CASTELLÓ (EFECOM). Europa lleva meses preparándose por si decide lanzar un euro digital, que en ningún caso busca desplazar al dinero efectivo pero sí facilitar los pagos transfronterizos con una divisa virtual, con idéntico valor al euro y controlada igualmente por el Eurosistema, la autoridad monetaria de la zona euro.
En la Comisión Europea están estudiando cómo mejorar los pagos paneuropeos con la participación del sector privado: los bancos españoles colaboran en la búsqueda y exploran, por ejemplo, cómo conectar la plataforma de pagos instantáneo Bizum en toda Europa.
De lo que se trata, como explicaba recientemente el jefe de innovación del Banco de España, José Manuel Marqués, en una jornada organizada por la asociación de consumidores Asufin, es de hacer más eficiente el mundo de los pagos.
El exgobernador del Banco de España Miguel Ángel Fernández Ordóñez insistía en que hay que avanzar en esa dirección, porque con una aplicación de mensajería instantánea como Whatsapp "se puede mandar una foto en cuestión de segundos a cualquier parte del mundo y no 100 euros a un sobrino en Australia".
Ante esta realidad, la red social Facebook vio la posibilidad de dar este servicio a sus millones de usuarios e impulsar el dinero digital con su proyecto Libra, pero la misma idea ha surgido desde algunos países, entre ellos China, lo que ha despertado el "interés" (o tal vez la preocupación) de Europa.
Desde el punto de vista institucional, el jefe de innovación del supervisor español insiste en que los pagos transfronterizos tienen que ser "seguros y fiables" y entre las distintas alternativas que puede haber, el dinero público electrónico sería una de ellas.
A finales de 2019 se creó un grupo de alto nivel en Europa para reflexionar sobre ello y, a raíz de esos trabajos, el pasado octubre el Banco Central Europeo (BCE) publicó un informe en el que se recogía que tenía que estar preparado para una posible decisión futura de introducir un euro digital si fuera necesario.
Después de ese informe, el Eurosistema, es decir, el BCE y los bancos centrales nacionales, abrieron un periodo de consulta pública que concluye el próximo 12 de enero para recabar la opinión de la ciudadanía, académicos, el sector financiero y de autoridades.
Hay muchas cuestiones pendientes por resolver, entre ellas cómo evitar el lavado de dinero o cómo incluir ese euro virtual en las llamadas carteras electrónicas, para facilitar el pago en comercio y para todo ello se considera necesario, hoy por hoy, la colaboración con el sector privado, con la banca supervisada por el BCE.
La primera razón, como ya se ha expuesto, es que el euro digital podría ser la respuesta para facilitar esos pagos transfronterizos, frente a alternativas privadas como Libra o las monedas virtuales de otros bancos centrales que competirían con la divisa europea.
Ahora mismo está claro que el BCE no está dispuesto a introducir ya el euro digital porque hay cuestiones "muy serias" que no se pueden resolver de la noche a la mañana, según reconocía el jefe de innovación del Banco de España.
Primero se está avanzando en las cuestiones tecnológicas, para decidir qué tecnología usar y si es posible hacerlo con la seguridad y la escala necesarias, para lo que previsiblemente se harán pruebas a mediados del próximo año.
Pero luego hay varios temas a resolver como la privacidad del uso de ese euro digital, si hay que trasladar al sector privado los costes de emitir esa nueva divisa, si hay que limitar su uso o las consecuencias que puede tener para el sector financiero, para lo que será útil recabar la opinión de todos los grupos de interés.
En definitiva, Europa quiere estar preparada por si hay que lanzar un euro digital y el BCE y los bancos centrales tienen el objetivo de proporcionar un sistema de pagos más eficiente y seguro.
El exgobernador del Banco de España insiste en que China está experimentando ya la idea de un yuan o renminbi digital.
Hasta ahora, argumenta, el dinero digital existía y era utilizado por los bancos y de lo que se trata es que pueda ser usado por 300 millones de personas en Europa y 400 millones en Estados Unidos.
El euro digital, el dólar digital o el yuan digital, vaticina, es lo que va a hacer además que haya competencia en los medios de pagos y sobre todo "innovación", pues Fernández Ordóñez considera que no es sólo que sea una fórmula de pago más rápida, sino que hará que surjan "cantidad de competidores".
Aún así defiende el uso del efectivo y señala que los hábitos de la población son muy distintos por países, aunque la pandemia haya acelerado el uso de los medios de pagos electrónicos.
El responsable de innovación del Banco de España, José Manuel Marqués, da por hecho que la población joven tenderá a usar los pagos electrónicos, pero marca distancias con los datos de China, ya que allí esos pagos están mucho más avanzados porque el sistema financiero tradicional es "más rudimentario" que en Europa.
Eso hace que el desarrollo de los sistemas de pago no venga de los bancos del gigante asiático sino directamente de las grandes tecnológicas chinas, lo que da "vértigo" a los supervisores bancarios y explica en parte que ahora China baraje lanzar su moneda digital para recuperar el control de esos pagos.
Y eso es lo que preocupa a otros países porque ahora mismo el yuan fuera de China tiene una presencia escasa, pero eso podría cambiar drásticamente si es digital, lo que podría generalizar su uso y poner en cuestión el papel de divisas como el dólar o el euro.
Las reticencias de los bancos y de los reguladores para aceptar transacciones en criptomonedas como el bitcóin tiene que ver con la prevención del blanqueo de capitales, pues la entidad no puede estar segura de si ese activo ha pasado por manos de un narcotraficante o un terrorista.
Sin embargo, las criptomonedas tienen sus propios defensores y el profesor de la Universidad Complutense de Madrid Alfredo Muñoz destaca que son una alternativa para los ciudadanos que no tienen acceso al dinero digital y afirma que el bitcóin tiene una "seguridad absoluta", pues jamás se ha hackeado su red.
Considera que el hecho de que su valor haya pasado en poco tiempo de 7.000 a 19.000 dólares es porque se ha convertido en un valor refugio, algo que "no es censurable y no hay una autoridad que pueda impedirlo".
Además, argumenta que hay transparencia y trazabilidad en los pagos en bitcóin, rápidos y pueden ser transfronterizos. Sin embargo, ni ignora que el problema es la alta volatilidad, "por eso no sirve como dinero", además del tratamiento fiscal porque cuando uno adquiere un bien con bitcóin, Hacienda lo considera un incremento de patrimonio en la renta.