VALÈNCIA. Solucionar problemas sociales o medioambientales se ha convertido en la premisa principal de un número cada vez más grande de emprendedores que deciden volcar sus esfuerzos en forjar un mundo mejor. Entre ellos está el valenciano Iker Marcaide, fundador de PeerTransfer -ahora Flywire-, una tecnológica de pagos internacionales que está a punto de convertirse en uno de los pocos 'unicornios' españoles -empresas valoradas en más de 1.000 millones de dólares-.
Tras la salida de Marcaide de la compañía en 2014, el ingeniero valenciano creó Zubi Labs, un proyecto con el foco puesto en impulsar empresas con valor social. Su primer proyecto fue el colegio Imagine Montessori School al que le siguió la proyección del barrio La Pinada. Ahora, el camino iniciado es el de un social venture building, una compañía impulsora de nuevas empresas que puedan prestar servicio tanto al futuro barrio como a otros clientes y en las que caminarán de la mano de emprendedores que se quieran unir al proyecto.
"Cuando fundé Zubi Labs era para resolver retos sociales y ambientales a través de las empresas que creáramos", explica Marcaide. "Empezamos con el colegio donde la motivación de los tres cofundadores eran nuestros hijos pero quisimos hacerlo extensible al resto de niños. Cuando encontramos el sitio idóneo -en Paterna- el suelo era 10 veces más grande de lo que nosotros estrictamente necesitábamos y pensamos en el barrio", recuerda.
Partiendo de esta nueva idea decidieron comprar el suelo con la intención de reinventar el concepto de ciudad y empezaron a definir el barrio con un proceso de co-creación donde inspirar un cambio en la reinvención de las ciudades, un espacio urbano que todavía no tiene fecha de puesta en marcha. Sin embargo, ahí fueron conscientes de las dimensiones que tiene un barrio, desde la movilidad a la economía circular, energía, agua, procesos de construcción, materiales o calidad ambiental. Con tantas aristas, decidieron poner en marcha spin off con las que poder cubrir sus necesidades pero también las de terceros.
Con esta nueva perspectiva entró en su equipo Virginia Sánchez, ex directora de Proyectos de Demium Startups en València, quien asumió la misión de dar forma a las nuevas oportunidades detectadas más allá del colegio y el barrio para así convertirlas en realidad. Para ello contratan equipos de emprendedores alineados con los valores del proyecto a través de Zubi New Ventures, a los que pagan un salario mínimo para que puedan enfocarse en la nueva compañía y quienes se quedan un 30% de la sociedad.
"La idea es crear equipos motivados que nosotros financiamos. De hecho, nosotros también somos parte en la ejecución", asegura Marcaide, quien señala que este modelo es una forma de emprender, pero con un riesgo más moderado al ser ellos los que ponen las ideas y previamente las analizan. Y es que para que los emprendedores no empiecen desde cero primero cotejan que tiene sentido el modelo con un producto mínimo viable.
A partir de ahí validan durante tres meses las ideas para después decidir si constituir la empresa y seguir adelante y, tras el lanzamiento, siguen trabajando junto a ellos. Durante la primera fase de crecimiento de la compañía invierten entre 250.000 y 500.000 euros y están abiertos a más inversores que no solo busquen una rentabilidad económica, sino también crear un valor ambiental y social. En total, su equipo ya asciende a 70 personas.
De momento, son tres los proyectos que tienen en marcha. Uno de ellos es Aguas Medita, dedicado a desplazar los plásticos de un solo uso, como las botellas de agua. "Aprovechamos el agua de red y colocamos equipos de purificación y filtración para que no se tenga que transportar el agua. Se trata de evitar el problema del plástico y el movimiento del agua desde un manantial, además de la huella de carbono", explica Marcaide.
El segundo de los proyectos es Cocircular, enfocado a revalorizar residuos de la construcción dentro del proceso de economía circular. "Vamos a construcciones o promociones, recogemos los residuos, los separamos, los mandamos a las gestoras que son capaces de revalorizarlo y luego generamos un nuevo producto", explica Sánchez. Aunque el pensamiento inicial era utilizar el servicio para los residuos generados por la obra del colegio, ya tienen promotoras interesadas en dar una segunda vida a los restos generados en sus construcciones.
De momento, el tercer y último desarrollo es una agenda de ocio familiar para que los padres puedan hacer actividades de ocio y educativas con sus hijos y despertar sus inquietudes. "Vamos a calidad y no a cantidad", aseguraba Marcaide, quien señala que no hay un objetivo marcado de puesta en marcha de compañías y que la intención es conseguir que, las que se creen, tengan impacto.