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DISEÑO PARA EL PENSAMIENTO

Diseño para vivir

De cómo una exposición ha consolidado el concepto de diseñar para mejorar la vida de las personas

7/01/2019 - 

VALÈNCIA. En 2015, el Museu del Disseny de Barcelona, recién abierto al público, inauguraba su primera exposición temporal llamada Diseño para vivir. 99 proyectos para el mundo real, con (casi) un centenar de piezas tan dispares como un airbag para ciclistas, un detonador de minas low cost, una silla de ruedas eléctrica, una incubadora infantil, una barca accesible, un enchufe solar o el sistema de pasos de peatones de Barcelona. En definitiva, diseños para mejorar la vida de la gente, sus entornos y la sociedad en que vivimos.

Tras esa ambiciosa pauta de selección, de ámbito actual e internacional, el diseño era mostrado ya no sólo como un factor adicional de innovación o el tan manido valor añadido sino como toda una herramienta de cambio y de mejora, como solucionador de problemas del día a día y como un discreto agente que al pasar desapercibido demuestra lo integrado que llega a estar en nuestra cotidianidad, y es que si el diseño es invisible puede ser buen diseño, sin embargo si no funciona no será diseño.

De ahí esa herramienta de cambio social que supone el diseño y que puede materializarse en ideas de temáticas tan dispares como la ecología, la sanidad, la educación, las emergencias o la tecnología, apartados de los que se compuso el proyecto original de la exposición Diseño para vivir y que se alejaban del diseño relacionado con productos caros o cuya implementación se ve rodeada de demasiada parafernalia tecnológica. La muestra no iba de estrellas ni de nombres de megacompañías sino de ideas bien llevadas a cabo y del diálogo entre diseñador y usuario así como del impacto final: la mejora.

En el foco de cada apartado de la expo estaba la función mediadora del diseñador, este diálogo con las personas con algún determinado problema (todos los tenemos, cada día) para encontrar soluciones. Se creó así más que una muestra de proyectos, un espacio para la reflexión crítica, con actividades orientadas para público de todas las edades e incluso jornadas que dieron continuidad a Diseño para vivir dándole así un enfoque global que la situaba a la altura de consolidados museos del diseño internacionales. Además, en todas estas acciones complementarias y en el propio recorrido de la exposición se destacaba ese proceso en el que, a priori, la estética no importa y la solución se materializa en productos, objetos o aplicaciones.

Aquella muestra, así como su concepto, fue uno de los ejercicios de divulgación del diseño más íntegros realizados en lo que va de siglo y el propio comisario, Oscar Guayabero, se ha encargado de mantener activa esa idea social del diseño. A él se le debe la terminología del “diseño para vivir” como bien recordaba hace unos días en Facebook el periodista especializado en diseño Álvaro Sobrino (responsable de la revista Visual, diseñador, collagista, editor, ex-presidente de ADG-FAD y premio Gràffica 2013 por ser una de las voces más autorizadas del diseño en España). Sobrino publicaba: “Para mí ha sido el año de la consolidación de un concepto que está aquí para quedarse. La primera vez que le oí hablar a Oscar Guayabero –a él se lo debemos– de disseny per viure/diseño para vivir me pareció algo más que una ocurrencia para titular una exposición. Como todas las buenas definiciones encierra dos significados, el literal y la alegoría, que siempre tiene más sustancia. El diseño para vivir centra el foco en las personas, en la función social, en el bienestar y en la felicidad, obviando por obvio, valga la redundancia, al productor, al emisor o al fabricante.” 

 

Portada del catálogo de la exposición yretrato de Oscar Guayabero en guayabero.net 

Oscar Guayabero (Barcelona, 1968) es diseñador y teórico del diseño, imparte clases y realmente se autodenomina para-diseñador. Participó desde 2001 en la creación de la Fundación Comunicación Gráfica con el objetivo de crear el Museo del Diseño Gráfico de Barcelona, y su aportación, catorce años después con Diseño para vivir es como decíamos de lo más interesante que podría albergar un museo del diseño, además de la creación del título de la muestra como concepto que recordaba Álvaro Sobrino.

