GRAND PLACE / OPINIÓN

"Baidegüei"… me quedo con Macron

27/08/2019 - 

Y es que alguien lo tenía que decir. Después del desfile de mandatarios por Biarritz en la cumbre del G7, no hay color entre Emmanuel Macron, Presidente de Francia, y Donald Trump, presidente de los Estados Unidos de América. Entre un hombre que se casa con su amor de la adolescencia, su profesora de latín 24 años mayor que él, y otro que se casa con una modelo de lencería, 24 años más joven… Y luego está la foto, en la que Trump ocupa todo el espacio entre Macron y sus respectivas esposas, con sus manitas chiquirritinas asomando por la bocamanga… 

Y entonces llega el presidente iraní, invitado a la boda, digo a la cumbre por Macron, que no se corta y le asiste el derecho como anfitrión. Mohamad Javad Zarif aterrizó por sorpresa con su avión presidencial y llegó a tiempo de hacerse la foto de familia -la web Flightradar24 alertó de un avión iraní que acababa de aterrizar en el aeropuerto de Biarritz-. Y poco más. Porque Macron no consiguió culminar su papel de Celestino entre Zarif y Trump, quien ha impuesto sanciones a Irán por un “quítame allá” un misil… y le ha acusado de violar el tratado de no proliferación con la excusa de reanudar la carrera armamentística entre ambos países. “Si quieren que hablemos pues hablamos”, dijo Trump. “C’est fini”.

Pero me da que quiere hacer de todo menos hablar. Porque Trump le tiene ganas a Irán desde lo de Siria -retirada con el rabo entre las piernas- y porque todo presidente norteamericano que se precie tiene que tener una guerra en su haber, a ser posible, lejos de casa. Recordemos el affaire del petrolero iraní retenido por la Armada británica en el estrecho de Gibraltar, haciéndole el juego a su amigo norteamericano. Y es que Trump llegó a Biarritz amenazando con un Tratado de libre comercio con el Reino Unido en “tantito” que los británicos se vaya de la Unión Europea, que ya tardan…

Contrariamente a la histórica guerra fría con Rusia, Trump también llegó con la pataleta de que venga su amigo Putin, que desde que le expulsaron por la anexión de Crimea el G8 ya no es lo que era. Como que ha pasado a ser el G7… Pero también había otros titulares en la partida, como Boris Johnson (Reino Unido), Angela Merkel (Alemania), Jaïr Bolsonaro (Brasil) -a quien le afearon entre todos que la Amazonía está ardiendo por los cuatro costados-, Justin Trudeau (Canadá), Italia y Japón. Además de asistir como invitados Sudáfrica, Burkina Faso, Egipto, Ruanda, Senegal, India, Chile y Australia. 

 

Pero no era de otros de los que quería hablar, sino de los nuestros -incluso Pedro Sánchez contó con una invitación especial de su amigo liberal-francés- y, en concreto de los nuestros ausentes, como Albert Rivera, la promesa liberal que no cuajó en España, al tiempo que Macron se hacía con la Presidencia de la República francesa. Y mira que le avisaron. No te juntes con Vox… No pactes con el PP… Tú eres el centro, deja que los niños se acerquen a ti. Pues no. “Álbert” Rivera, como le llaman en Madrid, cruzó el Rubicón. 

Y desde entonces, ahí está, ausente durante todo el verano, sin sacar partido de la crisis entre PSOE y Podemos, sin ni siquiera saber guarecerse a la sombra del Rey sol que es Macron. Tanto es así que el francés le ha enviado a un “esbirro” para que lo vigile, lo controlé y lo enderece. Pero ni con esas. Porque mira que Manuel Valls le avisó en la Plaza de Colón. No te hagas la foto… Y con él quedaron atrás todas las esperanzas de tener una derecha o, al menos, un centro-derecha democrático en España, a la europea, que condenara el franquismo, por lo menos. 

Rivera perdió su oportunidad centrando su único objetivo en Cataluña y el antinacionalismo. desde que en 2016 perdió su último tren al no coger la mano que le tendía Pedro Sánchez. Con el entramado de pactos, acuerdos y “liaisons” que Ciudadanos/Rivera ha tejido por autonomías, municipios y diputaciones, no hay vuelta atrás. Porque atrás ha quedado la última esperanza de tener un Macron que defienda la igualdad de la mujer, que luche contra el cambio climático, que defienda la laicidad del Estado… “Álbert” no ha sabido tomar ejemplo del liberal más socialista que tiene por vecino y hasta los suyos están abandonado el barco. Si pudieran peregrinarían hasta París…  Biarritz. ¡“En marche”!