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cultura asiática

K-literatura: algunos libros para adentrarse en Corea, el país de moda

3/02/2020 - 

VALÈNCIA. Corea del Sur está de moda. Primero fue China, luego Japón y ahora es la cultura coreana la que poco a poco se ha convertido en mainstream hasta estar en boca de todos: la película Parasite es la gran revelación de los festivales, el K-Pop y las telenovelas juveniles coreanas -con la boy band BTS a la cabeza- causan furor entre los adolescentes y cada vez abren más restaurantes en las ciudades. Los primeros productos culturales que nos llegaron del pequeño país asiático, a caballo entre los gigantes culturales ya citados, fueron las películas de directores tan sugestivos y perturbadores como Chan Wook-Park (Old Boy, Sympathy for Lady Vengeance…), Kim Ki-Duk (Hierro 3, La isla…) o el director de moda Bong Joon-Ho (The Host, Parasite…). Un cine con extrañas e hipnóticas historias y una altísima producción. La música fue después colándose poco a poco en España. Tras el J-pop japonés, que no acabó de calar en nuestro país, llegó el K-pop. El gran éxito de Gangnam style de PSY fue solo el comienzo de una pasión por la música y los bailes surcoreanos que se puede ver actualmente en patios de institutos y plazas públicas donde muchos amantes de este estilo se reúnen para bailar. La gastronomía, muy apreciada en Asia y muy distinta a la de sus vecinos, es el último descubrimiento de los que buscan nuevos sabores. Si hace un par de años nadie sabía qué era el kimchi o que la barbacoa coreana se come envolviendo carne y verduras en hojas de lechuga o sésamo, ahora, gracias a los cada vez más numerosos restaurantes del país, nos estamos convirtiendo en expertos en esta gastronomía llena de encurtidos, sopas y vegetales cocinados de mil maneras.

Si hace falta una prueba del interés que suscita este país, solo hay que mirar a nuestro alrededor: Corea empieza a ser un destino turístico habitual.

La literatura coreana

Por último, ha llegado la literatura. Había varios libros de memorias de exiliados de Corea del Norte, pero apenas traducciones de su vecina (y menos exótica, a priori) Corea del Sur. La vegetariana de Han Kang fue la novela encargada de abrir una puerta a los escritores surcoreanos. Esta novela sutil y un tanto desconcertante, cargada de simbolismo y belleza, puede servir de entrada a la literatura del país asiático. Al igual que ocurre con los protagonistas de sus películas, la violencia y la poesía se unen en los personajes. Nos sentimos atraídos por estos seres atormentados y perdidos, lidiando entre sus pasiones y sus responsabilidades. Y no es de extrañar que esta dualidad aflore en un país de moral muy conservadora que ha abrazado un capitalismo hipercompetitivo. La presión social ha convertido Corea del Sur en uno de los primeros países en índices de suicidio. Los estudiantes estudian doce o trece horas diarias para sacar buena nota en Selectividad y entrar en una buena Universidad. Los trabajadores tienen como hora de salida la que el jefe decida pues nadie puede irse a casa antes que su jefe. Además, las relaciones personales cuentan con una alta dosis de hipocresía: todo tiene que parecer perfecto en tu vida. Y, si puede ser, más perfecto que en casa de tu vecino. Cuando en la novela de Han Kang, la protagonista decide hacerse vegetariana, esto desencadena su progresivo aislamiento de una sociedad que no comprende su decisión, que desea que ella sea como los demás. Su excentricidad al salirse de la norma, aunque pequeña, genera extrañeza, violencia, deseo… 

Tal vez La plaza, de Choi In-Hun una de las novelas clásicas surcoreanas que se estudia en sus centros educativos, nos ayude a entender la mentalidad de este país. Es una novela sobre la posguerra (recordemos la guerra de las dos Coreas en 1950), un acontecimiento traumático que destrozó el país y la moral de los coreanos. Su protagonista, estudiante de filosofía, es el típico personaje que no encaja, que se siente desencantado por todo y critica su país desde una superioridad moral. No entiende el capitalismo que avanza en Corea del Sur de la mano de Estados Unidos y se va a Corea del Norte, donde ve que los ideales del comunismo han sido traicionados por sus gobernantes. Transita esquizofrénico y partido (como el mismo país) entre ambas Coreas y acaba transformado en un monstruo amoral… La amoralidad como signo de la alienación moderna, así como la búsqueda de lo auténtico en una sociedad muy cuadriculada (confucionista) donde es difícil salirse de la norma son temas recurrentes en su literatura.   

