VALÈNCIA. El neerlandés Fabio Jacobsen (Deceuninck Quick Step), el mismo ciclista que salvó la vida hace un año tras sufrir un grave accidente en la Vuelta a Polonia, se sacó un merecido doblete de La Manga del Mar Menor ganando al esprint en la octava etapa, jornada calurosa que salvó el esloveno Primoz Rogic con el maillot rojo intacto.
Jakobsen (Gorinchem, 24 años) renació en Molina de Aragón el pasado martes, y en La Manga confirmó su regreso feliz a la vida ciclista y personal. Ganó con autoridad en duelo con el italiano Alberto Dainese (DSM) y el belga Jasper Philipsen (Alpeccin-Fenix), todos con el tiempo de 3h.36.05 en el trayecto de 173,7 km. Segunda victoria para Jakobsen en esta edición, la cuarta en la Vuelta, ya que en 2019 remató con acierto en El Puig y Madrid. De esta forma empató a 2 con el belga Philipsen, y de pasó le arrebató el jersey verde de líder por puntos.
En el negociado de favoritos, sin novedad. Todos rodaron para pasar página sin percances, pasando el protagonismo a los velocistas, y esperando la montaña almeriense del domingo. Roglic vive tranquilo de rojo. Le siguen en zona de podio el austríaco Felix Grosschartner (Bora-Hansgrohe), a ocho segundos; y el español Enric Mas (Movistar), a 25.
El sol caía a plomo en Santa Pola, punto de partida de la etapa costera. Una jornada llana, idónea para el lucimiento de los esprinters, una oportunidad para los que aún no han levantado los brazos, y un día de tregua para los favoritos, pensando en el ascenso del domingo a Velefique. Calor húmedo de pánico. Algunos, como el maillot blanco Egan Bernal, improvisaron una ducha con agua helada.
¿Quién dijo miedo? En la carretera nunca faltan los valientes. Tres ciclistas vascos se largaron de salida: el barbudo vizcaíno Ander Okamika (Burgos-BH) y los guipuzcoanos Bagües (Caja Rural) y Mikel Iturria (Euskaltel-Euskadi). Los de siempre. Sabían los rebeldes que no iban a llegar a La Manga con opciones, pero los equipos invitados se entregan en las fugas para dejarse ver y justificar su presencia; y si suena la flauta, hecho improbable, pues mejor. Los tres terminaron su viaje a 35 kilómetros de meta, reducidos por un pelotón que ya iba calentando motores para el esprint.
El pelotón entró lanzado en la lengua de tierra de La Manga del Mar Menor, donde había ruido reivindicativo, de indignación social por la contaminación de las aguas marítimas que en algunas zonas está exterminando a los peces. "SOS Mar Menor", rezaban las pancartas de ciudadanos y veraneantes indignados. La Vuelta les puso un altavoz para la problemática ecológica, para unos consecuencia del calor de los últimos días, para otros es culpa de la anoxia, falta de oxígeno en el agua del mar provocada por la contaminación de las aguas que proviene de las aguas de drenaje de los cultivos intensivos del Campo de Cartagena, que llegan a la laguna cargadas de nitratos.
Con las pintadas al respecto eliminadas antes de la llegada de los ciclistas, el pelotón llegó lanzado a La Manga, con los alicientes intactos. Philipsen quería el triplete, Jakobsen el doblete, y otros, como el francés Demare y el colombiano Molano suspirando por su estreno. El Deceuninck montó su "treno" azul desde lejos, atajó un intento efímero de Jetse Bol (Burgos) y controló los movimientos del Bora y Groupama.
Jakobsen solo tuvo que esperar su momento. Cuando vio salir a Philipsen metió la directa. La que le llevó a alzar los brazos de nuevo. Una victoria mayor en el Mar Menor, una joya a pesar de todo. Este domingo se disputa la novena etapa entre Puerto Lumbreras y el Alto de Velefique, con un recorrido de 188 km, jornada de montaña con cuatro puertos y un desnivel acumulado de 4.500 metros. Los favoritos a escena. Las principales dificultades serán el Alto Collado Venta Luisa (1a) y el final en Velefique, puerto de categoría Especial de 13,2 km al 6,4 por ciento.