Fernando Darder, presidente de Esperanza sin Fronteras, explica en esta carta cómo vivió los casi diez años de proceso judicial
VALÈNCIA. Soy Fernando Darder, presidente de la ONG Esperanza sin Fronteras y cooperante internacional con una trayectoria de más de 30 años. El tribunal de la Audiencia provincial me condenó a una pena de tres meses y un día por el delito de malversación de caudales públicos del artículo 432.2 del Código Penal en grado de tentativa, dentro del llamado caso Cooperación, por algo que se ha probado que yo ni sabía. Se ha demostrado que no participé de ninguna manera en la gestión y creación del expediente relativo al hospital de Haití, de hecho, el hospital nunca fue subvencionado. Se me absuelve de los delitos de encubrimiento, fraude de subvenciones y falsedad de los que estaba acusado, y tampoco existió delito de malversación pública ya que tampoco he recibido un céntimo en esta causa.
Desde hace casi diez años, he vivido un verdadero infierno, mediático, social y judicial; aunque desde el principio, el Tribunal Superior de Justicia me sacara del caso por el hecho probado de que desde el principio fui utilizado por los tentáculos de una cúpula mafiosa representada por el exconseller Rafael Blasco y los equipos de gobierno de PP en la Generalitat Valenciana. Hoy sé que lo único que querían era utilizar mi trayectoria y méritos para su beneficio. Puedo decir con la cabeza bien alta que soy Medalla Unesco por la Paz y la Cooperación, que he estado nominado al Premio Príncipe de Asturias o que me dieron el Premio Tierno Galván. Y no quiero permitir que nadie ensucie eso.
Todo empezó el día que yo estaba recién llegado de un duro trabajo en nuestro campo de refugiados de Haití, con más de 2.000 personas y en pleno colapso por el brote de cólera. Me encontraba en mi casa, cuando unos ruidos alarmaron a los perros y mi mujer con cara de susto vino a decirme que alguien de la fiscalía quería hablar conmigo. La casa estaba rodeada, como en las películas, más de 20 policías en total. Entraron para decirme que me iban a detener por un montón de delitos que ni siquiera entendí… Fue un tremendo shock ya que no comprendía nada. Las piernas me temblaron y solo pude acertar a sentarme mientras no paraban de hablarme. Lo pusieron todo patas arriba. Se llevaron todos mis documentos y mi ordenador, todo el esfuerzo y trabajo de más de una década. Yo seguía en estado de shock, más de diez policías rebuscaban entre mis bienes más preciados, mis proyectos (los hechos y los que venían en el futuro).
De repente el tiempo se paró para mí como en una pesadilla, solo quería despertar. Estaba como un robot, solo repetía una y otra vez que era un error y que yo no había hecho nada malo, solo había hecho mi trabajo y orgulloso de mi gestión, pero la policía, me trató como si fuera uno de ellos... Se hizo casi de noche cuando acabaron de escudriñar cada recoveco de mi pequeña casa de campo, con agua de pozo y placas solares, ¿quién se cree que un tipo que ni siquiera tiene luz eléctrica en casa puede ser uno de esos delincuentes ricachones sin valores ni moral?
Registraron mi casa y la de mi conmocionada anciana madre, pero la policía hizo caso omiso, ignorando la ley (ya que esa era la casa de mi madre y ellos no tenían orden de registro para entrar sin escrúpulos allí, la casa de una octogenaria a quien metieron las manos en sus enseres más personales). Cuando vi llorar a mi madre me entró rabia e impotencia de no poder socorrerla con tan injusta situación. Cuando me sacaron de casa para llevarme al juzgado, mi familia se quedó mirándome con impotencia y desamparo. Ni siquiera pude despedirme de mi niña pequeña, mi mujer o mi madre… la angustia, impotencia y sentimiento de injusticia me arrancaron las lágrimas al entrar en el coche de incógnito de la policía madrileña.
A partir de ese día, mi vida se rompió en mil pedazos. Fui el primero en declarar y también el primero en salir del calabozo, pero la prensa hablaba de tantas cosas feas e injustas sobre mí que lo único que se me pasaba por la cabeza era morirme. Sin pudor ni respeto se echaron sobre mí miles de falsas mentiras cargadas de odio, de veneno, y todo ello por el simple hecho de confiar en la Consellería de Cooperación. ¿Quién desconfiaría de la más alta autoridad en cooperación? Me tendieron una trampa con la excusa solidaria de mis proyectos. Mil veces hubiese preferido cortarme la mano antes que estrechar la de unos mafiosos disfrazados de solidarios si hubiese sabido su verdadero rosto. ¿Cómo iba yo a imaginar lo que estaban planeando?
