VILA-REAL (EFE) El centrocampista asturiano del Villarreal Santi Cazorla se ha despedido del club para jugar en el Al Saad de Catar tras haberse convertido durante casi dos décadas en la sonrisa permanente del Villarreal y de todo el fútbol de alto nivel a pesar de la larga etapa en la que las lesiones hicieron pensar en que no volvería a jugar.
De Cazorla destaca su alegría personal tanto en el campo como fuera, lo que le ha permitido superar todo tipo de contratiempos y le ha convertido en un futbolista diferente.
El jugador deja la primera línea futbolística tras comprobar que sus esfuerzos por competir cada vez se complicaban más, aunque esta circunstancia no le ha impedido marcharse como el mejor del equipo, con récords goleadores y la sensación de que todavía queda mucho fútbol en sus piernas.
Cazorla ha jugado los dos últimos años en Villarreal a pesar de que antes de su regreso se pensaba que su vuelta al fútbol era una quimera. Volvió para tratar de ser un jugador de peso, no para pelear por la titularidad, y encontró su hueco rápidamente.
Santi Cazorla, de 35 años, pasó por las categorías inferiores del Oviedo antes de recalar en el Villarreal e iniciar su carrera en la élite en el equipo entre 2003 a 20011 con un año de cesión en el Recreativo de Huelva (2006-2007).
En la temporada 2011-2012 jugó en el Málaga, de donde se marchó a Inglaterra para permanecer seis años en el Arsenal. Allí vivió el calvario de sus lesiones antes de regresar al Villarreal, donde ha permanecido las dos últimas temporadas.
Internacional con España en 81 ocasiones, en el verano de 2018 y tras numerosas operaciones en su curriculum, aprovechó esa oportunidad para demostrar que no estaba desahuciado.
Ahora, tras dos años, el primero discreto y el segundo muy bueno, le ha llegado el momento de salir.
A Cazorla le obsesionaba dejar al Villarreal en una situación comprometida, algo que la temporada pasada lo martirizó, pero ahora, con el equipo clasificado para la Liga Europa, el momento de la salida es idóneo.
De él dijo el internacional francés Robert Pires la primera vez que entrenaron juntos de amarillo, que era de lo mejor que había visto nunca y que era futbolista de selección.
No se equivocó, ya que Cazorla ha sido clave en la España que ganó títulos, aunque una lesión le dejó fuera del que hubiera sido su Mundial.
Llegó al Villarreal con 18 años de un Oviedo con problemas. Tras un paso fulgurante por los filiales, pasó al primer equipo en la campaña 03-04, aunque de forma testimonial al jugar un minuto en Riazor ante el Deportivo de la mano de Benito Floro.
En la siguiente campaña hizo la pretemporada a las órdenes de Manuel Pellegrini con el jugó dos años con asiduidad antes de que el técnico chileno recomendara su salida.
El Villarreal lo vendió al Recreativo con una opción de recompra. En Huelva, de la mano de Marcelino García Toral, creció de forma espectacular y Pellegrini lo recuperó para que sobre él pasara el fútbol creativo en un equipo en el que Pires o Rubén Gracia “Cani” eran los llamados a ocupar el hueco de Juan Román Riquelme.
A Cazorla no le tembló el pulso y se hizo fijo en ese Villarreal que logró el subcampeonato, lo que le llevó a la selección con Luis Aragonés. Debuta en mayo de 2008 frente a Perú y fue clave en las eurocopas ganadas por España aquel año y en 2012, pero no pudo estar, por lesión, en el Mundial de Sudáfrica.
Su salto de calidad y unos problemas económicos propiciaron su traspaso al Málaga por veinte millones de euros en la temporada 10-11, para después saltar al Arsenal, el otro club en su su vida.
En sus nueve campañas de amarillo se ha convertido en el cuarto jugador con más partidos de la historia del club: 333 (250 de Liga, 46 en Liga Europa, 20 de la Copa del Rey, 10 de la Liga de Campeones y 7 de la Copa Intertoto).