Gisela Ruiz, Ainhoa Ortuño y Sergio M. Montes conversan sobre la situación de los actores emergentes: la pandemia, la dificultad para acceder al mundillo... Pero también hablan de la pasión, de la emoción que les produce estar sobre las tablas y de la necesidad de tener inteligencia emocional para dedicarse a la interpretación
VALÈNCIA. Los jóvenes actores tienen mucho que decir. Se enfrentan a multitud de asuntos: su formación como artistas, el hecho de darse cuenta de que en el mundo actoral nadie te regala nada, la incerteza de verse recién salido de la carrera para darse de bruces contra un sector de dificilísimo acceso y precariedad crónica… Y todo ello potenciado por la pandemia, que ha mermado las escasas oportunidades que tenían antes.
Sin embargo, la interpretación es un oficio vocacional. Y pese a ser plenamente conscientes de todos esos problemas, los jóvenes actores no dejan de buscarse la vida. Culturplaza conversa con tres de ellos. Actores veinteañeros y emergentes que contra todo pronóstico se mantienen en pie, aquí y allá, pasando de un papel de figurante a otro de actor secundario, o bien haciendo spots de publicidad. Son Gisela Ruiz, Ainhoa Ortuño y Sergio M. Montes.
Durante algo más de una hora, cuentan cómo es el mundo actoral. Se enfrentan a constantes dificultades, pero los tres van haciéndose hueco a base de constancia. Sergio lleva encima de un escenario prácticamente desde que tiene uso de razón. Sus padres le apuntaron a teatro con seis años “porque era un chaval muy tímido”. Estudió en la Escuela del Actor, ha pasado por la Escuela Off y ha cursado la carrera de arte dramático. En cuarentena se le pudo ver en un spot publicitario de concienciación acerca del coronavirus y en un anuncio de Fabada Litoral. Ahora lleva la producción ejecutiva del cuarto curso de la Escuela del Actor, y hace poco hizo un papel secundario en una producción neoyorquina.
Gisela y Ainhoa también han estudiado en la Escuela del Actor. Gisela explica que disponen de muy pocas plazas en la enseñanza pública, así que la mayoría tiene que recurrir a la enseñanza privada. Ha hecho papeles pequeños en la película Lucas y en un cortometraje llamado Ataraxia que estuvo en la sección de talentos emergentes de la pasada edición de Cinema Jove. Dentro de poco, empezará con un nuevo proyecto cinematográfico llamado Lamento.
Ainhoa, por su parte, apareció como actriz secundaria en la película Me llamo Gennet y en la serie de À Punt 69 raons. También estuvo en la serie Paraíso, de Movistar+. Desde pequeña ha tenido muy claro que le encanta actuar delante de la gente. Explica que una de sus mayores metas es hacer teatro en valenciano. Durante la pandemia dio vida a su primer texto propio, que, según indica, llevará pronto a las tablas si todo va según lo previsto.
El pasado marzo, la Fundación AISGE lanzó un informe que arrojaba que el 97% de los actores españoles han situado sus ingresos durante la pandemia “por debajo del umbral de la pobreza”. Ainhoa, Sergio y Gisela sintieron una gran incerteza cuando la pandemia estalló. Perdieron oportunidades laborales interesantes y, a partir de aquello, la situación se ha vuelto, si cabe, peor que antes.
Gisela: Al quedar todo paralizado, muchos proyectos se quedaron en el aire. Para nosotros, que somos emergentes, la situación está fatal. Algo que ya costaba mucho de por sí, ahora es casi imposible. A nivel emocional afecta mucho.
Sergio: El tiempo que estuvimos confinados me sirvió para que aclarara un poco mis ideas. Pensé en mí, en mi futuro. Conseguí el papel secundario de el spot de concienciación social Si la lías tú, la liamos todos, pero poco más. València, ya de por sí, tiene poco trabajo audiovisual. A eso súmale todas las producciones que habrían venido a rodar a València pero no pudieron hacerlo por el cierre perimetral.
Ainhoa: Es cierto que, anímicamente, fue un bajón. Pero, para mí, la cuarentena también fue un descubrimiento. Empecé a escribir y ahora se está levantando un proyecto que he escrito yo. De no haber existido la pandemia, no sé si habría descubierto esta parte de mí.
Sergio: Para profesionales que todavía no estamos muy metidos en el sector está siendo muy difícil. Todavía estamos en el subsuelo de nuestra carrera profesional y nos hemos tenido que sacar las castañas del fuego solitos.
Ainhoa: Entiendo que desde dirección, ante una situación así, cojan a gente conocida. Ellos también quieren salvar los muebles. Pero podrían ayudarnos un poco más. Al fin y al cabo, nosotros somos el futuro del sector. Muchas veces cogen a influencers de TikTok y les dan un papel protagonista. Nosotros estudiamos y peleamos cada día. Tenemos más ganas que nadie.
Sergio: Eso es porque València, en ese sentido, es una ciudad un poco cómoda. Se nos llena la boca hablando de que estamos al nivel de Madrid o Barcelona, pero luego, a la hora de la verdad, nadie se moja. No se apuesta por la juventud. No obstante, tenemos festivales como Cabanyal Íntim, Russafa Escènica o el 10 Sentidos que sí lo hacen. Hay muchos castings que se hacen por hacer. Ya tienen claro a quién van a coger, lo hacen por quedar bien. Y al final siempre ves a los mismos actores.
