VALÈNCIA. Algunos lo llaman emprender con propósito, otros emprendimiento social, y otros, sencillamente, altruismo o solidaridad. En cualquier caso se supone que son empresas en las que, más allá de la mera rentabilidad, buscan generar un impacto social positivo. Pero lo cierto es que muchas veces, la solidaridad no se contempla en el motivo fundacional de la empresa que se hace popular como tal. De hecho, durante esta crisis hemos tenido muchas oportunidades de ver cómo compañías de todo tipo viraban su core de negocio para poner su actividad y sus recursos al servicio de la crisis sanitaria.
Una de las iniciativas que se lanzaron durante la pandemia fue la de ‘Yo me quedo en casa cocinando’, de Carla Mouriño. Ella decidió aprovechar las semanas de confinamiento para arrancar un proyecto que tanto perseguía entretener a la gente en sus casas como apoyar al sector de la restauración en uno de sus momentos más críticos. En su cuenta de instagram consiguió reunir a numerosos chefs profesionales para que preparasen en directo una de sus recetas preferidas y para que miles de seguidores pudieran verlo vía streaming. La propuesta tuvo una gran acogida logrando la participación, entre muchos otros, de Andoni Luis Aduriz, uno de los chefs más influyentes en la actualidad, o Carmen Ordiz.
Una vez terminado el confinamiento, la idea ha perdido fuelle pero a Mouriño y a su socia, Sofía Soler, les brindó la oportunidad de conocer a un montón de gente y ganar un presencia y visibilidad digital que antes no tenían. Ahora tratan de aprovechar esta circunstancia para retomar el proyecto que ya tenían en cierne: desarrollar la agencia de comunicación Dinar, con el foco puesto ahora en la gastronomía sostenible. Mantienen el proyecto de ‘Yo me quedo en casa cocinando’ -con chefs más jóvenes-, pero gracias a la popularidad alcanzada han logrado también suscribir un acuerdo con Casa Tarradellas; les han adjudicado la comunicación de la Taberna El Doble, en Madrid; llevan la campaña de lanzamiento de la marca valenciana LaLola Urban Food, un nuevo concepto de delivery para repartir tuppers de comida “saludable, variada y honesta” a domicilio; o la comunicación de la marca aceitera Apadrina un olivo. Mouriño reconoce que ninguno de estos proyectos los habrían conseguido, o al menos no tan rápido, sin aquella iniciativa solidaria puesta en marcha hace unos meses.
Muy diferente es el caso de la emprendedora valenciana Diana de Arias. Su proyecto empresarial si nació con un proyección solidaria. Lo que no estaba en sus genes era el emprendimiento que llegó como consecuencia de un ictus que sufrió a los 23 años y estaba a punto de terminar la carrera de diseño. El daño cerebral adquirido le mostró la oportunidad de negocio y la motivación para emprender. Diana de Arias es CEO y fundadora de Decedario, una empresa que edita y distribuye un juego de mesa de estimulación cognitiva para personas de cualquier edad y con diferentes patologías, como un daño cerebral, autismo, alzheimer o dislexia, entre otros.
“Mi propósito es ayudar a mejorar la calidad de vida de otras personas”, sostiene. Tras diseñar ella misma el producto completo con la colaboración de especialistas e instituciones como la Asociación de Daño Cerebral Adquirido de Valencia, Nueva Opción, de Arias organizó una campaña de crowdfunding con la que obtuvo 11.000 euros. La cantidad fue suficiente para lanzar la primera edición de Decedario. Actualmente, dos años después, va ya por la tercera edición, ha vendido más de 1.500 juegos y ha dado el salto al mercado latinoamericano de habla hispana. La empresa como tal es rentable desde el primer día y va por los 60.000 euros de facturación al año. La intención es escalar el juego e ir sacando distintas extensiones, hasta las 10 que tiene planificadas. Pero asegura de Arias “que el verdadero motor que tengo para hacer crecer la empresa y ganar más dinero, es el hecho de reinvertirlo en Decedario para poder ayudar y mejorar la vida de más personas”.
Aunque a HumanITcare la Covid-19 le ha ayudado a acelerar su expansión, no fue la solidaridad la causa de su nacimiento, que ésta startup lleva ya tres años en el mercado. Sin embargo, especializados en el área de salud digital, han tenido ocasión de trabajar, de enero a septiembre de 2020, con más de 20 hospitales de España y Europa. A todos ellos les ha proporcionado su plataforma de servicios de telemedina sin coste adicional cuando se trataba de hospitales públicos. La solidaridad, entonces, vino después de la idea de negocio, pero les ha ayudado a crecer y a ampliar funcionalidades que antes no contemplaban.
Tampoco en Altiria entraba en sus planes originales la acción social. Fundada hace 18 años por cinco ingenieros amigos, la finalidad es ofrecer a las empresas un servicio de envíos masivos de SMS. La empresa siempre ha ido bien, pero se movía bajo el radar hasta que hace unas semana se supo que eran los principales proveedores de servicios de SMS solidarios en nuestro país y que gracias a ello habían conseguido recaudar más 500.000 euros en donaciones SMS para luchar contra el coronavirus. No era la primera vez que acometían una acción altruista, de hecho, Juan Jesús Yubero, responsable de Desarrollo de Negocio y cofundador de la compañía, dice que “algunos piensan que somos una ONG más”. Pero lo cierto es que, además de notoriedad, la crisis volvió a poner en valor el SMS como método eficaz para comunicar con los clientes e incluso con los trabajadores, que a muchos se les llegó a notificar el ERTE por esa vía. Y, ya de paso, ellos han seguido creciendo en plena crisis.