MADRID (EP). Afrontar el posible repunte de las infecciones por coronavirus y las nuevas posibles oleadas en los próximos meses de esta pandemia con unos kilos de menos debería ser una prioridad para las personas con sobrepeso u obesidad, ya que esto les permitirá afrontar mejor esta posible infección, según ha explicado la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), quien recuerda que el peso excesivo es uno de los principales factores identificados de mal pronóstico en personas que desarrollan Covid-19.
Partiendo de esta situación, la SEEDO ha elaborado un decálogo de medidas y consejos encaminado a situar la pérdida de peso como una medida preventiva esencial frente al Covid-19, junto con a las 5 medidas básicas: lavarse las manos, evitar contacto social, usar mascarillas, toser o estornudar en un papel, limpieza de superficies.
Como detalla el vicepresidente de SEEDO, Diego Bellido, "considera indispensable incluir entre las medidas esenciales dirigidas a población general para contener la pandemia el cuidado del peso y evitar la obesidad, en base a la idea de que, si se es menos susceptibles a infectarse por estar delgados, se ayudará a contener pandemia".
Los expertos animan a controlar el peso buscando ayuda profesional, realizando actividad física de intensidad moderada al menos 30 minutos al día, con ejercicios isométricos y de fuerza (por ejemplo, con pesas). Además, aconsejan menos coche y más bicicleta o caminar, poniéndose como objetivo 10.000 pasos al día. Junto con esto, optan por evitar alimentos hipercalóricos y procesados, volviendo a alimentos frescos.
La obesidad es un factor de riesgo para hospitalización y de empleo de ventilación mecánica en personas que han sufrido una infección por el virus de la gripe H1N1. Y en estos momentos se están empezando a generar datos que relacionan también la obesidad con la severidad de la infección por Covid-19 y un peor pronóstico.
El IMC y el peso es significativamente mayor en pacientes con una forma grave de infección por Covid-19. Entre los fallecidos con el virus, el 88,2 por ciento de los pacientes tenían un IMC mayor de 25, que es una proporción significativamente mayor que en los supervivientes (18,9%). También se ha observado en algunos estudios que la necesidad de ventilación mecánica se incrementa a medida que se eleva la severidad de la obesidad, siendo los obesos extremos los que presentan más riesgo.
La obesidad se asocia con una disminución del volumen de reserva espiratoria y la capacidad funcional del sistema respiratorio. En personas con obesidad abdominal, la función pulmonar se ve aún más comprometida si se encuentran en decúbito supino (por una disminución de los movimientos del diafragma, lo que dificulta la ventilación). Además, el aumento de las citocinas inflamatorias asociadas con la obesidad puede contribuir al incremento de la morbilidad asociada con la obesidad en las infecciones por Covid-19.
Pero, además, por analogía con otras infecciones respiratorias, se considera que la obesidad puede desempeñar un papel importante en la transmisión de la Covid-19. Por ejemplo, en el caso de la gripe A, la obesidad aumenta la duración de la eliminación del virus (el tejido adiposo puede servir como reservorio). En el caso del SARS-Cov-2, se ha comprobado que también puede infectar el tejido adiposo y luego diseminarse a otros órganos.