Me arrebataron mi honor, mi dignidad, mis proyectos, a mis niños de mi propio orfanato (que con orgullo llevaba mi nombre), mi organización E.S.F, mi trayectoria de más de treinta años jugándome el pellejo por compromiso solidario, por honor y justicia. He representado a mi país y a mi comunidad, en centenares de lugares dañados por la guerra o las catástrofes, con el más alto orgullo, fortaleza y transparencia. He perdido a compañeros, a centenares de socios que se echaron atrás nada más salir la noticia; a amigos (que realmente no lo eran ya que fueron los primeros en abandonar el barco), mis múltiples proyectos en marcha, a las miles de personas desfavorecidas con las que nos comprometimos, que nos necesitaban y esperaban, y los dejamos en la estacada; a todos aquellos políticos que en su día querían hacerse fotos conmigo o con algunos de los niños asiáticos o africanos, porque eso vende bien en la política… ellos también fueron unos cobardes, también huyeron como ratas. Lo perdí todo en la vida sin saber por qué.
Fue tan duro para mí, un ‘general de campo’ (como siempre me han llamado), una persona acostumbrada a las adversidades, a los peligros mortales, a no fiarse de nadie porque siempre he estado en terreno hostil y, al final, pensando que aquí en mi casa, mi país, es donde más seguro y protegido podía estar, es cuando más duro me han golpeado y más crueles han sido.
Me arrebataron mi honor, mi dignidad, mis proyectos, a mis niños de mi propio orfanato, mi organización, mi trayectoria de más de treinta años jugándome el pellejo por compromiso solidario
Toda esta situación en la que me encontraba sumido hizo que sin fuerzas y sin ánimo dejara todas las puertas y ventanas de mi ser abiertas para que cualquiera pudiera entrar y destrozarme. Y así fue, otro maligno entró en mi vida y transformado en un linfoma no Hodgkin me envenenó todo el cuerpo hasta casi matarme varias veces. No pude hacer nada, solo perder el conocimiento ya que mi organismo al igual que mi cabeza estaban colapsados, uno por el bicho y otro por el dichoso caso Cooperación.
Desperté al borde de la muerte en el hospital La Fe y allí me quedé durante más de dos años a causa de mi gravedad. Durante cinco años, hasta el posible trasplante de médula, lo intentaron todo. Hicieron todo lo posible para salvar mi vida, ellos, los doctores fueron los únicos que hicieron algo bueno por mí y mi familia. Pero incluso en los peores momentos de mi estado de salud, cuando estaba agonizando y luchando en la UCI entre la vida y la muerte, muchos de los medios impulsados por convicciones políticas, seguían echando basura sobre mí con calumnias y falsos testimonios sin bases ni pruebas.
Pasaron los años y pude defender mi honor y demostrar mi inocencia. Un día, el Tribunal Superior de Justicia me dejó libre de todos los cargos y me sacó del caso. Pero como los políticos siempre tienen las de ganar, y la justicia en muchos (pero muchos) de los casos no es igual para todos, se cambió de procedimiento al haber políticos metidos en el ajo. Así el proceso se cambia a la Audiencia Provincial Sección nº 5 de lo Penal, se dividieron la causa en dos partes. Por un lado Cooperación, a su vez dividida en dos, donde en ambos casos he salido absuelto. Y por otro lado el fallido hospital de Haití donde, una vez más, me volvieron a investigar e imputar, impulsado una vez más por la coordinadora valenciana de ONG por una cuestión personal. Hoy ya han pasado nueve años de sufrimiento para mí y mi familia, sin contar a todos aquellos niños que injustamente me obligaron a dejar abandonados por culpa de una corrupta clase política que, sin escrúpulos ni miramientos, ha hundido en lo más profundo a personas como yo.
Hoy me encuentro mucho más fuerte y listo para volver a retomar mi rumbo y destino solidario, ya que es lo único que tengo en la sangre y en mi ser. Sin embargo me gustaría añadir en relación a todas aquellas personas que me han criticado sin razón y sin saber, a todos aquellos que han dudado de mi conducta y buen hacer, a todas las personas que dicen y no hacen, que tengan el valor de mostrar sus cartas, de no mentir cuando hablan de solidaridad y que muestren y demuestren todo aquello que han dicho de mí, de mi trabajo, mi trayectoria o mi honor. Que no sean cobardes y ellos muestren también sus trayectorias solidarias y transparencias…
Le quiero dar las gracias a mi familia, la única que siempre ha confiado y siempre ha estado a mi lado sin soltarme la mano.
También doy las gracias a todos aquellos que me han trapeado por el suelo como a un sucio mocho sin conocerme, acusándome injustamente sin pruebas, ya que toda esa mierda me ha enseñado a ser mucho más fuerte y a comprender el verdadero comportamiento social de algunos colectivos. Gracias.
PD.: Hay mucha gente que necesita a los cooperantes, y yo voy a seguir luchando por tratar de hacer su mundo un poco mejor, ¿qué vas a hacer tú?