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MÁS IMPACTO SI EL PADRE ES EL QUE FUMA

Los niños que viven en hogares donde se fuma reciben una dosis anual de nicotina equivalente a fumar unos 150 cigarros

23/10/2018 - 

VALÈNCIA. (EP). Los niños de hogares fumadores recibirían una dosis de nicotina total anual equivalente a fumar 60-150 cigarrillos al año, según ha alertado el área de tabaquismo de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) con motivo de un estudio publicado en su revista 'Prevención del Tabaquismo', donde se demuestra que estos menores, debido a su exposición al humo del tabaco ambiental, presentan más infecciones respiratorias de las vías altas y bajas, así como consultas e ingresos hospitalarios respecto a los niños que viven en hogares sin fumadores.

"Los efectos del tabaquismo pasivo se conocían desde 1928, pero no fue hasta 1970 cuando los científicos y los clínicos empezaron a mostrar interés ante los efectos del humo ambiental tras comprobarse, cada vez con más estudios, que resultan nocivos para la población y, en especial, para los niños, que son la población más vulnerable", ha comentado la directora de la revista y neumóloga del Hospital Fundación Alcorcón de Madrid, Eva de Higes.

De hecho, diferentes estudios ya han demostrado que la exposición al humo de tabaco ambiental (HAT) durante la infancia se asocia a un incremento del riesgo relativo de presentar infecciones agudas del tracto respiratorio, otorrinolaringológicas y asma.

Ahora bien, para evaluar los efectos del tabaquismo pasivo en la infancia, en particular de los cero a los 3 años, se ha realizado un estudio retrospectivo transversal, en las consultas de pediatría de atención primaria del Centro de Salud Artilleros, de Madrid, en el que han participado un total de 150 niños, de los cuales el 56,7 por ciento han sido niños y el 43,3 por ciento niñas.

Del total de niños estudiados, el 43,3 por ciento ha presentado exposición al HAT, de los cuales el 61,5 por ciento fueron niños y un 38,5 por ciento niñas. De los niños expuestos al HAT, el 56 por ciento lo estuvieron por tener un padre fumador, el 27,8 por ciento por madre fumadora y hasta un 15 por ciento por cuidador principal.

Asimismo, los resultados en cuanto al hábito tabáquico de los adultos que conviven con los niños fueron que un 37 por ciento de los padres se declararon fumadores, frente al 26 por ciento de las madres (la suma del 19 por ciento que fumó en la gestación y el 7 por ciento que no fumó en la gestación) y el 46 por ciento de los cuidadores principales.

"Estos datos son el reflejo de que existe un elevado porcentaje de fumadores en hogares con niños y un porcentaje elevado de mujeres gestantes que continúan con su hábito durante la gestación, así como fumadores en el grupo de cuidadores principales. Según este estudio, casi la mitad de los hogares presentan exposición, en más de la mitad de los casos por parte del padre. Además nos preocupa que el grupo de cuidadores principales representa el porcentaje más alto de fumadores (46%), ya que probablemente este grupo sea el menos consciente de los riesgos que supone exponer a los niños al HAT y prosiga con su hábito tabáquico", ha dicho De Higes.

De esta forma, el estudio realizado ha permitido confirmar que el número medio de episodios y consultas al pediatra por infecciones respiratorias, entre otras necesidades asistenciales, fue superior en niños expuestos al HAT respecto a los no expuestos.

Así, los niños expuestos al humo de tabaco ambiental tuvieron una media de 9,0 episodios de infecciones respiratorias frente a 7,4 de los niños no expuestos; una media de 11,8 consultas al pediatra frente a las 9,4 de los no expuestos, una media de derivaciones a la atención especializada de 1,9 frente a 1,1 en no expuestos; y una media de 0,3 de ingresos por infecciones respiratorias, también superior en niños expuestos a HAT, frente a 0,2 en los no expuestos.

El número de episodios de infecciones respiratorias de vías altas en los niños expuestos fue superior a los no expuestos, tanto si el padre era el fumador, como si era la madre la fumadora. No obstante, en el caso de la infección respiratoria de vías bajas, solo fue estadísticamente significativa la diferencia en el número de episodios en los niños expuestos y no expuestos, cuando la madre era la fumadora.

Por tipo de infección respiratoria, los niños expuestos a HAT tuvieron un número de episodios de bronquiolítis significativamente superior a los no expuestos y este número total de episodios de bronquiolitis fue significativamente superior en expuestos al HAT.

Ahora bien, si la madre es la fumadora, el estudio ha encontrado que existen diferencias estadísticamente significativas en el número de episodios de bronquiolitis y en el número de consultas. En cambio, cuando el padre es el fumador, existe una diferencia en el número de consultas por neumonía, pero no se ha visto una asociación con un mayor número de episodios, lo cual puede reflejar una mayor gravedad de estos episodios.

Por otra parte, del total de la muestra de 150 niños participantes, 88 acudían a la guardería y, entre ellos, se ha observado un mayor número de episodios y de consultas, con respecto a los que no acuden. También, respecto a los niños que van a la guardería, los niños expuestos a HAT presentan un mayor número de episodios y consultas al pediatra por laringitis.

Tras analizar las distintas infecciones respiratorias, agrupándolas en vías bajas y altas, los autores del estudio han detectado que entre los niños expuestos por padre fumador existe un mayor número de episodios y consultas de infecciones de vías altas, mientras que en la exposición materna se han registrado un mayor número de episodios y consultas de patologías de vías bajas, existiendo una significación estadística en el número de episodios y consultas de bronquiolitis en el caso materno.

Por otra parte, en el estudio también se ha observado que una de cada cinco madres ha fumado durante la gestación, y que cuando continúa fumando es un importante factor de riesgo para elevar la incidencia de patología respiratoria infantil, frente al hábito paterno.

"Cuando la madre o ambos progenitores son fumadores, se incrementa el riesgo de sibilancias en los dos primeros años de vida, pero esto no ocurre en los casos en los que es el padre el fumador, probablemente a causa del efecto acumulativo de su exposición durante la gestación y/o de la íntima cercanía de la madre durante la primera etapa de la vida", han expuesto los investigadores.

Por todo ello, han destacado la necesidad de concienciar y diseñar programas para dar a conocer las consecuencias del contacto con el humo del tabaco activo y pasivo, mejorar la motivación y autoeficacia de los fumadores para dejar de fumar y fomentar una actitud positiva hacia la prevención por parte de los profesionales sanitarios.

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