El lejano e intencionadamente idealizado, 14 de abril de 1931, día en que se proclamó la II República en España, sigue siendo una fecha histórica edulcorada y mitificada con una letal dosis de maldad y puerilidad, pues los mismos que la proclamaron la destruyeron
El 14 de abril de 1931 es el día que pasará a la historia, como tantas otras fechas en un país con una fecunda vida, como el día en que se proclamó la II República en España. El sistema republicano como el monárquico son formas de organización estatal que pueden ser democráticas o no, de derechas o de izquierdas, positivas o negativas para los ciudadanos, es decir, frente a esa connotación/deformación de pensar que hay formas buenas per se y otras malas, lo primero que debemos entender es que el simple hecho de una u otra forma no garantiza acabar o no con los problemas que tiene un país.
La prueba irrefutable de esto la encontramos en las actuales monarquías europeas que ocupan destacados puestos en el índice de democracias plenas de 2020 como Dinamarca, Suecia, Noruega o España que están entre las diez primeras, con marcadores relacionados con la cultura política, procesos electorales y pluralismo o el funcionamiento del gobierno. Igual que el coste de una u otra forma puede ser más o menos elevado. En consecuencia, defender con razones de defensa de la democracia o de ahorro económico un sistema frente a otro es hacer trampa, es falsear la realidad. Se puede defender uno u otro sistema por simpatías y vínculos personales y por admiración hacia períodos históricos en que uno u otro sistema haya sido exitoso en una sociedad.
Aprovecho esta efeméride para recordar, como tantas veces se ha dicho y escrito, aunque muchos (quizá demasiados) no quieran reconocerlo, pese a que nada nos debería ir en ellos a los españoles de 2021, pero en cualquier caso recupero las palabras del hispanista Stanley G. Payne en una entrevista en 2019 cuando dijo refiriéndose a lo que sucedió tal día como hoy de hace 90 años:
“La idea de que los sublevados se levantaron contra un régimen perfectamente democrático es una mitificación persistente. Pero es que lo que existe en el siglo XXI no es la historia de España, sino simplemente la repetición de la propaganda republicana durante la Guerra Civil. Se dice que España era una democracia consolidada; que a lo mejor no era la democracia más idílica, pero que era una democracia al fin y al cabo… y de esa manera se sostiene que los sublevados se levantaron porque no quisieron aceptar una serie de reformas de izquierdas. Es una falsificación total. Se trata del último de los grandes mitos políticos de Europa de la primera mitad del siglo XX. Y persiste porque ha llegado a ser fundamental en el discurso de las nuevas políticas de la izquierda española en el siglo XXI.”
Creo que es un párrafo que describe el pasado y enlaza perfectamente con el presente. En los últimos años especialmente y auspiciado por algunos representantes políticos se ha intentado alimentar esta idea de manera artificial, pero tantas veces creando polémica y malestar y sobre todo mintiendo. Por un lado, y de la misma forma que sucede con el mito del independentismo catalán, se intenta vender que la solución al paro, la crisis económica o ahora dirían que a la emergencia climática, es una república, lo cual no solo es falso, sino que probablemente supondría un empeoramiento de muchos de esos problemas.
Por otro lado, y lo que constituye el núcleo más grave por lo que supone en cuanto a la negación de libertades y de la democracia como sistema político, es que los partidarios de un sistema republicano siempre lo hacen dando por hecho que así gobernarían partidos de izquierda y/o nacionalistas, como si automáticamente cambiaran la forma de pensar de los millones de ciudadanos que no votan ni votarían a esas opciones. Aquí enlazamos de nuevo con otra lección de nuestra historia, que recordaba el periodista Díaz Villanueva en una columna: “En noviembre de 1933, los socialistas y los republicanos de izquierdas exigieron al presidente de la República que anulara las recientes elecciones. Niceto Alcalá-Zamora se negó hasta en cuatro ocasiones. Los conspiradores pretendían cambiar las normas para asegurarse de que jamás volvieran el centro y la derecha a vencer en las urnas.” Sin entrara en el asesinato de José Calvo Sotelo, líder de Renovación Española, por parte del guardaespaldas de Indalecio Prieto, diputado del PSOE y ex ministro de Obras Públicas, que se considera el inicio del levantamiento.
La experiencia republicana en España fue, y así lo escribe la historia, dramática y caótica, una efeméride para recordar y aprender para no repetir nunca los mismos errores. Y aprovechando el reciente fallecimiento del Duque de Edimburgo, esposo de la Reina Isabel II y viendo el ejemplo de otra monarquía que es garante de una democracia plena como la británica, podemos decir en versión castiza aquello de ‘God save the King’.