A juicio del experto del director Global de Mercados de Capitales no solo se deberá aplicar en la selección de valores individuales sino también en la rotación entre clases de activos
MADRID. 2020 va a ser un año de decisiones. Decisiones sobre la evolución de la economía. ¿Habrá una maniobra de aterrizaje suave, uno brusco o un aterrizaje forzoso (recesión)? Decisiones sobre la política monetaria. ¿Tipos de interés aún más bajos, dinero todavía más barato? Decisiones sobre las incertidumbres geopolíticas. ¿Saldrá confirmado en su cargo el presidente Trump? ¿Habrá un sucesor/sucesora? ¿Cómo se desarrollará el conflicto comercial mundial? ¿Se producirá un Brexit ordenado?
En lo que se refiere a la economía, somos cautelosamente optimistas ante el nuevo año. Es previsible que la economía siga desarrollándose por debajo de su potencial, acompañada de una desaceleración del crecimiento en Estados Unidos, con un riesgo simultáneo de que se acentúe el impacto del conflicto comercial sobre la economía.
La política monetaria sigue siendo expansiva y debería apoyar a los mercados de renta variable en su conjunto. Al menos en Estados Unidos la Reserva Federal (Fed) se implica y sigue de cerca la tendencia económica. Por su parte, la actitud del Banco Central Europeo (BCE) es mucho menos resuelta. Una nueva actuación sobre los tipos de interés sería únicamente una sorpresa negativa, ahora que el banco central ha señalado con mayor insistencia (o, mejor dicho, por primera vez) que su política tiene consecuencias no deseadas, por lo que al mismo tiempo ha reclamado medidas fiscales.
Cualquiera que sea la evolución por ese lado, se dispone de una liquidez más que abundante. En cambio, apenas se observa una propensión a aumentar el consumo o la inversión. Sobre esto cabe recordar la frase del antiguo ministro de Economía de Alemania, Karl Schiller: "Se puede llevar a los caballos al abrevadero, pero son ellos mismos los que tendrán que beber".
Los tipos de interés negativos nos seguirán atormentando. La geopolítica crea incertidumbre. En todo caso, es probable que haya volatilidad, y aquí se confirma la validez de la siguiente máxima: gana la gestión activa. Si bien es probable que el rendimiento del mercado (beta) sea moderado, es esta gestión activa la que deberá proporcionar alfa, si tenemos en cuenta que los tipos de interés negativos seguirán erosionando los activos de los inversores. Los bonos con rendimientos negativos suponen un importe de 12,4 billones de dólares estadounidenses, y ni siquiera hemos mencionado todavía la inflación.
La gestión activa se deberá aplicar no solo en la selección de valores individuales, sino también en la rotación entre clases de activos. Al mismo tiempo, se hace evidente que los mercados están en modo 'entrando y saliendo del riesgo' (risk on/risk off), es decir, que ya no existe la sincronización de clases de activos observada a menudo en el pasado sino más bien una mayor interacción (swap-and-change approach). En este contexto pueden resultar convenientes las soluciones de activos múltiples. ¿Y por qué no incorporar un tema estructural como la inteligencia artificial? Por cierto, se acerca la temporada de dividendos. Una vez más, la distribución de ganancias empresariales debería mostrar de nuevo su carácter de amortiguador.
Hans-Jörg Naumer es director Global de Mercados de Capitales e Investigación en Allianz Global Investors