A juicio del experto, el continuo estancamiento político plantea dudas sobre la formación de un Gobierno estable capaz de hacer frente a los retos del país
MADRID. Las implicaciones del resultado de las elecciones de España se inclinan hacia una posible rebaja del rating ('A-'/Estable), ya que el continuo estancamiento político plantea dudas sobre la formación de un Gobierno estable capaz de hacer frente a los retos del país. Las cuartas elecciones que celebra España en otros tantos años confirman, una vez más, que el próximo Gobierno del país sólo puede formarse a través de una coalición o asociación entre varios partidos, dado el entorno político cada vez más fragmentado de España. Esto es importante desde el punto de vista crediticio, ya que la perspectiva de un período prolongado sin Gobierno implica que los retos pendientes del país -la elevada deuda pública, la rigidez del mercado laboral, la baja productividad total de los factores, así como la perenne cuestión de la autonomía/independencia catalana- siguen sin resolverse.
Estamos empezando a preocuparnos por la gobernabilidad de España, ya que la formación del próximo Gobierno de España parece más difícil ahora que después de las elecciones de abril. La fragmentación parlamentaria, la desconfianza entre los líderes políticos, la crisis catalana y la polarización política son aspectos a tener en cuenta.
En primer lugar, aritméticamente, ahora sólo hay una opción -en lugar de las dos anteriores- para formar una mayoría parlamentaria estable. A saber: a través de una histórica gran coalición entre el PSOE (con 120 escaños, frente a los 123 escaños anteriores) y el conservador PP (con 88, frente a los 66 anteriores). Aunque esta formación ocuparía 208 de los 350 escaños parlamentarios, hasta la fecha, los líderes de ambos partidos han descartado esta coalición. La opción posible tras los comicios de abril, es decir, una coalición entre el PSOE y Ciudadanos ya no es posible dada la rotunda derrota de Ciudadanos (con 10 escaños, frente a los 57 anteriores).
En segundo lugar, mientras que la izquierda política (PSOE, Unidas Podemos y Más País) se debilitó ligeramente, sigue siendo el bloque más fuerte con 158 escaños (antes 165). Sin embargo, la mayoría sólo es posible con el apoyo implícito de los partidos separatistas, incluido ERC (con 13 escaños, frente a los 15 anteriores). Si bien, en principio, esto es una opción, es probable que las negociaciones sean aún más difíciles ahora, dadas i) la desconfianza entre los líderes del PSOE y UP, tras los esfuerzos fallidos para formar un Gobierno que condujo a la repetición de las elecciones, y ii) dada la postura reforzada de ERC, que en Cataluña volvió a ganar la mayoría de los escaños (13, algo menos que los 15 anteriores) tras la decisión del Tribunal Supremo de encarcelar a nueve líderes separatistas sediciosos por haber liderado una fallida candidatura a la independencia en 2017.
En tercer lugar, la composición del bloque de derecha del PP, Ciudadanos y el partido de derechas VOX (150 escaños desde los 147 anteriores), se ha desplazado significativamente a la extrema derecha, siendo VOX (52, de 24 escaños) el tercer partido con más peso en el Parlamento. Esto aumenta la polarización del panorama político español, con el riesgo de que el PP endurezca también su postura política, incluso en el tema políticamente divisorio de la independencia catalana, que podría hacer aún más difícil un acuerdo entre los dos partidos más grandes.
Sin embargo, en ausencia de una asociación histórica entre los dos partidos tradicionales, incluida la forma de abordar los deseos de independencia de Cataluña, es probable que el estancamiento político y la parálisis política de España continúen. Dicho esto, una posible vía para un Gobierno minoritario que no dependa de los separatistas catalanes también podría surgir si se reorientara el liderazgo de Ciudadanos y esta vez se mostrara más dispuesto a permitir una investidura liderada por Sánchez. Aun así, aunque la perspectiva de una nueva repetición de las elecciones obligue a los partidos de la oposición a facilitar un Gobierno dirigido por Sánchez, el Gobierno de la minoría resultante probablemente sería débil y dependería del apoyo recurrente de otros partidos para cada proyecto de ley.
A medida que el panorama económico se ha debilitado, el panorama crediticio de España depende ahora del liderazgo político del país para gobernar en el contexto de un Parlamento fragmentado y políticamente polarizado. Los próximos meses serán cruciales para ver si puede surgir una coalición estable con capacidad para aplicar la consolidación fiscal e implementar las reformas necesarias para abordar las vulnerabilidades económicas subyacentes y los retos políticos del país.
Alvise Lennkh es director de análisis de Finanzas Públicas de Scope