El regalo del ave de Eun Hee-Kyung es una novela que cuenta la niñez de la autora (probablemente autoficción) y le sirve para hablar de la Corea justo anterior al país rico e industrializado que ahora conocemos. La Corea rural de los años 60, tras la guerra civil, vive en la pobreza. Es un lugar degradado en muchos aspectos: violaciones, machismo, hipocresía, fanfarronería, inmorales que quieren medrar a cualquier precio… Los ojos de una niña nos cuentan, con una importante carga crítica e irónica, ese mundo tradicional que vivieron los más viejos del país. Y es que Corea es uno de los lugares del mundo donde el abismo generacional es más grande. El mundo de los jóvenes no tiene nada que ver con el de sus abuelos. En un par de décadas han pasado de ser uno de los países más pobres y subdesarrollados del mundo a convertirse en una de las primeras potencias comerciales. Y eso ha dejado muchas secuelas e inercias difícilmente comprensibles desde fuera. 

Los años ochenta, tras la muerte del dictador que gobernaba el país (la novela Actos Humanos de Han Kang cuenta uno de los episodios más oscuros del final de esta dictadura) son el comienzo de la nueva Corea, muy influida por Estados Unidos con quien desde la guerra mantiene un fuerte contacto. Si bien el país ya se estaba recuperando económicamente, abrazado a las ideas neoliberales que también hicieron prosperar Japón, la censura permite a los creadores ser más libres. La novela Tengo derecho a destruirme de Kim Young-Ha encaja perfectamente con la literatura occidental de la época. Estilo directo y frío. Realismo sucio. Narrador misterioso y amoral: aunque su amoralidad sirve de nuevo para criticar la propia falta de valores del mundo capitalista. Su voz va saltando de unas historias a otras de forma libre y algunas de las anécdotas que cuenta son absolutamente geniales. En esta novela podemos encontrar muchos de los ingredientes del cine coreano: violencia y tristeza, sexualidad y soledad, personajes perdidos...

Similar a la anterior es La vida secreta de las plantas de Lee Seung-u, aunque cuenta con una mayor carga simbólica. El mundo que refleja es tan perturbador como el del cine coreano. La novela empieza de forma inquietante con un hombre que mete a una prostituta en el coche sin que ella sepa a dónde van, a la vez que una madre se dirige al burdel con su hijo sin piernas cargado a la espalda. Una historia de amores frustrados y deseos silenciados. Porque por debajo, tras la apariencia sucia de algunas narraciones, laten historias muy humanas y llenas de desesperación.

La espiritualidad coreana, como no puede ser de otra forma, también se abre camino en nuestro país. Libros de meditación como El sitio donde te conviertes en la Verdad es el verdadero de Woo Myung nos hablan de cómo liberarte de las “fotografías” que has ido haciendo durante toda tu vida y que has archivado en tu cabeza como la Verdad, cuando solo son una visión sesgada de la verdad, demasiado dependiente de las emociones del momento. Propone un camino de desprejuicios hasta la empatía y la comprensión de los demás sin ningún juicio de valor. Intentar entender al prójimo y a nosotros mismos, siempre presionados por las miradas ajenas, las responsabilidades, las expectativas...   

Corea vista desde fuera

El libro Crónicas de la era K-Pop de Fernando San Basilio (escrito durante su estancia en la residencia coreana Toji que cada año escoge a un escritor español) puede servir como puente para entender la cultura coreana desde una mirada que nos vaya traduciendo. Con el hilo conductor del café y la proliferación en el país asiático de cadenas de cafeterías tipo Starbucks, va contando la visión de un español ante la cultura coreana. Con mucho humor. Este extrañamiento del narrador es su mayor baza y al mismo tiempo lo más criticado por los coreanos o residentes de larga duración en Corea que han leído la novela. Todos con los que he hablado coinciden en que el autor apenas ha entendido la cosmovisión coreana y sus apreciaciones son eurocentristas, por lo que su Corea es la Corea-vista-por-un-europeo. El exotismo se muestra como exotismo. 

Por último, y probablemente si has llegado hasta aquí, lo que vas buscando, recomendaré Corea: apuntes desde la cuerda floja del escritor colombiano afincado en Seúl, Andrés Felipe Solano. El escritor cuenta un año de su vida en la ciudad, donde trabaja y convive con su esposa coreana. Su libro mezcla las vivencias personales con la crónica y el libro de viajes. No hay folklorismo ni malinterpretaciones típicas de la mirada turista. Al contrario, cada página rezuma un gran conocimiento de la cultura coreana que se va mostrando tanto en las pequeñas anécdotas de su vida cotidiana como en las historias y apuntes sobre tradiciones, comida, cine, literatura, música, mundo laboral, relaciones personales… Un libro imprescindible para adentrarse en la cosmovisión del país de moda. Para apreciar su belleza y sus contradicciones. Si lo que te interesa es entender un poco mejor qué es Corea, este es el libro por el que deberías empezar. 

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