“¿Podrías patentar el sol?” La pregunta le llegó de sopetón a la Tieta mientras leía el best-sellar de la época, “Noruega”, tomando el sol en la terraza de La Villa. Eran los primeros y cálidos rayos de una primavera convulsa. El inicio de la Compulsory License fue el final del gobierno de La Unión. Alícia acababa de pasarse a LosOtros y habían quedado para despedirse. Aún estaban cerradas la zonas de ocio y cultura en la ZonaZero-BXL. Ya nunca volverían a abrirse, no como antes. Pero allá arriba ya no subía nadie…
“EEUU, la Unión Europea, Japón, Suiza y Brasil buscan asegurar que las ganancias de las grandes empresas farmacéuticas tengan prioridad sobre las vidas humanas”. Fue el President el que dio la voz de alarma. Su pequeño reino se había levantado contra los abusos de LasFarm y apeló al CoR para que todos los reinos de Taifas de la Unión se unieran en un intento por rebelarse contra las patentes y aplicar las ADPIC. Con estas licencias obligatorias, su maltrecha industria química podría comenzar a producir las vacunas que necesitaban, aun sin permiso del laboratorio que tenía la patente.
El G20 ya lo sabía. Meses atrás habían alertado durante la reunión virtual de líderes mundiales, pero no se hizo nada. La canciller alemana Angela Merkel dijo que plantearía el tema ante la Alianza mundial para las vacunas (GAVI). “Vamos a hablar con GAVI sobre cuándo comenzarán estas negociaciones, porque estoy bastante preocupada de que todavía no se haya hecho nada al respecto”, dijo a la BBC en referencia a la asociación fundada por LosGates. En noviembre de 2020 aún no se habían producido los retrasos en el suministro y el gobierno del Territorio-Europa no podía imaginar que LasFarm incumplirían sus contratos.
Poco después llegaría la reunión de la Organización Mundial del Comercio (WTO). Hacía ya tiempo que Europa sufría las consecuencias de la falta de suministro de vacunas, mientras se adentraba en la cuarta ola de la pandemia. Fue entonces cuando se hizo público el comunicado de LasFarm al nuevo presidente de los Estados Unidos, Joe Biden. Lo firmaron Eli Lilly, Bristol Myers Squibb, Gilead Sciences, Merck, Sanofi, Takeda Pharmaceuticals, Novartis, Abbvie, Bayer AG, Amgen Inc, Biogen…
LasFarm se unieron para pedir Biden “mantener el tradicional apoyo de ese país al modelo de propiedad intelectual vigente y oponerse a la suspensión temporal de los ADPIC”, para las tecnologías y medicinas contra la covid-19. India y Sudáfrica encabezaban un movimiento mundial de 100 países en desarrollo que pedía liberar y compartir las patentes porque estaban obstaculizando la respuesta global a la pandemia, para el desarrollo, la fabricación y el suministro de los productos covid-19. Los países ricos como Estados Unidos o la Unión Europea lo rechazaron.
Todo ello fue antes de la GranHégira africana hacia el norte, hacia los países donde todo el mundo se vacunaba, hacia el paraíso anti-covid. Todo ello fue antes de que los gobiernos pequeños de la gran Europa iniciaran su propia revolución contra LasFarm desde el CoR. La mecha había prendido.
“No, no se puede patentar el sol, Alícia, pero sí la salud. Ocurrió entonces, pese a que las vacunas y las terapias contra la covid-19 fueron resultado de la financiación pública y de la colaboración mundial. Recuerdo que la farmacéutica Gilead bloqueó la patente para el Remdesivir hasta 2031. Con este medicamento se había curado el presidente Donald Trump”.
-Qué historia…, Laura. ¿Y cómo quedó la respuesta de GAVI a la todopoderosa Merkel?
-Esa fue otra historia, David, o tal vez otra excusa. Mark Suzman, director ejecutivo de la Fundación Bill y Melinda Gates, lo tenía claro. En 2021, el mundo debía focalizarse en maximizar la producción y distribución de vacunas con los fondos recaudados por COVAX, una plataforma de países ricos y pobres que organizó una Telemaratón para conseguir 2.000 millones de vacunas. Eso fue antes de que LasFarm sofocaran el movimiento de las Compulsory License, el de la liberación…