Las cifras en desigualdad de género son impactantes. Según el Informe CIMA de 2018, del cómputo global en producción, tan solo un 31% son mujeres. En dirección y guion solo un 20% y, durante ese año, tan solo un 37% de los papeles protagonistas eran interpretados por mujeres. Son unos números que llaman todavía más la atención si se tiene en cuenta que en España hay más actrices que actores.
Gisela: Muchas escuelas imponen el requisito de mitad hombres y mitad mujeres. En la mayoría de escuelas, al haber menos chicos que chicas interesadas en acceder, los hombres siempre tienen más posibilidad de entrar. Necesitamos que se dé mayor visibilidad a nuestro trabajo.
Ainhoa: Y no solo eso. En los castings, a las mujeres se nos mira más. Tenemos que ser siempre perfectas. Si no eres el perfil perfecto y estereotipado, muchas veces te descartan al momento. El otro día me llegó un correo de un casting que decía: “Se buscan mujeres obesas”. ¿Es necesario? Luchando contra esto se podría ganar mucho.
Gisela: Desde mi experiencia, cuando una mujer dirige o produce se nota que tiene una perspectiva mucho más global y abierta. Las últimas producciones más importantes han sido de mujeres. Eva Leira y Yolanda Serrano han trabajado con Almodóvar, con Amenábar, han llevado los castings de Patria, de Veneno… Y no se les da el reconocimiento que merecen.
Llama la atención que pese a la inestabilidad y la desigualdad del sector, en sus miradas predomine la pasión y no el hartazgo. Los tres tienen muy claro que quieren ser actores, y coinciden en algo importante: “La interpretación es pura resiliencia”.
Sergio: Yo siempre he querido ser actor y al principio renegaba de la producción. Pensaba que no me serviría de nada, pero al cursar asignaturas sobre el tema me di cuenta de que la producción te ayuda mucho, también como actor. Dicen que quien mucho abarca, poco aprieta. Yo creo que es al revés. Por otro lado, hay mucha gente que no tiene el ímpetu necesario. Piensan que van a terminar la carrera y les van a llover los trabajos. Eso es una farsa. Tienes que empezar desde abajo. Primero conseguirás algún papelillo en figuración. Poco a poco te conocerá algún director, empezarás de secundario y, muy lentamente, irás subiendo. Esta profesión es la menos estable del mundo, tanto a nivel económico como emocional, pero es maravillosa.
Gisela: A mí me gustaría no solo trabajar para alguien, sino para mí misma. Me fijo en mujeres como Esmerald Fenell, que acaba de ganar el Oscar a mejor guion por Una joven prometedora. ¡Esa película se grabó en 27 días! Me gustaría contar mis historias. Algo que te da la interpretación es la visión amplia de las cosas. También me gustaría escribir. Se nota muchísimo cuando quien te dirige es también actor. Ofrece una forma de trabajo mucho más libre, menos encorsetada. El proceso creativo es mucho mayor.
Los tres están de acuerdo en otro asunto: el arte es una vía óptima para reivindicar una causa. A su situación incierta y sus ganas de comerse el mundo, le acompaña también el propósito de lanzar mensajes con su trabajo.
Ainhoa: Los jóvenes somos esponjas, absorbemos todo lo que pasa. El arte es la herramienta que tenemos nosotros para defender a las personas. La interpretación, por otro lado, es una forma de libertad. No debería tener límites. Sin juicios, ni tabúes. Se debería poder hablar de todo.
Gisela: Subirte a un escenario o estar en un set de rodaje es como coger un megáfono y lanzar un mensaje. El arte siempre va a estar arraigado a la denuncia. Y nosotros tenemos que contar lo que ocurre, tenemos que actualizarnos constantemente. Las maneras de crear cambian constantemente. A nivel escénico, es muy distinto el panorama de hace diez años al actual. El arte evoluciona.
Sergio: Lo que me encanta de mi profesión es hacer pensar, pero el arte también puede servir para evadirte. No busco una reivindicación concreta con mi manera de actuar, pero lo que sí sé es que la interpretación es un escaparate para reivindicar. Ayuda a que pasemos de cabezas cuadradas a cabezas redondas. Por otro lado, para poder ser actor hay que tener la mente bien puesta. Exige muchísimo esfuerzo emocional. Hay veces que, al interpretar una emoción muy extrema, si no lo haces bien, te puede pasar factura. Puede ser peligroso. Hay que saber separar tus emociones encima y debajo del escenario.
Ainhoa: En ese sentido, creo que un actor debe aprender a ser muy técnico a la hora de actuar. Si no lo es, podrá hacerlo muy bien, pero no sabrá cómo gestionar sus emociones para llevar a cabo el personaje. Yo suelo hacerme un esquema mental muy detallado de la vida de mi personaje. Busco conocerlo y conocerme a mí misma dentro de él.
Gisela: El modus operandi a la hora de prepararte un papel cambia dependiendo de muchas cosas. Este oficio tiene dinámicas muy distintas según la situación. Dependes de la persona que dirige, de cómo quiere contar su historia, de tu propio momento personal… Son muchas cosas. Hay que tener la cabeza bien amueblada para asumirlo todo y saber que actuar es un aprendizaje constante.
Sergio: Para entrenarme muchas veces escojo escenas cotidianas, de la calle, y trato de reinterpretarlas. Intento naturalizarlo todo. Y en mogollón de ocasiones la realidad supera la ficción. Es interesante ponerte en la piel de una persona real y recrearla mediante esta técnica.