En los años más intensos de la Gürtel, recuerdo cómo en diferentes foros siempre defendí que la corrupción no era patrimonio del PP, ni siquiera de la derecha malvada que interesadamente caricaturiza la izquierda mediática, sino que la corrupción era una cuestión humana
La semana y quizá el final de este año deberían estar marcado informativa y políticamente hablando por la sentencia más grave, por la cantidad de altos cargos implicados y por la cantidad económica defraudada, que se ha conocido en nuestra democracia, y ¡oh, casualidad!, ha sido protagonizada por el PSOE, por el partido socialista que ha gobernado durante varias décadas Andalucía y que pretende gobernar España en esta nueva legislatura con la extrema izquierda como socio de gobierno, nada más y nada menos.
La democracia española ha tenido muchas cosas buenas, sin duda más que malas, el balance de estos años debe ser positivo en términos generales, pero los errores, los fallos y las cosas malas hechas deben ser denunciadas y sobre todo rectificadas. Durante la mayoría de años, el bipartidismo ha sido el eje de nuestra democracia parlamentaria, como en casi todos los países occidentales ocurría. Dos grandes partidos de bloque derecha y del bloque izquierda, solían gobernar de manera alterna, pero con la seguridad que antes o después tocarían poder.
Ese turnismo, ese estilo bipartidista ha creado estructuras de poder que en algunos casos han olvidado la esencia de la política, el servicio público, la gestión de los bienes para todos los ciudadanos y no para uso y beneficio propio. En todas las comunidades autónomas, diputaciones, ayuntamientos y en la administración general ha habido casos de corrupción, protagonizados por diferentes políticos de multitud de partidos. Desde los nacionalistas catalanes a los populares y socialistas, la corrupción ha sido una triste realidad en muchos territorios de España.
Dicen que el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente, y eso ha sido el caso de los ERE de Andalucía. Tantos años de poder absoluto, triunfos electorales que no eran directamente como respuesta a una magnífica gestión sino como consecuencia de crear toda una red clientelar, de corrupción y enchufismo. La situación andaluza es un caso de estudio y sólo en las últimas elecciones y de manera ajustada, se produjo un cambio de gobierno que puede y debe colocar a una tierra como la andaluza en una posición de normalidad institucional y económica. Porque siendo una tierra rica en agricultura y turismo, siempre lideraba los rankings de paro y pese a todo, volvía a ganar las elecciones el PSOE.
Esta sentencia, que lógicamente no se hizo pública antes de las elecciones, debería provocar un terremoto político similar o superior a la de Gürtel, y no sólo por parte de los partidos del centro derecha, el propio Podemos en su eterna búsqueda de la justicia social, debería denunciar que un partido que hoy ofrece una larga lista de cargos condenados, sea su aliado para gobernar España con una intención regeneradora, algo similar a los argumentos esgrimidos en la moción de censura contra Rajoy. Pero parece que no, que ahora es cosa de un PSOE del pasado, sin ninguna relación con el actual y que una sentencia con esas cifras no debe escandalizarnos.
Una vez más la irresponsabilidad de los políticos solo puede triunfar por la complicidad, en este caso, el silencio, de muchos medios de comunicación que no dedicarán horas y portadas durante meses a laminar la imagen de Pedro Sánchez y un PSOE corrupto, sino que en apenas unos días relegarán toda la información sobre esta sentencia a unas páginas interiores. Erre que ERE, no aprendemos y no enmendamos nuestros errores. La corrupción es un hecho humano, pero que debe ser criticado y denunciado venga de donde venga, no puede circunscribirse a un color político para resaltar hasta la extenuación los casos de partidos de centro derecha y suavizar y relativizar los casos de la izquierda y los nacionalistas, porque si miramos los casos de las familia Pujol, en una sociedad sana sólo por eso el nacionalismo tendría un apoyo residual, pero claro, cuando “roban los nuestros”, todo vale.