VALÈNCIA. Muchas son las preguntas que todavía no tienen respuesta de cara al futuro Gobierno valenciano que conformarán PSPV, Compromís y Unides Podem. La mayoría de izquierdas lograda en las elecciones autonómicas del pasado 28 de abril deja a estas fuerzas políticas a las puertas de una negociación que será indudablemente completa.
Número de consellerias, reformulación del mestizaje, competencias de cada departamento, nombre de los responsables autonómicos, cuotas de cada partido... unas cuestiones pendientes a abordar que deberán ser respondidas, como tarde, inmediatamente después de los comicios locales del 26 de mayo.
Pero al margen de estas disquisiciones, un enigma sobrevuela por encima de todos ellos debido a su innegable importancia: ¿quién será la cara mediática del Botànic II? O lo que es lo mismo, ¿quién ostentará la portavocía del Consell que durante estos cuatro años ha lucido la también vicepresidenta Mónica Oltra?
La respuesta reflejo podría ir dirigida a la continuidad de la candidata de Compromís en el cargo. Aunque existe una mejoría del PSPV y un aumento de distancia sobre sus socios de gobierno, los 17 diputados conseguidos por la coalición valencianista siguen siendo imprescindibles para el alumbramiento del Botànic II, por lo que estarían en condiciones de mantener la portavocía.
No obstante, todavía no está claro que ese sea el deseo de Oltra. El puesto, conviene resaltar, tiene pros y contras: es cierto que proporciona visibilidad, contacto permanente con los medios de comunicación y un importante control de los asuntos políticos en la agenda del Consell, pero al mismo tiempo también contiene un desgaste al político que lo ejerce. Como muestra, un botón, Oltra ha estado cuatro años en un cargo en el que pocos son los que han resistido más de media legislatura, por lo que no extraña que en la recta final la también vicepresidenta y responsable de Igualdad y Políticas Inclusivas haya atravesado ciertas fases de agotamiento. Así pues, la continuidad de la líder de Compromís en el puesto está siendo objeto de reflexión.
Otra fórmula podría ser que la coalición valencianista siguiera manteniendo la portavocía del Consell pero no fuera Oltra la que mantuviera el cargo, quedando más liberada para explotar su vertiente mediática apoyada en su puesto de vicepresidenta. Ahora bien, no es descartable que se abriera un debate interno en Compromís para elegir quién desempeñaría el cargo: es decir, el Bloc -pata mayoritaria de la coalición- estaría legitimada para aspirar a que uno de sus dirigentes ocupara esa posición de privilegio. Por poner un ejemplo, el conseller de Educación, Vicent Marzà, podría ser un activo a tener en cuenta dado que se da por segura su continuidad en el Ejecutivo y, a día de hoy, ni siquiera puede afirmarse que Compromís pretenda mantener esa cartera.
En este río revuelto, hay quien dentro del PSPV-PSOE considera que la formación de Ximo Puig está en condiciones de apostar por hacerse con la portavocía del Ejecutivo y así atar en corto la comunicación externa del Consell. Un objetivo que parece complejo pero para el que algunos dirigentes del partido ya comentan posibles nombres como el del síndic en Les Corts, Manolo Mata, o el jefe de Gabinete del presidente, Arcadi España.
Una variante, más propia de la política estadounidense, que nunca se ha experimentado en el Gobierno valenciano es la de fichar a un experto en comunicación independiente para la tarea de enfrentarse cada viernes en la rueda de prensa al Pleno del Consell.
Una fórmula que sí ha llegado a probarse en el ámbito estatal, como por ejemplo con el director de RNE Eduardo Sotillos, quien ejerció de portavoz del Gobierno con rango de secretario de Estado con el socialista Felipe González en La Moncloa entre 1982 y 1985. También experimentó con ello el PP de José María Aznar cuando situó en estas tareas a Miguel Ángel Rodríguez, si bien este último entró muy joven en política en Castilla y León y ya tenía trayectoria dentro del PP cuando se convirtió en el portavoz del Gobierno.
Una posibilidad que, aunque no descartable, tiene difícil encaje en un gobierno de coalición, dado que el perfil elegido debería ser aceptado por los tres partidos del Botànic II y disponer, además, de una resistencia y capacidad para una tarea de tales características.
Abierto ya el abanico, otra opción es la de situar a un dirigente de Podem o de Esquerra Unida para esta tarea. Desde fuera, alguien podría pensar que sería una vía para un consenso entre PSPV y Compromís, pero sin duda resultaría complicada porque debería existir consenso con el nombre a designar. Por un lado, a la coalición valencianista podría beneficiarle porque un portavoz de esa fuerza política podría ser más incisivo con la formación socialista y descargaría a Oltra de tener que dar la cara sin que el rédito fuera para el socio -pero también competidor electoral, no lo olvidemos, del PSPV-.
En la otra orilla, los socialistas podrían sacar la ventaja de que Oltra dejara de ser la cara y voz del Gobierno valenciano con la consiguiente -aunque hipotética- pérdida de protagonismo y visibilidad de la que es una potente competencia política para Ximo Puig.