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SILLÓN OREJERO

Danske, un cómic postapocalíptico de 1991 con todas las obsesiones sociales del presente

El mundo había colapsado por un desastre ecológico derivado de las emisiones. Todo estaba vaciado, la vida solo era posible en las ciudades, de las que solo había una docena. Dentro de ellas estaba la perfección. Una nueva clase, el androide. En la periferia, los humanos y sus hijos desformados por la polución. Ese era el punto de partida del cómic argentino Danske, sobre una mujer que sobrevivía en este contexto postapocalíptico.

16/12/2019 - 

MURCIA. Es un cómic latinoamericano publicado en la revista argentina El Tony. El padre de la criatura fue el prolífico guionista de comics paraguayo Robin Wood y fue dibujada por Enrique Villagrán entre 1991 y 1993. Danske podría ser un cómic lúdico y escapista más, pero leído treinta años después es sorprendente lo cargado que está de enfoques que podrían ser perfectamente contemporáneos.

En el primer número, la historia comienza con una pareja que huye a través del desierto. Les persiguen unos malhechores que no se limitan a matarlos. A la mujer, la violan. Antes de que lleguen a una colonia de ancianos y niños aparece Danske, una mujer que logra rechazarlos. Resulta que la pareja había abandonado el lugar seguro para ir en busca de alimentos. Ahora le tocará el turno a ella. Una anciana le da instrucciones. Si al cabo de cien días no saben nada, enviarán a otra persona.

Cuando sale al mundo hostil, lo primero que se encuentra Danke es que con un grupo de macarras que la atrapan para violarla. Como antes había salvado la vida de un hombre, Barker, al que iban a asesinar unos mutantes, este tipo le devuelve el favor impidiendo la agresión sexual. En estas primeras viñetas ya hay un detalle estético que llama la atención. Los protagonistas llevan vestigios pop de la civilización. En el contexto de la violación salvaje, a tiros, volando cabezas, el hombre que rescata a la protagonista lleva una camiseta con un osito que dice "Pom Pom Bear".

Danske le pide que le enseñe todo lo que sabe de defensa personal para que no vuelva a pasarle lo mismo, él contesta: "¡Estás loca! ¡no sabes lo que dices! ¡Eres una mujer!" Ella le amenaza apuntándole con su pistola. Cuando él accede, lo primero que hace es calzarle un guantazo.

En la segunda entrega, se pone en contexto la destrucción del planeta. Lo cuenta el propio Barker: "desodorantes, escapes de coches, humo de fábricas y estupidez humana (...) quemaron las tierras, arrasaron los campos, envenenaron las aguas". Como consecuencia de los escapes atómicos, están los mutantes, hijos de los hombres, pero cargados de odio hacia ellos por lo que les han hecho. ¿La generación Z? ¿sus hijos?

Otro detalle contemporáneo que se pone de manifiesto es el de las regiones vacías o vaciadas. Aunque pensemos que es cosa de España, también ocurre en Estados Unidos o en Francia y en la China popular. En este escenario postapocalíptico ya se plantea que todo es un desierto y solo quedan doce enormes ciudades.

Dentro de ellas, en el centro, en sus Malasañas, habita la elite. Pero ya no son los ricos, se trata de los androides. Concebidos para ser perfectos, lo son tanto que han colonizado el espacio con sociedades perfectas y lo que les sobran son los humanos. Los ven, de hecho, como un gran peligro para sus planes como especie destructora que son. "Son un riesgo que no nos podemos permitir, deben ser exterminados", dice su líder.

En un momento dado, este le expone sus planes a Barker para el planeta Tierra. "Exterminaremos los elementos inconvenientes y la reestructuraremos. La haremos mejor. La haremos perfecta". Claramente, se está posicionando en un programa utópico y totalitarista. De todo lo que se da mezcla en el cómic, que gran parte es el contenido de las reivindicaciones ecologistas que estallaron en los 80, sin duda la caída del muro y el desplome de la URSS también tuvo que ver. El humano le sentencia: "La perfección es una trampa para soñadores. Solo lleva al crimen. Es tu caso". Es un debate filosófico de primer orden.

Mientras tanto, en la Tierra, aparecen unos nuevos personajes. En un ambiente de western, con pequeños pueblos en mitad del desierto donde está prohibido llevar armas para poder hacer negocios y servir de punto de encuentro, llegan las amazonas. Se trata de mujeres liberadas. Se acercan al pueblo a comprar hombres. Danske se ve seducida por ellas y se les une. Hay cargas de profundidad feministas. Cuando la protagonista se niega a asesinar a unos mendigos mutantes por orden de Barker, le contesta: "tengo mi propio cerebro para tomar mis propias decisiones". Sin embargo, tiene que irse con las amazonas porque en el pueblo le pasa lo de siempre. En cuanto la pillan, grupos de hombres intentan violarla.

Tras duros entrenamientos, Danske aprende de Barker a pelear y no tener piedad de sus enemigos. Las amazonas también la enseñan y la visten como ella. Se corta la melena y se deja solo una cresta mohicana. Sin embargo, también entra en conflicto con sus aliadas. Cuando una amazona da a luz a un bebé masculino, ellas tienen por tradición matarlo. "Ningún varón puede sobrevivir", es el lema de su comunidad. Danske se niega a que eso ocurra y, al final, continúa su misión en solitario. Así van siguiendo sus aventuras, ataviada con una estética punk tipo Wendy O Williams.

Es muy interesante y muy curioso que esta ficción se adapte tan bien al imaginario actual, con el auge del feminismo, la preocupación ecologista y la estética glam-punk que dominan actualmente. No obstante, eso es lo de menos. Lo fundamental es que se trata de una serie de aventuras absolutamente excepcional. Hay un trasfondo intelectual asequible y coherente, la violencia y los conflictos tienen sus aristas, no están limados para un público generalista, y algo mucho más importante: visualmente hay una explosión de imaginación apasionante. Los personajes que van apareciendo, las escenas que se suceden, son espectaculares y se consumen vorazmente por los ojos.

Wood nació en 1944 en Paraguay en una colonia de inmigrantes australianos. Antes de ser corresponsal del diario El Territorio en Buenos Aires, trabajó como camionero entre Brasil y Paraguay. En Argentina, en cambio, tuvo suerte y logró abrirse camino como guionista de historietas. Trabajó innumerables personajes de aventuras e intriga. Las femeninas comenzaron con Grace Henrichsen, una espía nórdica.

 Villagrán, por su parte, fue militar en origen y luego se ganó la vida como dibujante. Empezó a trabajar con Wood en la exitosa serie Nippur de Lagash hasta que dio el salto internacional y colaboró con Marvel y DC en personajes del calibre de Superman, Batman, Robin, Los 4 Fantásticos o Conan. Falleció en 2014 a los 74 años. Ambos no pudieron evitar la tentación de que su personaje estuviera semidesnuda en las decenas de entregas que dibujaron, así como el resto de mujeres que aparecen, pero su protagonismo y forma de imponerse en un mundo dominado por hombres fueron inusuales.

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