración de la mujer afectada.

   

El círculo de la violencia

"Hay mujeres que necesitan romper cuatro veces para tenerlo claro. Desde fuera parece fácil, pero desde dentro no es tan sencillo", afirma. Hacer pedagogía sobre el proceso que viven las mujeres en esta situación es importante para entender porqué a veces se resisten a denunciar: "Cuando te casas con una persona y tienes hijos, haces un proyecto de vida en común, tienes unas expectativas de cómo va a ser tu futuro, y cuando ves que no es así, requiere un tiempo de asimilación", explica García. Además, las situaciones de maltrato no se dan todos los días, a veces él está bien y eso a la mujer le genera mucha ambivalencia. Es muy extraño que un día te empujen y digas “me divorcio”. Tiendes a justificar esos comportamientos porque es una persona a la que quieres", prosigue. 

Si hay problemáticas añadidas como el alcoholismo, se tiende a achacar el maltrato a esa enfermedad o a otras circunstancias, como el paro. En definitiva, se buscan estrategias para negar la realidad "porque es muy duro darte cuenta de que tu marido te maltrata", señala la responsable del centro, que también es psicóloga. "Al final, lo que quieres es que él no haga esas cosas, no quieres divorciarte, quieres que deje de actuar así, pero eso no pasa por nada de lo que tú puedas hacer", añade. 

"Si eres un agresor, no puedes ser un buen padre"

Casos conocidos recientemente, como el de las dos niñas asesinadas por su padre el pasado mes de septiembre en Castellón, han puesto el foco de atención en los menores como víctimas de la violencia machista: los maltratadores utilizan a los hijos para hacer daño a las mujeres. Inés García, como directora del Centro Mujer 24 Horas, no puede pronunciarse sobre casos concretos, pero sí deja muy clara su postura respecto a esta problemática: "Parto de la base de que si eres un agresor, no puedes ser un buen padre".

Describe, además, la situación de las mujeres que han de compartir la custodia con sus exmaridos maltratadores: "Están con unos niveles de ansiedad hasta las nubes cuando ellos se llevan a los niños". A esto se suma que todavía existen falsas creencias sobre la separación, por lo que algunas mujeres sienten que están rompiendo la familia o que están privando a sus hijos de la figura paterna, señala. Por otra parte, tienden a pensar que si se quedan en casa, pueden controlar la situación y garantizar así el bienestar de los niños, al no tener que dejarlos a solas con el padre.

La situación de desprotección de los menores es una de las grietas del sistema que a través del Pacto de Estado contra la Violencia de Género y la reforma de la ley se pretende paliar prohibiendo las visitas a los padres maltratadores. "Una persona que hace daño a la madre de sus hijos no puede ser un buen padre porque el ejemplo que les da no es bueno, y entiendo que esas visitas no se tendrían que dar", señala García, quien considera, no obstante, que deberían llevarse a cabo evaluaciones sobre los agresores y escucharse también la opinión de los niños.

  

Cambio de perspectiva

Otro reto para abordar la violencia machista es la necesidad de un cambio de perspectiva que ponga el foco no en la mujer, sino en el agresor. En casos de nivel alto de peligrosidad, por ejemplo, las mujeres pueden ingresar en centros de protección, pero esta solución implica otros problemas. "Allí la puedo proteger, pero la estoy sacando de su entorno a ella y a sus hijos. Tienen que renunciar a su vida, a su familia, a sus amigos... la estoy protegiendo físicamente, pero al final es ella como víctima la que tiene que huir, él hace las cosas mal pero la que se tiene que ir es ella", lamenta la experta. 

Lo mismo sucede con otras medidas, como la protección policial. "¿Por qué tiene que llevar vigilancia la mujer?, ¿por qué no la lleva él? A quien le tiene que cambiar la vida es a él. Ella es la víctima, ¿por qué tiene que sentirse todo el día protegida por alguien cuando realmente si tienen controlado al agresor tienen controlada a la víctima?", plantea García.

Una situación similar es la que se da con la pulsera localizadora cuando hay una orden de alejamiento en vigor. "Hay mujeres que se quejan de que está todo el día saltando la alarma, es angustioso y te vuelves paranoica diciendo "¿dónde está?, ¿donde está?". Nunca dejan de recordarte que eres maltratada, ¿qué clase de recuperación es esa?", se pregunta la psicóloga, quien considera que este tipo de medidas se deberían aplicar a los maltratadores. "Que los tengan localizados a ellos", reclama.

Porno y control digital 

Uno de los aspectos que más preocupa es la incidencia de la violencia machista en la juventud. Entre las mujeres atendidas por el Centro Mujer 24 Horas de Castellón en el primer semestre del año, 8 eran menores de edad. La cifra no parece alta, pero es un fenómeno al alza. Entre los jóvenes, explica la experta, la violencia machista se manifiesta de otras formas: "Entran en juego las redes sociales, como medio de control, de chantaje". Además, se produce en edades muy tempranas, ya que ahora las relaciones de pareja comienzan a los 13 o 14 años. 

Entre los factores que inciden en esta problemática, García señala el creciente consumo de pornografía entre los jóvenes, algo que, "los últimos estudios achacan a un mayor acceso a internet". Esto se traduce en que "a nivel sexual hay bastante violencia", advierte, y "si no haces lo que hace esta, te dejo; no te pongo una pistola en la cabeza, pero al final es una forma de coaccionarte".

Para la directora del centro, se trata de una situación "muy preocupante", pues reconoce que hay jóvenes que acceden a ciertas relaciones sexuales simplemente por "complacer", aunque ni siquiera les guste. A esto hay que añadir el control por Instagram o por Whatsapp: "hemos perdido la individualidad, eres como una prolongación de su ser", según García, quien alerta de que "el problema es que lo ven como algo normal". Hacerse una foto para que la pareja compruebe que está donde dice estar o saberse las contraseñas de acceso a sus redes son las nuevas formas de control sobre la mujer. En definitiva, se están reproduciendo los roles de dominancia en el mundo digital, concluye la experta. 

Ante esta situación García reivindica la educación con perspectiva de género desde los 3 años de edad. "A veces he dado charlas en institutos y he salido con la sensación de que ya hemos llegado tarde", advierte al constatar cómo se banaliza la violencia machista.

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