El músico catalán, exlíder de Standstill, vuelve a València el próximo 23 de febrero para ofrecer un concierto en las vísperas de la publicación de su tercera referencia en solitario
VALÈNCIA. Con los tiempos que corren resulta terapéutico escuchar cualquier historia que, de verdad, nos incluye a todos. O a la mayoría, con lo que eso supone. Hartos de que los encorbatados porfíen por la autoridad moral de quien mejor habla por todos “los españoles” -o, con más enjundia, transubstancie España en su garganta-, cuando alguien simplemente suma hasta conseguir un todos más o menos lícito es hora de escuchar. Es preciso insistir en la fuerza terapéutica del lenguaje verdadero, y no tanto en el maniqueo discurso de servidor público que sólo sirve a su público con la corta ambición de perpetuarse gracias a ellos. Por eso, cuando Enric Montefusco inició su etapa en solitario cantando aquello de “todo para todos”, a modo de mantra de lo fundamental, la obviedad se tornó alivio.
Lo suyo, sin embargo, nada tiene que ver con los que ventriloquizan a un pueblo. La cuestión con Montefusco es que, desde que hacía hardcore en los primeros años de Standstill, no ha dejado de cantar todo para todos. Sus historias, las de uno de los grupos más relevantes del siglo XXI en España, eran suyas, sí; pero no dejaban de ser, en ningún momento, las de todo el que las escuchaba. Es mucho más sencillo de lo que parece pasar de la primera persona del singular a la primera persona del plural. En el caso del músico y cantante catalán ha consistido, en todo momento, en ofrecer los resultados, en directo, de la búsqueda de certezas; una búsqueda que es su búsqueda, pero también la nuestra. Así, de nuevo, es mucho más natural saltar de un proyecto a otro: la materia con la que trabaja -y por la que lo hace- siempre es la misma.
Enric Montefusco actuará el próximo 23 de febrero en La Fábrica de Hielo con motivo de la presentación del Horta Fest.
El catalán vuelve a València, una plaza que le es siempre amable, cuando aún no se han cumplido tres años de su primer disco en solitario; tampoco han pasado 365 días desde que viera la luz aquel EP que en 2018 sirvió para verle junto a Nacho Vegas, María Arnal y Niño de Elche, entre otros. Y, a pesar de todo, su visita llegará apenas dos meses antes de que su debut tenga continuación en el tiempo. Continuación, de hecho, que lo es más que nunca: a Meridiana, con Coros de Medianoche de por medio, le seguirá Diagonal. Para quien no esté demasiado familiarizado con los hitos urbanos de Barcelona, ciudad referente del cantante, tanto la Meridiana como la Diagonal son dos de las arterias que alimentan la atmósfera de la ciudad con óxido de nitrógeno y monóxido de carbono.
Diagonal articula el mensaje de Montefusco en dos. "Más directo y transversal que nunca, el repertorio afila la crítica social y, al recrear con crudeza un atípico recorrido biográfico, no abdica de su espíritu generacional”. Lo decía la nota que, al poco de comenzar 2019, lanzó El Segell para anunciar la próxima parada del músico. Montefusco se ha apoyado en la discográfica del Primavera Sound para, junto a Buena Suerte -como siempre, el sello que inició ya en la última etapa de Standstill-, distribuir las historias de su segunda parada de larga duración. Todo el lenguaje vendedor de una nota de prensa o una hoja de promo se traduce, de forma más eficaz, con aquello que cantaba Tórtel en ‘Los Cantantes’ -incluido en el precioso Entusiasmo-: “las buenas historias sólo le pasan al que las sabe contar”.
En aquella canción, el valenciano también pedía, como quien en verdad lo pide para sí mismo, que pusiéramos “en los cantantes” nuestros oídos, como si nos tuvieran “mucho que contar”. En el caso de Montefusco -y en el de Jorge Pérez también- resulta que, en realidad, no es necesario hacer el esfuerzo de la empatía para entender que, en efecto, el catalán tiene mucho que contar. Sólo hay que echar un vistazo a todo lo que ha sucedido entre Meridiana y Diagonal: un EP, una obra de teatro y un libro. Sus primeros pasos en el teatro, Tata Mala (una producción del prestigioso Festival Grec y la Fira Mediterránea de Manresa), coincidieron en el tiempo con el lanzamiento de su primer disco. Sin embargo, Carne de Cañón (Bandaàparte Editores) llego a finales de 2018 para anticipar un poco de lo que está por llegar y, sobre todo, para silenciar las ganas de uno y las de otros -de uno-.
Su debut literario, un ensayo autobiográfico, actuaba de bisagra entre sus dos primeros discos en solitario, y lo hizo con la naturalidad con la que Montefusco hila todo lo que hace. No hay que rascar muy profundo para encontrar, en el inspiradísimo Vivalaguerra, el hilo apenas soterrado bajo una fina capa de tierra naranja: “carne de cañón, eres carne de cañón. Gírate, que así es la guerra”. Lo cantaba entonces en ‘Noticias del Frente’, lo escribió después para darle bautismo a un libro que, como sus canciones, recoge el espíritu universal de una generación: “bebes más, tienes más sed”, decía entonces. “Hoy, en el bar, he tenido la sensación de que primero nos quitan la juventud y después nos la vuelven a vender, cuando ya para todo es tarde”, más tarde.
“Poned en los cantantes vuestro cariño, aunque no os guste mucho su canción, son tan pobres y agradecidos que os darán su corazón”, cantaba Tórtel en la referida ‘Los Cantantes’. Y no hay nada más cierto cuando, como él y como Enric Montefusco, la canción es el camino para encontrar algún tipo de certeza; sino mero acomodo en la realidad que nos ha tocado en suerte. En ese diálogo, el de los cantantes a través de la canción, la voz de Standstill lo dejó dicho también en ‘Obra Maestra’, como Fernando Arrabal: “hay un hueco dentro de mí, lo lleno de vino y lo lleno de guerra: dejadme cantar”. Ese anhelo, el de continuar buscando la verdad, es el mismo que le guió hasta el camino que otros como Tórtel o los ínclitos miembros de los Coros de Medianoche frecuentan con la misma asiduidad. Su concierto del 23 de febrero en La Fábrica de Hielo será una parada más en el camino, el anticipo de todo lo que está por cantar a partir de abril.