Es una buena noticia, aunque pasó inadvertida porque los viernes el personal desconecta, que el síndic de Compromís en Les Corts, Fran Ferri, haya descubierto que en el Consejo Rector de la Corporació Valenciana de Mitjans de Comunicació faltan juristas y economistas que sepan gestionar una empresa. Hay demasiados “perfiles técnicos”, dice en referencia a periodistas y sociólogos que no tenemos ni idea de llevar una empresa y menos aún una con 500 trabajadores y un presupuesto de 55 millones de euros.
Es una pena que no advirtiera el error hace tres años, y eso que algunos se lo advertimos cuando aún no se había nombrado el Consejo Rector pero ya circulaban nombres de candidatos que en su vida habían dirigido una empresa. Nombres que los grupos políticos confirmaron excepto el del periodista Josep López, candidato a presidente de la nueva televisión, que no fue descabalgado porque no diera el perfil sino porque se filtró que su mujer es prima de Boix y Orengo. Si viniese de dirigir la BBC, tampoco habría pasado el corte debido a su condición de esposo de la prima de los influyentes primos de Gandia. Ese era el nivel.
Lo que ha dicho Ferri es una buena noticia porque la presión mediática y política por la mala marcha de À Punt está recayendo casi en exclusiva en Empar Marco y eso es injusto. Marco es la directora general –ese puesto tampoco era para un/a periodista, a no ser que tenga un máster en dirección de empresas– y su trabajo está supervisado por el Consejo Rector. Así que la culpa es de todos y si va una a la calle deberían ir todos detrás.
De ahí la reacción de los consejeros, que después de tres años de estrecha colaboración –no todos– con Marco, le han visto las orejas al lobo, se han puesto firmes hasta el punto de no dejarle asistir a una reunión en la que se iba a hablar sobre su programación de otoño y filtran lo que haga falta para que su destitución, más pronto que tarde, sea la consecuencia lógica de todo lo publicado. Pero no cuela.
Empar Marco es responsable de muchas decisiones que han llevado a que la televisión pública sea un fracaso en términos de audiencia, de ingresos publicitarios, de fomento del sector audiovisual y de prestación de un servicio público. Esto último fue muy evidente cuando el pasado 15 de junio la televisión de todos no hizo un programa especial en directo sobre la constitución de los ayuntamientos valencianos. No sería por falta de personal.
Pero el Consejo Rector es responsable de muchas otras decisiones que han llevado a À Punt a la situación en la que se encuentra. La primera de todas, el nombramiento de Empar Marco. A continuación, la supervisión de la tarea de la directora general, que al menos una vez al mes da cuenta de su trabajo y se somete a las preguntas de los consejeros. Y, por supuesto, es responsable directo de la contratación de casi 500 personas mediante un proceso que está en los tribunales.
El próximo 23 de julio, con permiso de la autoridad y si los abogados no lo impiden de nuevo, se va a celebrar en la Sala de lo Social de la Audiencia Nacional el juicio sobre la legalidad de las bolsas de trabajo de À Punt, que fueron recurridas por la Unió de Periodistes Valencians y la Asociación de la Prensa de Alicante. Como es sabido, se dio tanta preferencia a los extrabajadores de Canal 9, que el resto de profesionales apenas tuvieron oportunidad de entrar en las primeras tandas de contrataciones. Pocos meses después, los sindicatos pedían un aumento de plantilla para que las nuevas generaciones aportaran savia nueva a una redacción copada por veteranos. Y Empar Marco pedía más dinero.
Decía Fran Ferri que se debería aprovechar que cuatro consejeros cesan en noviembre –Mar Iglesias, Vicente Cutanda, Rafa Xambó y Marc Pallarès– para no renovarlos y nombrar en su lugar a esos juristas y economistas que se echan de menos. Cuatro días después, el Consell de la Ciudadanía proponía para el puesto que le corresponde en el Consejo Rector a Rosa Agost, que no es jurista ni economista, sino profesora titular del Departamento de Traducción y Comunicación de la Universitat Jaume I. A la próxima.
Hay otra solución para darle una vuelta a la tele, que es el cese de todo el Consejo Rector y la elección de otro, aunque paguen justos por pecadores. Lo que pasa es que eso sería reconocer aquel error y extendería la responsabilidad del desastre a quienes lo cometieron, que son nuestros representantes en Les Corts.
A lo largo de su mandato, Costa lo apostó todo por la audiencia, pero sin un respaldo presupuestario ni burocrático, no ha habido modelo que asentar sino situaciones que amortiguar