VALÈNCIA. El tablero político estatal y valenciano ha cambiado notablemente en apenas de dos años. Unas variaciones en el escenario que se han sumado a otras también importantes en este ámbito que ya habían acaecido en el periodo anterior, ratificando así el concepto de 'modernidad líquida' establecido por el sociólogo Zygmunt Bauman en este nuevo siglo y que a más de un dirigente política de la Comunitat le suele gustar mencionar.
La fulgurante irrupción de nuevos -o relanzados- partidos políticos con líderes carismáticos sacudió la fotografía fija del bipartidismo mayoritario dominado por PP y PSOE, casi habituados ya a un sistema de turnos eventualmente respaldado por fuerzas nacionalistas. Haciendo un paralelismo musical: una especie de duelo entre esas míticas bandas musicales con 20 discos a sus espaldas y leales seguidores frente a esos nuevos grupos frescos y desenfadados que lo ponen todo patas arriba con un par de álbumes.
No obstante, y tras unos pocos años de protagonismo y estrellato, estas fuerzas políticas -principalente Podemos y Ciudadanos- deben luchar ahora por sobrevivir al adiós de sus respectivos 'mesías', Pablo Iglesias y Albert Rivera. Y no es fácil. Siguiendo con la anterior metáfora, no existen tantas bandas que consigan mantener su vigor creativo durante más de tres o cuatro discos, mientras los viejos rockeros siguen, en mayor o menor medida, haciendo conciertos y llenando estadios.
¿Cuáles están siendo los problemas de adaptabilidad de estas fuerzas para resistir? Algunos factores son la desaparición de esos referentes mesiánicos, tras algún mal resultado y el desgaste de la sobreexposición ante los focos. En Podemos, Pablo Iglesias, no logró superar al PSOE aunque alcanzó la vicepresidencia del Gobierno, dejándola finalmente para encabezar una última empresa suicida en las elecciones de la Comunidad de Madrid. En Ciudadanos, Albert Rivera tuvo en sus manos pactar con el PSOE y hacer presidente a Pedro Sánchez en abril de 2019, tras lograr 57 diputados. Apenas siete meses después, en la repetición de los comicios por no existir acuerdo, la formación naranja sólo obtuvo 10 escaños. Un castigo de la ciudadanía que evidencia cómo los apoyos que llegan rápido, pueden marcharse al mismo ritmo. De alguna forma, estos dos referentes acusaron el desgaste o, sus propias decisiones, y también generaron desazón en esos 'fans' repentinos -y no incondicionales- que habían generado en apenas dos o tres años.
En estas dos formaciones, además, se produce un fenómeno similar de cierta carencia de lealtad ideológica que emana de sus propias cúpulas y que han desilusionado por sus decisiones o giros, ya fuera porque el votante creyó que esa fuerza política era 'otra cosa' o simplemente porque el elector ha cambiado de idea al no lograr los objetivos deseados. En esta línea, ambas fuerzas también coinciden en su debilidad en el enraizamiento territorial y en la fortaleza de estructura orgánica que permita representatividad fiable municipal.
Así, tanto Podemos como Ciudadanos lograron buenos resultados en grandes ciudades, pero no se han caracterizado por ostentar alcaldías pequeñas o de tamaño medio. Este problema se evidencia en situaciones como la vivida de la formación naranja en Cataluña, donde pasó de ser la fuerza autonómica más votada en 2017 con 36 escaños a perder un millón de votos y quedarse en 6 diputados en 2021, prueba de que el votante no estaba bien asido al proyecto. De la misma manera, tampoco Podemos en la Comunitat Valenciana pudo evitar no quedarse fuera del Ayuntamiento de València o perder cinco diputados en Les Corts pese a aliarse con Esquerra Unida. Problemas comunes de ambas formaciones en el territorio nacional, si bien en algunos territorios se ven especialmente acentuados.
