La economía es uno de los ámbitos, que más van a ser agitados por la crisis pandémica, casi más que el sanitario
Acabamos de ser testigos de una de las operaciones económicas más importantes de España y por ende de Europa, la fusión bancaria (el inicio del proceso), o más bien dicho la casi absorción, pues un banco mantiene su nombre y la mayoría en el accionariado de la nueva entidad, caso de CaixaBank, y el otro se diluirá en ella, supuesto de Bankia. En una concentración que ha pasado sin pena ni gloria en los medios, en comparación con lo que supone, imbuidos todos por el pensamiento de lo políticamente correcto, dado, además, el peso que supone el sector financiero en los Mass Media, y las elevadas deudas de los partidos políticos, sobre todo algunos de sus dirigentes con préstamos hipotecarios para pagar sus casoplones.
Porque lo que nos han informado de la fusión, en las últimas semanas, sin grandes debates, es lo positiva de la misma para el sistema financiero. Pues se genera una entidad tan, tan grande, que lo es demasiado como para caer - too big to fail-, típico mantra que se repite en este proceso que vivimos desde hace décadas de concentraciones empresariales, en aras de un pretendido capitalismo, que es de todo menos liberal, por cómo se va limitando la competencia.
Y ya saben lo que dice el diccionario de la RAE, en la 7ª acepción de “milonga”, como forma coloquial significa “engaño, cuento”, que yo particularmente me quedo con lo de cuento para describir las crónicas de la fusión. Porque si aplicamos la Teoría de los Juegos, de John von Neumann y Oskar Morgenstern de gran aplicación en el ámbito militar, no está todo tan claro. Sobre todo, si aplicamos el juego de suma cero (dado lo cerrado de nuestro sistema financiero) a esta absorción del banco catalán sobre la entidad madrileña, con domicilio valenciano por cierto, que da lugar a unos activos de más 650.000 millones de euros (primer banco de España), y a un ahorro previsto, y por tanto beneficio, de 770 millones de euros anuales.
Pero por otra parte, y siguiendo la teoría de suma cero, para que unos ganen otros tienen que perder, y les puedo avanzar, que para los empleados de la nueva entidad (se especula que más a los de Bankia que a los de CaixaBank) pueden existir perjuicios. ¿Y por qué?, pues empiecen a contar, entre las dos entidades disponen de unos 51.000 empleados, repartidos en algo más de 6.000 oficinas, y un 27 % de ellas, según la UGT, coinciden en el mismo código postal. Por lo que cierres y despidos habemus, al menos de unos 5.000 trabajadores y unas 1.500 oficinas, son los que peligran, en la reestructuración que se avecina.
Aunque esperen, no he acabado todavía, también puede haber otros posibles perjudicados, ¿quienes?, pues sus clientelas y el resto de la ciudadanía, ustedes. Porque la competencia, principio básico de nuestro sistema económico, y elemento fundamental para incrementar la eficiencia , disminuye, por lo que aunque pueda otorgar más estabilidad a la estructura socioeconómica, ésta se esclerotiza y pierde dinamismo. No lo digo yo, lo decía ya un informe del Banco de España de 2018, en el que se alertaba de los riesgos, que podría generar la concentración bancaria en la competencia, pues si en 2008 los cinco mayores grupos -BBVA, Bankia, CaixaBank, Sabadell y Santander-representaban el 49 % del activo total del negocio financiero, en 2017 sumaban el 70 % del total, 20 puntos porcentuales por encima de la media de la Unión Europea, que si se suma el negocio en el extranjero ascendería a un total del 81,5 %. Por lo que, ustedes pueden entender, a menor numero de bancos y mayor tamaño de estos, su comportamiento pudiera tender a ser menos competitivo, adquiriendo comportamientos oligopolísticos, recuerden lo ocurrido, en un sentido inverso, con la liberalización del monopolio petrolífero español. En teoría iba a aumentar la competencia en el sector de hidrocarburos, mejorando su servicio y los precios, y al final se ha creado un sector sancionado en varias ocasiones por la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia, por pactar los precios de los carburantes mediante el efecto del lunes, en un comportamiento claramente de oligopolio.
Pero a pesar de esos antecedentes, y a consecuencia de la crisis en la que estamos inmersos, parece que las autoridades reguladoras y de control, anteponen seguridad a libertad y competencia. Por eso, al inicio de septiembre, el vicepresidente del Banco Central Europeo, Luis de Guindos, hizo una llamada a las entidades pidiendo que "las integraciones deberían llevarse a cabo de manera rápida y urgente", por la crisis del Covid-19 y la perdida de rentabilidad del sector. Dando luz verde a la consolidación bancaria, escasos días después (casi horas) se anunció la fusión entre CaixaBank y Bankia.
Aunque aún hay más, también existen perjudicados políticos en la operación de integración, como es el partido gubernamental Podemos, que impulsa desde las estructuras del poder, la creación de una entidad financiera pública, y que a pesar de haber descartado, al parecer, a Bankia para encarnar totalmente ese propósito, no había sido informado de dicha operación. Esta falta de comunicación, no es baladí, pues están en juego unos 30.000 millones de euros de nuestros impuestos, querido lector. Porque en este acuerdo, no sólo están presentes los 24.000 millones de euros del rescate de Bankia, sino que además, están los que se aportaron, unos 6.200 millones de euros, al extinto banco de Valencia, adquirido por un euro por La Caixa, y si, mientras el Estado disponía de un 62% del capital de Bankia, ahora solo tendrá un 17% de la nueva Caixabank, por lo que pierde fuerza la posición del gobierno en la misma.
Y al hablar de sector público y sector financiero, es inevitable hablar de la noticia dada por este diario, Valencia Plaza de como, en el anteproyecto de ley de medidas fiscales, de gestión administrativa y financiera, y de organización de la Generalitat para 2021, se propone cambiar el reglamento del Instituto Valenciano de Finanzas (IVF), en una hábil maniobra política de Ximo Puig, en aras de la paz social, dado el otoño tan caliente que se vaticina. A quién beneficia esta acción, pues a la patronal autonómica CEV y a los sindicatos mayoritarios en la Comunitat, CCOO-PV y UGT-PV, y se concreta, en que podrán recibir créditos del IVF, como una especie anticipo de las subvenciones que reciben de la propia Generalitat para sufragar sus gastos de funcionamiento, así se entiende, como algunos líderes se dejan pastorear más a gusto con los socialistas, que con los peperos.
Finalmente, y dada las demoras en pagar que existen, y que seguramente se incrementaran por la crisis, como por ejemplo al sector farmacéutico, qué pensaran de esos agentes sociales (los de siempre) y de la GVA, cuando tengan que acudir a créditos, pólizas y confirming, para poder subsistir, si es que sobreviven al Tsunami del Coronavirus. La conclusión es sencilla, si no te movilizas en las calles y protestas (o tienes capacidad de ello), no te dan facilidades para cobrar, les acaban de enseñar el camino.