No era los únicos que establecieron los “CRITERIOS DE EXCLUSIÓN”, así, en mayúsculas. “En situación de final de vida…”, en caso de “fiebre, tos, mucosidad, dolor de garganta, dificultad para respirar… Si la respuesta para cualquiera de estas preguntas es afirmativa, el embarcamiento-viaje-contrato-seguro-ingresohospitalario-emparejamiento-escolarización NO está permitido. Y así comenzó a normalizarse dentro del sistema, de La Nueva Normalidad, la supremacía del CZS -CitizenSano-. El ciudadano sano sería el heredero del nuevo mundo.
Comenzaron por excluir a los mayores, a los más vulnerables, a los enfermos terminales y los no terminales, a los ancianos “en situación de final de vida”, con movilidad reducida, dependientes, con problemas cognitivos… Esto ocurría en el primer estadio de la pandemia. Cuando prohibieron la hospitalización para su tratamiento sanitario y cura a los mayores residentes en geriátricos, con mayor o menos grado de discapacidad física o intelectual:
Siguieron excluyendo a los sospechosos y estigmatizando a los rebeldes con sanciones pecunarias. “El incumplimiento de la obligación de uso de mascarillas establecido será considerado infracción leve y sancionado con multa de hasta cien euros”, decía aquel Decreto-Ley. No cumplir la distancia mínima social de 1,5 metros, no usar mascarilla, no respetar el aforo, el orden de entrada y el de salida…
Las prevenciones/prohibiciones iban incrementándose a medida en que aumentaba el Desescalado, bajo un exhaustivo control de las normas sociales entre la población. Al uso de la mascarilla siguió la obligación de un certificado de salud con PCR para viajar, primero, y luego para cualquier tipo de actividad o libertad de movimiento. Esto ocurría en un primer momento, cuando no había tests disponibles para todos…
No tardó en llegar la APP, la temible aplicación móvil que controlaría cada uno de nuestros movimientos, de nuestros contactos, de nuestra vida y, posteriormente, nuestros pensamientos. Ya no hacía falta que los gobiernos del Territorio-Europa recomendaran a sus ciudadanos las normas de distanciamiento o de convivencia. Pasará a los anales de la historia la ocurrencia del gobierno holandés, que recomendó a sus ciudadanos que no tuvieran relaciones promiscuas y que se procuraran un “corona-body”, una pareja segura, fiable y sana. Una. Pero…, ¿cómo controlarlo? Con la APP, claro.
Las normas de prevención llegaron incluso a los entornos de trabajo. Entre ellas, se debía controlar la correcta "ordenación de los puestos de trabajo" o la organización de los turnos para evitar aglomeraciones, generalizándose el teletrabajo y la enseñanza on-line. Igualmente, subsistieron en el tiempo el mantenimiento de las medidas de higiene básicas que se aprobaron en el estado de alarma, el uso de guantes, geles y desinfectantes.
Viajar se había convertido en una verdadera aventura. A las normas de seguridad antiterrorista nacidas tras el 11-S, siguieron las preventivas de salud pública. El gobierno de la Unión Europea seguía sin rumbo, sin establecer una fecha única y conjunta de apertura de fronteras entre sus Estados miembros. La libertad de movimiento había desaparecido para sus ciudadanos, y los intereses comerciales de los países grandes primaban sobre el resto a la hora de establecer condiciones y cuarentenas.
Las compañías de transporte aéreo o terrestre anunciaban estas recomendaciones a sus pasajeros: "Llegue a la estación con una antelación de al menos 30 minutos. Preste atención a la señalización, a los avisos por megafonía y a las indicaciones del personal. Evite, en lo posible, hablar con otros viajeros o por teléfono. No se quite la mascarilla en ningún momento. No viaje si tiene síntomas compatibles con la enfermedad. Cuando esté llegando a su destino, respete el orden de salida. Primero bajarán los viajeros cuyo asiento esté más cercano a la puerta de salida. Evite aglomeraciones durante su viaje, especialmente en la plataforma de la puerta de salida”.
Estas cosas me contaba la Tieta, cuando la miraba asombrada y sorprendida de que la gente tuviera “bodies” e incluso “corona-bodies” para no se sabe qué… Esto mismo me contaba hace más de 40 años, antes de que desapareciera para siempre tras cruzar al OtroLado, tras su viaje a la ZonaZero-BXL para encontrarse con Marc.
-David… Por fin podemos hablar. Esto es una locura y una sinrazón… ¿De verdad tenemos que estar siempre pendientes de la desactivación del chip para poder hablar con tranquilidad? Ya, ya lo sé. Pero es que recuerdo lo que me contaba la Tieta de aquella APP de control y vigilancia…, y estoy llegando a comprenderla.
-Laura, parece mentira que hayas nacido en la Era-Post-Covid… ¿Es que no te das cuenta de que es por nuestra seguridad, por nuestra salud? Te entiendo, porque a mí también comienza a fastidiarme no poder verte ni con la mascarilla. Vas a tener razón sobre las normas de distanciamiento social. Me encontré por casualidad un libro antiguo sobre el significado de las palabras, “La RAE” se llamaba… Decía que la palabra “distancia” implica “alejamiento, desvío, desafecto entre personas”. No quiero que eso nos pase. Ni siquiera por Decreto-Ley…