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MINORÍA ABSOLUTA  / OPINIÓN

Aporta o aparta

3/12/2020 - 

La mejor frase  de la legislatura. Su contundencia, fuerza y claridad la convierten en una elocuente premisa para el mundo de la comunicación y el marketing. También para aplicar en muchos otros ámbitos de la vida. Bravo por Bravo.

Pero se ha producido en el contexto menos oportuno, en el político, y como arma arrojadiza entre los socios del mismo Gobierno. La consellera Gabriela Bravo expresaba así el malestar de los socialistas, hartos de la retahíla de críticas de la lideresa de Compromís

Este episodio fue el clímax del vodevil institucional al que asistimos hace varias semanas. Mónica Oltra lleva más de un mes haciendo oposición a su propio gobierno. Empezó con los presupuestos,  llegando a acusar a la Conselleria de Hacienda de falsear las cuentas públicas, criticó las restricciones planteadas por el Consell en la gestión de la pandemia, y saboteó el acto de presentación del plan de reconstrucción del propio President

Para intentar poner fin a todo este embrollo ayer se convocó una reunión bilateral entre el Presidente y la Vicepresidenta. Una cita, que llega un mes después de ser solicitada por Oltra, y que pone al descubierto la gravedad de la situación, al convertir una reunión que debería ser ordinaria en la noticia de la semana. Además de molestar a Podemos, porque al tercer socio del Botànic no le ha gustado esta reunión extraordinaria bilateral.

Evidentemente no creo que ninguno estuviera dispuesto a que la sangre llegara al río, pero veremos esta calma tensa hasta donde nos conduce. Porque la escenificación de la reconciliación difícilmente contrarrestará los mensajes que, entre reproche y reproche, han trasladado a la ciudadanía. De momento, es un parche a una convivencia que parece más que rota. 

Los tiempos donde la política se centraba en las ideas quedaron atrás, ahora pivota entorno a las personas. La era de la imagen también ha contribuido a la mayor personalización de la política, y en esta realidad, cobra más protagonismo la escenificación, la construcción del relato y cómo se definen los personajes, y trasladan su imagen a la opinión pública para incidir en su percepción. Por eso, estos episodios de enfrentamientos entre Puig y Oltra tienen un trasfondo y una trascendencia política importante que va más allá de las discrepancias públicas.

 La vicepresidenta Mónica Oltra y el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, en una imagen de archivo. Foto: EVA MÁÑEZ

El origen del deterioro de la relación fue cuando el President, en uso de su potestad, anticipó la convocatoria electoral de las pasadas autonómicas para hacerlas coincidir con las generales, una decisión unilateral, por sorpresa, que pilló con el pie cambiado a Compromís. 

Después, empezó una segunda legislatura botánica con un nuevo socio, Podemos, que rompió la bicefalia, con tres vicepresidencias más difuminadas políticamente. 

Esta pérdida de proyección política, también tiene su reflejo en el ámbito interno. Oltra ha pasado de gozar de un gran liderazgo, donde era incluso factible un sorpasso al PSPV, a buscar su destino en una coalición donde parece que su liderazgo ya no es tan incontestable. 

Tampoco encuentra un relato sólido. Si en la primera legislatura, Oltra tenía un discurso claro basado en la regeneración y en la novedad de diseñar un programa político que inhabilitara los anteriores gobiernos del PP, ahora parece que la gestión le pesa. 

De hecho, no ha estado visible durante estos meses en las reuniones de crisis, más cuando depende de ella la gestión y coordinación de los centros de mayores, que han sufrido las consecuencias más nefastas de la pandemia. Ante esta ausencia, el presidente Puig se ha posicionado como el líder institucional único. 

Volviendo al vaivén de desaires, el President no ha verbalizado mucho durante esta polémica. Aunque no haya querido entrar al trapo con sus palabras, sí ha comunicado con sus gestos. Puig ha mantenido durante este mes una agenda pública con aparente normalidad con miembros de su gobierno. Mientras Oltra esperaba que le dieran cita, él tenía actos con otros referentes de Compromís como Ribó o el conseller Marzá

Además, siguiendo esta política de gestos, Puig ha mantenido su acercamiento con Ciudadanos. A pocas semanas que Les Corts aprueben los presupuestos, el Gobierno de Puig ha fichado a un par de asesores del partido naranja. Toda una declaración de intenciones hacia un partido que, quizá piensa, le daría menos quebraderos de cabeza. 

Veremos cómo evolucionan estas relaciones de poliamor. Tendremos tiempo para analizar los movimientos del tablero político valenciano. Pero ahora es momento de que el Consell abandone esta dinámica. Porque estos rifirrafes dañan la reputación de los políticos y, sobre todo, de las instituciones, que ya tienen la confianza bajo mínimos. 

No sé si Gabriela Bravo estaba pensando en el libro Aporta o Aparta de Nika Vázquez al lanzar su mensajito, pero esta polémica podría servir para que los miembros del Consell apoyen el talento de la terreta y se compren el libro de la psicóloga valenciana. En él, además de ejercicios prácticos, encontrarán consejos para dejar atrás el pasado, dar lo mejor de sí mismos y centrarse en lo importante. Que ahora mismo es la gestión de la pandemia. Es momento de dejar la pelea y poner el foco en lo que de verdad importa, porque si no aportan, estén seguros que les apartarán.

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