Las empresas de la Comunitat Valenciana han expresado sus reticencias a la apertura generalizada de los establecimientos hoteleros. Resulta comprensible tal posición cuando el estado de alarma sigue en vigor, las rutas aéreas permanecen prácticamente cerradas y el retroceso de la pandemia es diferente según países. Añádase que en éstos se desconocen las normas de entrada y salida internacionales que regirán cuando el riesgo se encuentre suficientemente controlado y que la caída del PIB y del empleo en la Unión Europea y el Reino Unido retraerán la demanda de desplazamientos al exterior. Circunstancias que componen un cuadro ciertamente desalentador.
De otra parte, aun con las anteriores incógnitas despejadas, todo hotel percibe con preocupación el efecto que alcanzaría la detección de algún caso de infección por coronavirus entre su clientela y la obligación de sellar el establecimiento para aplicar la correspondiente cuarentena. Una circunstancia que dañaría su prestigio a partir de ese momento y que, aun tratándose de una incidencia controlada, podría ser pasto de la prensa sensacionalista, inyectando descrédito sobre el área turística donde tuviera lugar.
Siendo de peso las razones anteriores, también lo son las que arguyen la necesidad de que la flota hotelera valenciana no permanezca varada. El sector turístico, con un 14% del empleo, es uno de los grandes generadores de ocupación en la Comunitat Valenciana y, aun cuando se adecúe la duración de los ERTE a este delicado momento, lo deseable es que se incorpore con la mayor amplitud posible a la actividad productiva contando con la energía de los hoteles.
Éstos, al igual que la hostelería, ejercen una intensa influencia sobre las economías en las que se asientan. La mayor parte del empleo y buena parte de sus proveedores proceden de mercados locales o comarcales. Unas interrelaciones que convierten a ambos sectores en potentes motores para frenar el avance del paro en las áreas de mayor implantación turística. De otra parte, si la oferta hotelera echa el ancla, el mensaje que perciben los turistas, en especial los de origen internacional, es tan claro como demoledor: “cómo vamos a confiar en ir allí si ni siquiera ellos mismos se atreven a abrir sus hoteles?”.
Existe, pues, la necesidad de establecer una ruta para el “COVID-free” como eslogan añadido a las marcas turísticas de la Comunitat. Aquí también va a ponerse de manifiesto la capacidad de reacción de administraciones públicas y empresas. En una primera aproximación afluyen cinco objetivos: capacidad preventiva continuada de la presencia del coronavirus tanto en los establecimientos hoteleros como en los sectores vinculados; respuesta sanitaria de proximidad, inmediata y suficiente; acuerdos entre los países sobre protocolos de seguridad en frontera; reinicio de las rutas aéreas y control de los riesgos económicos.
Este último aspecto abre nuevas perspectivas de acción a las empresas hoteleras. Nos encontramos ante dos opciones: o bien cada empresa decide por sí misma el riesgo que está dispuesta a asumir o bien se mutualiza dicho riesgo. En el primer caso, cabe esperar que el grado de aversión a la apertura de los hoteles sea más intenso porque también lo son las consecuencias negativas de una apertura prematura o de una incidencia inesperada.
En la segunda, fundamentada en la actual situación extraordinaria, lo que se produce es una excepción temporal a la competencia mediante la auto-regulación en 2020 de la oferta, limitando ésta a un conjunto de hoteles que constituyan una representación de los destinos turísticos valencianos. Una apertura controlada y ordenada, cuyos beneficios y pérdidas recaigan sobre el conjunto del sector en lugar de hacerlo sobre empresas aisladas, con algún refuerzo financiero de las administraciones públicas vinculado a los índices de ocupación. Un marco de acción conjunta que presenta, además, la ventaja de que la administración sanitaria pueda conocer, en cada momento, la distribución de los residentes en hoteles y organizar sus propios recursos de forma ajustada a las posibles contingencias.
Conseguir este tipo de respuesta posibilita que la Comunitat Valenciana no desaparezca de la vista del turismo internacional en 2020; y, aunque sea con magnitudes modestas, este logro resulta relevante para superar las dimensiones de un turismo interior sobre el que recaerá la presión del conjunto de los destinos turísticos españoles. Es un modo de avanzar la siembra de 2021 en los principales mercados emisores europeos. Lo es para ganar, con un “COVID-free” basado sobre premisas prudentes, rigurosas y escaladas, un prestigio añadido en todo tipo de destinos. Lo es, finalmente, para evitar que uno de los primeros sectores de la Comunitat Valenciana permanezca en barbecho más de lo necesario y lastre la recuperación del empleo.