VALÈNCIA (EP/C.G.) La artista urbana argentina Tamara Djurovic ha fallecido en València, ciudad en la que residía desde hace años, según ha podido confirmar este diario. Hyuro, sobrenombre con el que pintaba, es una de las pocas mujeres artistas que ha conseguido abrirse paso en el campo del muralismo internacional, una firma que ha sido clave para explicar el arte urbano de los últimos años.
En los últimos 10 años Tamara ha recorrido medio mundo y ha desarrollado proyectos en Argentina, Brasil, México, Estados Unidos, Marruecos o Túnez, así como en gran parte de Europa. Aunque ha recorrido casi toda España, es en València donde ha desarrollado la parte más importante de su trayectoria, y aunque muchas de sus obras se han desvanecido con el paso de los años, todavía se pueden encontrar algunas de sus pinturas en el centro de la ciudad, en paredes de solares y tapias de edificios abandonados.
También se conservan tres de las paredes más icónicas de la ciudad: un homenaje a Jane Jacobs que pintó en 2019 en el barrio del Cabanyal; su participación en el proyecto Sense Murs, en el barrio de La Punta, con la figura gigante de una mujer defendiendo la huerta con tomates; y su intervención en la fachada del edificio de La Base, en la Marina, donde realizó una de sus conocidas escenas de multitudes.
Estos proyectos tienen un eje vertebrador que se repite en su obra, un especial interés por las cuestiones sociales. Precisamente, en 2016, firmó en Benimàmet un mural que se ponía el foco en las condiciones de los derechos fundamentales e inalienables de la persona, a través de la palabra "visibilizar", que iba degradándose del negro al blanco hasta desaparecer. Y es visibilizar una de las claves de gran parte de sus obras.
Y es que los murales de Hyuro destacan por la fuerza innata que reflejan las mujeres, a veces sin rostro, que luchan en su día a día por salir adelante, mujeres luchadoras que conforman un discurso reivindicativo, político y con perspectiva de genero. Una prueba explícita de ello es el trabajo que realizó en 2018 para la Mostra d’Art i Creativitat de Vila-real (TEST), una pieza que bajo el nombre Patriarcado suponía una crítica a la justicia patriarcal en la que presentaba la figura de un juez, sin pies ni cabeza, un sistema judicial que reproduce "todos los estereotipos y prejuicios de género que confluyen en la violencia sexual contra las mujeres".