VALÈNCIA. Como cada mañana, Isabel Heras levanta la persiana de su peluquería en la zona del casco antiguo de València. Entre secadores y planchas de pelo, intenta aliviar la carga que para su negocio supone las constantes subidas del precio de la luz. "Esta situación es una nueva piedra en el camino", sostiene. Trabaja sola y lucha por sacar adelante su comercio, pero reconoce que lo está pasando mal. "Sin ayudas y con estas subidas nos están poniendo una soga al cuello. El pequeño comercio está asfixiado y olvidado", lamenta.
Su voz es la de muchos pequeños empresarios de comercios y restaurantes en la ciudad que ven como el encarecimiento de la factura de la luz obstaculiza su salida de la crisis. Un lastre que muchos sortean con pequeños ajustes como el uso de bombillas LED e incluso subiendo los precios de sus productos, pero que otros intentan sobrellevar como pueden. "Hay momentos en los que no tengo clientes y puedo quitar el aire acondicionado, pero el resto del día es imposible porque el local es pequeño y hace calor", admite Heras con resignación.
Este verano, las tarifas han ido al alza encadenando récords diarios. Este pasado martes, el precio medio diario de la electricidad en el mercado mayorista alcanzó un nuevo récord histórico al llegar a los 130,53 euros por megavatio (MWh). Así, el registro medio del 'pool' eléctrico para este martes pulverizó los 124,45 euros/MWh del lunes, el precio más alto de la historia hasta ahora, así como el de 122,76 euros/MWh del jueves 26 de agosto, el segundo récord. Unas cifras que se encarecen un 15% respecto al mes de julio que ya marcó un nuevo récord de por sí, con un precio de 92,4 euros.
Según los expertos, este contexto de subidas está marcado por el incremento en los precios de los derechos de CO2 y del gas, a los que se ha unido el incremento de la demanda por las altas temperaturas y una menor contribución de las renovables, especialmente la eólica por la ausencia de viento. Un escenario que está asfixiando a muchos negocios que ven como la factura mensual se duplica hasta valores que, en algunos casos, suponen casi como un sueldo extra a pagar.
Tanto es así que Isabel se ha visto obligada a subir ligeramente sus precios para poder mantener a flote su peluquería. "Tengo que sobrevivir porque esto así no se mantiene", justifica, y reclama a los políticos altura de miras. "Solo están mirando por su bolsillo y no por el de la pequeña empresa, que somos los grandes olvidados. Solo saben que subir las tarifas sin dar ninguna ayuda", subraya.
También en el restaurante Abadía d'Espí, su gerente Juan Carlos Espí acusa el "hachazo" de la luz. Aunque el Gobierno ha fijado una estructura de tramos horarios con los diferentes precios, en su caso es imposible cumplirla para abaratar costes porque las franjas más caras coinciden con los momentos de máxima afluencia. "Las horas punta -las más caras- son las de mayor actividad porque coinciden con el servicio a los clientes y no podemos dejar de servir", lamenta.
Y lo están notando en la factura mensual. "Antes podíamos estar pagando entre 650-700 euros de luz, pero la última ha sido del doble, unos 1.580 euros. A ello se suma la subida de los refrescos, de las bebidas alcohólicas y el precio del vino", detalla. Un encarecimiento que, no obstante, no pueden repercutir en la carta. "La competencia es feroz y en la situación actual no puedes subir precios porque la gente no está dispuesta a pagar más", señala.
En la histórica tienda Sigue el Caranaval tiran de ingenio para conseguir ahorrar. Fundada en 1989, es ahora la segunda generación la que está al frente del negocio de disfraces que ha tenido que buscar fórmulas para sortear el impacto de la nueva tarifa de la luz. Así, cumplen a rajatabla con las franjas horarias en el uso del aire acondicionado, han cambiado las bombillas del local por LED de menor consumo y la iluminación de su rótulo y escaparates solo se enciende cuando ya ha oscurecido.
"Buscamos ahorrar al milímetro porque una hora más de luz se nota bastante y necesitamos minimizar gastos en un momento como el actual en el que el sector del ocio está más parado", señala una de sus gerentes, Laura Navarro. Solo en este mes su factura se ha incrementado un 15%. "Estamos con más gasto en las cuotas de autónomos, los bancos han subido las comisiones y ahora la luz. Cada vez se ponen más palos para levantar la persiana", sostiene.
Nuevo escollo para el sector
Con ganas e ilusión Óscar montó en enero una floristería en el centro de València. Ya contaba con un negocio similar en Sagunt. Pero con el encarecimiento de la luz asegura que paga como si tuviera un tercer local. "Esta situación está ahogando a mucha gente. De 80 euros voy a pagar ahora 180 euros y eso es una barbaridad. Esto es un bache más para que el comercio consiga recuperarse de esta crisis", lamenta.
Desde la patronal del comercio en la Comunitat Valenciana, Confecomerç, estiman que para los negocios comerciales, el alza de precios supondrá una subida media del consumo del 25% rozando los 1.000 euros más de gasto anual. Un incremento que ha generado la indignación de uno de los sectores más golpeados por la pandemia.
"La luz sigue subiendo y alcanza ahora otro récord en precios que agrava todavía más la situación del sector. El pequeño comercio suma un nuevo escollo tras arrastrar las consecuencias producidas por el grave impacto de la pandemia", critica Rafael Torres, presidente de Confecomerç, quien recuerda que el pequeño comercio es "uno de los sectores más afectados por las restricciones aparejadas a esta larguísima crisis".
Por tanto, urge a que se tomen "reacciones rápidas y soluciones eficaces por parte del Gobierno para que los altísimos precios de la luz no lastren la frágil recuperación, precisamente en un momento tan delicado como el actual". "Es la tarifa más alta de Europa solo por detrás de Grecia, que está provocando inflación y que no se puede sostener en el tiempo", advierte.