En mi último artículo compartí algunos de los aprendizajes del Creative Bureaucracy Festival, un foro internacional de innovación pública, que se celebró por tercera vez desde Berlín hacia el mundo, de manera esta vez virtual, entre el 28 de septiembre y el 2 de octubre.
De entre las 150 conferencias y debates en las que participaron 300 conferenciantes de 35 nacionalidades distintas, seleccioné, de manera no exhaustiva, algunas conclusiones que ponían el foco en lecciones e ideas para afrontar, superar y recuperarse de la pandemia y su segura crisis asociada. Fueron estas: (1) fomentar la imaginación cívica, (2) abrir el sector público a los mejores profesionales, (3) facilitar la creatividad de los que ya trabajan en él, y (4) evitar cometer los mismos errores que en la crisis anterior.
En este episodio, que cierra la serie, me gustaría compartir la otra mitad de (mis) aprendizajes:
5. Abrir los procesos de innovación
Desde el Ayuntamiento de Barcelona y su centro de innovación urbana, Isabella Longo explicó el proyecto de La Ciutat Proactiva,la reciente convocatoria de ayudas para la innovación urbana planteada desde una óptica abierta e innovadora en sí misma. El hecho de definir en exceso los objetivos funciona en detrimento de la propia innovación en los procesos de fomento desde el sector público, a la vez, los procedimientos demasiado burocratizados suelen beneficiar solo a aquellas empresas o profesionales expertas en esos mismos procedimientos y no en el trabajo final. La convocatoria logró ampliamente sus objetivos recibiendo más de 200 propuestas provenientes de una diversidad sin precedentes de entidades y personas.
Con una filosofía similar, cruzando el Atlántico, Carolina Huffman, explicó la convocatoria de ideas Volver a la Calle, impulsada desde el Banco Interamericano de Inversiones junto con el colectivo organizador del congreso Ciudades Comunes. En este caso se han seleccionado 6 de las 485 ideas que se presentaron para reactivar los espacios públicos en la ciudad post-pandemia. Las propuestas ganadoras desarrollarán un prototipo que se podrá multiplicar por toda América Latina y el Caribe.
Como expuso, Panthea Lee, fundadora y directora de Reboot, para abrir la innovación y desarrollar verdaderos procesos de co-creación no es suficiente con poner a gente variada alrededor de un espacio virtual o físico, no se trata de recoger ideas de un montón de personas y luego ver que hacer con ellas.Abrir la innovación requiere igualar los lenguajes, equilibrar las discusiones,reconocer injusticias pasadas y utilizar de verdad los productos de los procesos. Los dos casos que he explicado coinciden en esa línea, y eso significa simplificar, mejorar y abrir los procedimientos burocráticos que, refugiados en su aparente neutralidad, parecen solo beneficiar a los ya entendidos.
6. Celebrar el poder transformador de las pequeñas cosas
No es algo nuevo, ya lo escribió el economista E. F. Shumacher en los años setenta, en SmallIs Beautiful: A Study of Economics As If People Mattered: “lo pequeño es hermoso”. En muchas de las sesiones del congreso fueron apareciendo ejemplos e ideas que desde la proximidad han sido capaces de tener un gran poder transformador.
Necesitamos miles de esas pequeñas ideas para superar este momento. Algunas de esas pequeñas ideas, como las ciclovías, los sistemas rápidos de transporte público, los presupuestos participativos o las superislas,empezaron en una ciudad para acabar siendo implementadas en otra parte del mundo. Uno de los ejemplos que me maravillaron, desde esa óptica, fue el poder de la llamada Jardinería de Guerrilla, la jardinería colectiva en espacios comunes donde teóricamente no está permitida, explicada por uno de sus pioneros, Richard Reynolds (podéis verle también en esta charla TED).
7. Desplazar la frontera de lo que nos avergüenza
Desde Chile. Leonardo Maldonado, fundador del movimiento Ciudades Can B, enfatizó la necesidad de desplazar la frontera de lo que nos avergüenza, lo que probablemente sea más poderoso que cambiar procedimientos y regulaciones.
El hecho de avergonzarnos por contaminar, generar demasiados residuos o exhibir riqueza innecesaria, a la vez que ya no nos avergonzamos ya de ser quienes somos y querer a quien queramos, es una herramienta poderosa de cambio. La situación puede generar nuevas ‘vergüenzas’ como la vergüenza de despreciar lo público, la vergüenza de la falta de recursos para aquellos que cuidan de nuestra salud o la vergüenza de cobrar un alquiler demasiado alto a nuestros inquilinos. Esas nuevas vergüenzas supondrán puntos de inflexión.
8. Planificar lo espontáneo
Para planificar una salida de la crisis tenemos que ser conscientes de los límites de la propia planificación y de la capacidad de lo público para producir, dirigir y anticipar. Reconciliar la necesidad de planificar con la de generar marcos permisivos, fue lo que trataron Robin Abad Ocubillo, urbanista del Ayuntamiento de San Francisco, y Pablo Sendra, profesor en el London University College y co-autor con Richard Sennett del libro Designing Disorder. A nivel urbano tenemos que generar los instrumentos para que aquello que contribuya a generar ciudades más inclusivas y más habitables, mejores en general, pueda pasar sin que podamos anticiparlo en detalle.
9. Construir colectivamente el día después
Y, necesariamente, como enfatizamos mi compañera Charlot Schans y yo mismo en la sesión sobre la ciudad después de la covid, con la participación de varias voces desde el vicealcalde de València, Sergi Campillo a Carmen Mays, fundadora de Elevators, una organización americana centrada en generar comunidad y capacidades para la gente negra, indígena y de color en los ecosistemas de emprendimiento: aspiramos a construir colectivamente las condiciones y los lugares del mundo que habitaremos el día después de la covid.