MADRID. Una de las estadísticas económicas más interesantes últimamente han sido los datos de septiembre de los precios de producción en Estados Unidos. La inflación básica, que no incluye los volátiles precios de los alimentos ni de la energía, ha caído hasta el 1,4% interanual en el caso de los bienes y servicios finales. Esta cifra contrasta con la tasa de crecimiento superior al 2% que se registraba a finales de 2018. Los datos solo se refieren a un mes pero, aun así, resultan preocupantes. Sobre todo si nos fijamos en las fuentes de debilidad.
Los observadores del mercado ya se han acostumbrado a que el sector manufacturero estadounidense lance numerosas señales de debilidad. Sin embargo, esta vez la principal fuente de debilidad fue el sector servicios, donde los precios cayeron un 0,2% en septiembre tras haber aumentado un 0,3% en agosto.
Otro factor importante fueron los precios de distribuidores y comercios minoristas. Como señala el U.S. Bureau of Labor Statistics, casi la mitad de la caída de los precios de bienes y servicios finales corresponde al segmento de las ventas al por mayor de maquinaria y vehículos, donde cayeron un 2,7%. Otros bienes y servicios cíclicos también sufrieron caídas de precios. Es el caso de los camiones ligeros y diversos productos químicos, así como de los servicios de transporte y almacenamiento.
Para el sector corporativo estadounidense, y para sus accionistas, la aparente falta de poder de fijación de precios de los sectores cíclicos se produce en un momento crítico. A largo plazo, podría traducirse en márgenes más bajos y, en consecuencia, en un menor crecimiento de beneficios. Además, el comportamiento de muchos sectores está relacionado, normalmente con cierto desfase temporal. Por ejemplo, los fabricantes de bienes, que se están viendo afectados por la 'guerra comercial', acabarán reduciendo su demanda de ciertos servicios.
Asimismo es posible que los concesionarios de coches, que se han visto obligados a rebajar el precio del inventario que les queda, encarguen menos coches el mes que viene, lo que acabará perjudicando al transporte de mercancías y a los fabricantes de coches. Además, según las estadísticas oficiales, los beneficios de las empresas llevan varios años perdiendo fuelle, tal y como ilustra nuestro 'Gráfico de la Semana'. Si los precios de producción básicos también empiezan a reducirse, no será una buena señal para la rentabilidad de las empresas.
Christian Scherrmann es economista para Estados Unidos en DWS