La explicación de esa idea del diseño centrado en mejorar la vida de las personas nos trae a la mente otros conceptos previos como el User Centered Design tan ligado a los 90s y a la interacción con los ordenadores, una filosofía dedicada a la usabilidad del diseño para mejorar la experiencia de uso de productos o interfaces. La propuesta de Guayabero apuesta por una vía más social, donde los usuarios son las personas y sus entornos, aunque en todo momento prefiere evitar la etiqueta de “social” o la del “diseño para el tercer mundo” precisamente para centrarse en el diseño y en las soluciones sin barreras culturales o geográficas.

Pero verdaderamente tanto la corriente de “diseño para vivir” así como la exposición vienen inspiradas por el diseñador austriaco Victor Papanek y su libro Diseñar para el Mundo Real (1971). Como ilustrativo ejemplo, la lavadora-secadora apedales GiraDora, un proyecto de estudiantes del Art Center College of Design de Los Angeles expuesto en la muestra original, que no necesita energía eléctrica y su fabricación reutilizando elementos convencionales la hace idónea para su producción y uso en lugares con problemas de suministro de agua, de energía o de recursos económicos.

El comisario de la exposición Oscar Guayabero frente a GiraDora, lavadora y secadora a pedales, y otra imagen de público asistente a la muestra.Buscando otros casos relacionados, en el Retrato imperfectode Curro Claret (Oscar Guayabero, 2016),el propio diseñador catalán Curro Claret apuntaba que el diseño debía ser esa herramienta necesaria de cambio social, y consecuentemente colabora en proyectos con la Fundació Arrels mediante talleres de reinserción social para producir diseños que se comercializan y están presentes en tiendas de decoración e iluminación de todo el mundo. Otra iniciativa al hilo de esta idea de diseño para el mundo real es el proyecto Free Design Bank del diseñador valenciano Manolo Bañó, quien mediante este proyecto cooperativo y bajo el paraguas de la Universidad Cardenal Herrera CEU pone en contacto y media entre estudiantes de diseño y países del tercer mundo que desarrollan los productos para poder loscomercializar de forma justa.

Lejos de la versión más sofisticada o cool del diseño y más allá de egos y de las tendencias del nuevo año tan compartidas en blogs, desde los colores Pantone de 2019, la moda de las fuentes de palo seco en identidades de marca o las tipografías vintage, este diseño que dialoga con las personas apunta a una importante parte de ética y compromiso que los diseñadores debemos tener muy en cuenta. El talento puesto al servicio de la innovación social para promover condiciones que mejoren la vida de las personas y, por una vez, no al servicio del consumo.

La exposición se completaba como decíamos con actividades paralelas como charlas o zona de pruebas de objetos expuestos, un espacio participativo para experimentar y reflexionar que se continuó durante 2016, 2017 y 2018 con tres ediciones de unas jornadas de visibilización de esta función de cambio del diseño en campos como la sostenibilidad urbana, la educación, las prótesis o la diversidad funcional, que están sirviendo además para consolidar el concepto del “diseño para vivir”.

Imagen de las 3 ediciones de las jornadas que han ido dando continuidad a la exposición ‘Diseño para vivir’.Ruedas que convierten una bicicleta normal en una eléctrica, hidroaviones que son drones para evitar peligros y daños humanos, vehículos eléctricos para acercar el diseño sostenible a un sector tan viciado como el del motor, mobiliario urbano que se aprovecha de las nuevas tecnologías de datos y redes wifi, sillas convertibles en sillas de ruedas para hospitales sin recursos, impresión 3d para cabestrillos y así hasta 99 proyectos que demostraban de forma empírica lo sano que resulta pensar de forma diferente para ayudarnos, algo tan contracorriente en tiempos de borreguismo, haters y sálvese quien pueda.

Gracias, Oscar, por hacernos cuestionar cuáles la función del diseño hoy, por introducir la empatía en la ecuación de diseñar y por demostrar que lo bueno resulta bonito si se ha diseñado para vivir verdaderamente mejor.

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