También el marcado carácter centralista tanto de Podemos como de Ciudadanos, tiene algunas dificultades añadidas en la Comunitat Valenciana, donde el PPCV supo hacer gala en su día de un regionalismo conservador que conectó con algunos estratos de la sociedad. En la otra orilla, el electorado de la izquierda valencianista que encarna Compromís y con gran presencia en el ámbito municipal, tiene problemas para conectar con Podem por su alta dependencia de Madrid.
Con este escenario, la situación parece clara: la permanencia en Les Corts de Ciudadanos y de Unides Podem, si las elecciones fueran en las próximas semanas, estaría en peligro,pese a que en 2019 lograron una representación holgadamente superior a la barrera del 5%, con 17 y 8 escaños respectivos.
Pese al gran resultado de la fuerza naranja en 2019, precisamente parecen ser ellos los que corren mayor peligro. El adiós para abrazar al PP de su 'mesías valenciano', Toni Cantó, el batacazo en las elecciones madrileñas (de 26 escaños a cero) y la fuga de cinco diputados al grupo de no adscritos, son algunas pistas sobre la oscuridad del porvenir de este partido en la Comunitat y en el resto de España.
En cuanto a Podem, que se presentó aliado con Esquerra Unida en 2019, su situación no es tan negativa pero su margen (logró un 8% de los votos) es mucho menor. A favor tiene que forma parte del Gobierno de España y del Consell del Botànic, pero surgen muchas dudas de cómo se comportaría la marca morada en un hipotético adelanto electoral en el que se sometieran a un examen autonómico y no simultaneado con los comicios generales con Pablo Iglesias en los carteles como ocurrió en 2019. El conocimiento concreto de referentes de Podem en la Comunitat se antoja más bien bajo y, más allá de los procesos internos y situaciones concretas como el reciente relevo del vicepresidente segundo del Consell, Rubén Martínez Dalmau, por Héctor Illueca, resulta difícil para eeste partido destacarse ante figuras tan mediáticas como el propio presidente de la Generalitat, Ximo Puig, y la vicepresidenta, Mónica Oltra.
En este sentido, precisamente Compromís viene tejiendo una hoja de ruta para engullir en la medida posible a una parte del electorado de Podem, especialmente en la provincia de Alicante, donde la coalición valencianista tiene más problemas de implantación. Fuentes de este partido, no apuestan por una estrategia basada en fichaje de dirigentes o exdirigentes de Podem, dado que consideran que no han llegado a construir perfiles excesivamente reconocibles en estos años, sino que el objetivo va enfocado y dirigido al electorado morado.
Desde Compromís, algunos opinan ya que cuando llegue la llamada a las urnas Unides Podem buscará un gran acuerdo para una lista conjunta a Les Corts, algo a lo que, previsiblemente, Més Compromís (antiguo Bloc) se negará, más aún con la buena sintonía que mantienen con Más País, de Íñigo Errejón, una formación con mayor sensibilidad autonómica que Podem y que puede ganarle espacio, como ya hizo en Madrid.
El PPCV parece coincidir con Compromís en su estrategia, en este caso sobre Ciudadanos de cara al futuro. El entorno del presidente popular, Carlos Mazón, tampoco ve -salvo alguna posible excepción- los fichajes como fórmula deseada al no observar demasiados perfiles con tirón mediático una vez incorporado Cantó al proyecto. En este sentido, desde la formación popular admiten trabjar con la idea de unas elecciones anticipadas por Puig en las que tan solo se queden -como en 2011- cuarto partidos políticos en Les Corts: PSPV, PPCV, Compromís y Vox.
Estos últimos, no obstante, comparten varias similitudes con los dos partidos en 'peligro'. Líder 'mesiánico' (Abascal), rápido ascenso, discurso populista y centralismo, aunque también comparten la falta de estructura orgánica e implantación territorial, que puede hacer que sus resultados sean muy fluctuantes, especialmente en compromisos electorales solo autonómicos. No obstante, su falta de desgaste al no gobernar y sus planteamientos extremos, le confieren a día de hoy más fiabilidad que Ciudadanos, de donde podrían incluso 'pescar' votos.