La influencia china se fundamenta en una presencia económica tan fuerte como desequilibrada sobre tres pilares: comercial, inversión y crédito
VALÈNCIA. No es novedad que fundamentalmente desde el inicio de este siglo la influencia de China en Latinoamérica, que ha crecido de manera importante de la misma manera que la presencia occidental -especialmente europea- ha perdido protagonismo.
La influencia china se fundamenta en una presencia económica tan fuerte como desequilibrada, que está basada en tres pilares:
Ser el principal socio comercial y financiero no tiene por qué ser necesariamente algo malo, pero en este caso el gran desequilibrio entre ambos bloques hace presagiar escenarios preocupantes. Comercialmente existe un cierto dinamismo en las relaciones, especialmente en países como Brasil, Chile o Perú donde la exportación al país asiático genera importantes rentas locales y, a su vez, China se garantiza tener un socio confiable en el suministro de materias primas y bienes raíces. Sin embargo, los grandes créditos concedidos a gran parte de los países sudamericanos hacen generar ciertas relaciones de sujeción y reverencia frente al Gobierno de Pekín, que hacen presagiar un futuro complejo y desbalanceado en dichas relaciones.
Curiosamente es muy distinto donde China invierte que donde presta en la región. Hay países como Brasil, Uruguay o Perú donde -a pesar de que presta- tiene una inversión importante; sin embargo, otros como Bolivia o Ecuador tienen una situación de deuda muy elevada, mientras las inversiones chinas en esos países no son muy relevantes.
También resulta original que China preste desde bancos e instituciones pertenecientes al Gobierno y figuran como préstamos comerciales donde los países no figuran como acreedores oficiales en el balance. Todavía es más opaco y complejo como será el futuro económico de algunos países latinos, y qué otros 'intereses' pretenderá cobrarse China, que además tendrá que renegociar esta deuda tras las consecuencias de la pandemia.
China no suele buscar réditos políticos en sus relaciones en la región a diferencia de la su aliado Rusia en la Venezuela chavista, pero la dependencia financiera -y en muchos casos la imposibilidad de hacer frente a las grandes deudas contraídas con China- , hará que la influencia china en Sudamérica pueda ser casi sistémica en algunos países.
En los últimos 10 años, América Latina pasó de tener a los miembros del 'Club de París' como principales acreedores a concentrar la mayoría de su deuda en bancos estatales chinos, que a su vez son tenedores de gran parte de la deuda pública de esos estados.
Una vez más, occidente pierde terreno frente a China en una región que por historia y cultura debe ser un aliado natural de occidente en general y nuestro en particular. Otro ejemplo claro de cómo el 'soft power' chino sigue tomando la delantera a la estrategia geopolítica de occidente.
Ignacio González Ochoa es socio director de AVD Consultores