VALÈNCIA. La pandemia provocada por el coronavirus ha atemorizado a una gran parte de la población. El desconocimiento acerca de la enfermedad en su expansión inicial y la alta propagación en España puso en tensión a todos los ciudadanos, pero en especial a los de alto riesgo, que vieron en las calles un virus invisible que, a mitad de marzo, era letal para muchas personas.
Y es que, aunque los departamentos de salud paralizaron al completo su actividad quirúrgica no urgente y la actividad de los centros de salud para centrar sus esfuerzo en atajar la pandemia, hay engranajes que no pueden parar por mucho que el mundo se vea colapsado por una pandemia, entre ellos los que atienden a los pacientes oncológicos.
En la Comunitat Valenciana, la administración pública decidió eliminar la incertidumbre y derivar las operaciones programadas a la Fundación Instituto Valenciano de Oncología (IVO). En las cinco semanas donde la pandemia tuvo su mayor incidencia, desde su centro en València abordaron 450 operaciones derivadas desde hospitales públicos. El IVO atiende a más de 30.000 pacientes oncológicos al año y, semanalmente, en todo el bloque quirúrgico se interviene a unos 100 pacientes, por lo que la pandemia ha provocado un fuerte incremento en su actividad.
"El estado de alarma se declaró el 14 de marzo y a partir de ahí se empezó a trabajar con todos los protocolos del ministerio y con todas las derivaciones de la conselleria", explica Rafael Estevan, director del Área Quirúrgica y Jefe de Servicio de Cirugía General y Digestiva. "Nosotros habíamos organizado internamente todos los sistemas de cribado de covid-19 y empezamos a trabajar laborables y festivos. Un momento de mucha intensidad quirúrgica en el que no se podían para las máquinas", explica.
Pero, ¿cómo hacer que el virus no pasara de la puerta? Según explica Estevan, se hizo un sistema de cribado de todos los pacientes con test clínico epidemiológico, PCR y una nueva confirmación de negativo un día antes de la operación. De hecho, asegura que no han tenido ningún incidente de infección por covid al quitarse el riesgo.
"Se hizo un triple cribado. Si al paciente se le daba una fecha de intervención, dos días antes se le llamaba a casa y se le hacía un test clínico y epidemiológico. Se preguntaba al paciente había tenido alguna sintomatología respiratoria o alguna sintomatología topo gripal o si había estado en contacto con algún paciente de riesgo, con algún familiar o en algún acontecimiento específico porque el que fuera sospechoso", explica.
"Si esos dos test eran negativos, se hacía una PCR por la mañana del día anterior a la intervención, no ingresaba hasta que teníamos el resultado a las tres o las cuatro horas y cuando teníamos el triple cribado negativo ya se procedía al ingreso del paciente", recuerda. De los más de 450 pacientes, solo dos fueron PCR positivo que no llegaron a ingresar y se demoraron a su domicilio.
"El paciente oncológico es un paciente especialmente vulnerable porque es inmunodeprimido", recuerda Tomás Quirós, director médico. "Son pacientes normalmente mayores de 65 y 70 años, con otros tipos de patologías, diabetes, hipertensión, con lo cual hace que debamos cuidarles especialmente", insiste.
"También tomamos medidas como restringir la entrada a un solo acompañante", explica. En todo caso, insiste en la prudencia que ya manifiestan los pacientes oncológicos per se. "El paciente oncológico tiene un doble temor, a la covid y su proceso. Hemos reprogramado controles a largo plazo y hemos potenciado las consultas telefónicas", señala.
A pesar del uso de las nuevas tecnologías que se han realizado durante la pandemia, desde el IVO recuerdan que la visita presencial sigue siendo clave. "En una situación como la que hemos vivido ha sido una herramienta complementaria y acotándola a determinados casos nos ha ayudado. Ha sido muy útil. Pero hay que valorar en qué situaciones y qué perfiles de pacientes", recuerda.
"Afortunadamente, durante todo este tiempo, hemos completado todos los tratamientos que había. Concretamente, cirugía, quimioterapia y radioterapia", apunta Estevan. Durante la pandemia, han atendido cáncer de mama, cáncer digestivo, cáncer urológico, de pulmón, cáncer de cabeza, cuello y cáncer de tipos dermatológicos. También han establecido cribados para los pacientes de quimioterapia, además de controlar aforos y adaptar las salas de espera.
A día de hoy, en el IVO trabajan 600 profesionales pero durante los picos de pandemia tuvieron que reforzar personal. "Teníamos equipos replicados de profesionales que estaban en su domicilio, aunque lo cierto es que todo se ha resuelto sin mayor de incidencia", señala el director médico. Esto permitía que, ante una contingencia, tendrían equipos de profesionales completos que estaban en su domicilio y podían incorporarse de forma inmediata.
Ahora, se encuentran de vuelta a una situación de normalidad. "Tuvimos una colaboración muy estrecha con los hospitales públicos y ahora estamos volviendo a la normalidad en cuanto a los grupos de solicitudes asistenciales", destaca.