VALÈNCIA. La alopecia androgenética tanto masculina como femenina es la causa más común de pérdida de cabello y se produce como consecuencia de la influencia de los andrógenos sobre los folículos pilosos que convierte el pelo progresivamente más fino, hasta llegar a tal grado de miniaturización que se transforma en vello. Como advierte el doctor José María Ricart, jefe del Servicio de Dermatología y de la Unidad de Medicina Capilar del Hospital Quirónsalud Valencia, “un síntoma inicial de la alopecia es que el paciente se nota el pelo más fino y más claro seguido de la pérdida de volumen y densidad capilar, esto llega a afectar al 50% de las mujeres y el 65% de los varones de más 50 años”.
Detrás de esta pérdida de cabello se encuentra la herencia genética, pero también los hábitos de vida son esenciales. “Hay formas de vida que permiten que los genes se expresen en toda su plenitud o no. Está claramente demostrado que si no fumo, no bebo, cuido mi alimentación y no estoy sometido a estrés, tendré más pelo”, aclara el doctor Ricart.
Para un correcto diagnóstico de la alopecia los expertos en tricología aconsejan someterse a un Trichoscan, tecnología que permita la medición objetiva del grosor y la densidad capilar, clave para el diagnóstico precoz y el seguimiento del tratamiento del paciente con alopecia. También es necesario en algunos casos realizar estudios analíticos hormonales para diagnosticar y corregir alteraciones de las hormonas sexuales que son las causantes de la alopecia androgenética en el caso de la alopecia femenina. “Nueve de cada diez pacientes que diagnostican precozmente su alopecia y reciben tratamiento,” advierte el especialista, “consiguen estabilizar el problema en un plazo de diez años gracias a la mesoterapia con cócteles de vitaminas y fármacos, así como la plaquetar (inyectando plasma del propio paciente en el cuero cabelludo), hasta conseguir la redensificar el cabello”.
La técnica de trasplante manual mecanizada consiste en extraer uno a uno los injertos de la zona donante, después de rasurarla, dejando una pequeña herida que no requiere sutura y que se cura espontáneamente sin dejar cicatriz. Tras la extracción de los folículos se procede a la implantación en la zona receptora, siguiendo el diseño previamente acordado con el paciente. Especialistas avanzados en esta técnica ofrecen una variante denominada Non Shaven FUE, en la que se realiza la extracción de unidades foliculares sin rasurar la zona donante. “Este método ha ayudado a eliminar el miedo social, puesto que muchos pacientes se sienten más cómodos sabiendo que nadie se va a percatar de que han pasado por un trasplante de pelo”, explica el doctor Ricart.
Tras la intervención el dermatólogo aconseja un seguimiento médico del paciente de mínimo doce meses para asegurar que la evolución del paciente es absolutamente satisfactoria. “Aunque la intervención no es de riesgo puede tener complicaciones si no se hace correctamente. “Se puede infectar la zona donante, con una necrosis de la piel que puede dejar cicatrices. Y no olvidemos de que si no se toman las medidas higiénicas necesarias puede existir riesgo de contagio de hepatitis o VIH por contaminación”, asegura el Doctor Ricart.