VALÈNCIA. Magdalena Verdú se ha abierto paso en un entorno de hombres, rompiendo estereotipos y demostrando su valía. Primero lo hizo en su propia casa —es la quinta de seis hermanos— cuando le dijo a su padre que quería trabajar con él en la pequeña fontanería que tenía. Según explica, aceptó casi a regañadientes porque su padre consideraba que “no era un trabajo para una mujer y quería algo mejor para mí” pero a cambio le prometió terminar los estudios. Su padre aceptó pensando que al cabo de un tiempo se cansaría y dejaría el oficio pero Magdalena no solo cumplió con su trato de acabar el instituto sino que se especializó en el sector del gas.
Después de 32 años Magdalena sigue con la misma ilusión que cuando tenía 18 años y llevaba los presupuestos a los clientes montada en su Vespino. “La dejaba en algún sitio para que no la vieran pues con la moto, las zapatillas de deporte y unos vaqueros, iban a pensar que no era tan fiable como un señor de mediana edad con su coche”, comenta sobre unos inicios que recuerda con cariño pese a la dificultad que tuvo en abrirse un hueco en el sector pues “hace 32 años había mucho machismo y nadie me tomaba en serio”. Tanto es así que los clientes se extrañaban de que fuera ella quien hiciera la instalación: “Me acompañaba un antiguo empleado de mi padre y, al vernos, los clientes pensaban que era él quien iba a realizar la instalación y no al revés. Incluso si llegaba sola me preguntaban cuándo venía el instalador”.
Unos obstáculos que solventó a base de constancia y de trabajo, demostrando con su tenacidad que está igual de capacitada que un hombre para “hacer instalaciones grandes, sacarse los carnés que sean necesarios…”. Un futuro prometedor que se trunca cuando se rompe la sociedad que tenía con un socio. “Todo lo que tenía se desmorona y empiezo desde una situación aún más precaria que la primera vez, pero sabiendo que trabajando todo podía salir bien”, explica con el corazón encogido. De naturaleza alegre y pensamiento positivo, de aquello extrae una enseñanza: “Todo es susceptible de empeorar y siempre hay que ser humilde”. Momentos en los que también se dio cuenta de que no estaba sola, que tenía más amigos de los que creía, incluso de clientes, que la apoyaron en todo momento.
Un traspiés del que se levanta en 2004 decidiendo montar su propia empresa: Segurgas, dedicada al asesoramiento, diseño, ejecución, y mantenimiento de instalaciones domésticas e industriales de gas, fontanería, energías solares, calefacción y climatización. “Posiblemente aquellas vivencias han hecho que Segurgas sea la empresa que es hoy porque, cuando una persona se cae y logra levantarse, lo hace con más fuerzas y menos miedos”, reflexiona. Está en lo cierto pues esa constancia y lucha le ha llevado a ser una profesional respetada en el sector y a dirigir con diligencia una empresa —tiene 18 personas a su cargo— que en 2018 facturó casi dos millones de euros. “ No estaba dispuesta a conformarme, la vida hay que vivirla con pasión”, remarca.
Un éxito que en parte se debe a la pasión que siente por su trabajo y que se intuye cuando mira un informe, coge alguna herramienta o habla sobre el futuro del sector y las oportunidades que ofrece. Por eso, le entristece que haya solo 1% de mujeres en la Confederación Nacional de Asociaciones de Instaladores y Fluidos (CONAIF), integrado por 20.000 empresas de toda España: “Somos muy pocas mujeres y, las que hay, están porque son las esposas de instaladores”. Para revertir esa situación está ultimando un proyecto con Femeval (Federación Empresarial Metalúrgica Valenciana) para difundir en los institutos las bondades de este oficio y despejar algunas dudas, como que un instalador de gas y un fontanero son lo mismo. “Es un oficio muy bonito en el que desarrollaras capacidades personales y creativas, te permite desarrollarte con otras personas y cada día aprendes algo nuevo porque no hay dos instalaciones iguales”, explica resaltando que es una profesión que requiere de un continuo reciclaje porque los sectores que intervienen en una instalación están en formación continua.
La trayectoria profesional de Magdalena Verdú no se limita a su empresa. En la actualidad es presidenta de la Federación de Asociaciones de Instaladores de Fontanería, Gas y Calefacción de la Comunidad Valenciana (Ficoval), y vicepresidenta de la Asociación de Empresas Instaladoras de Valencia (Aseif). En ambas, es la única mujer de sus juntas directivas y expresa que desde las asociaciones se trabaja para proteger al asociado frente al intrusismo en el sector —“degrada a la profesión porque no está cualificado”— y se fomenta la formación continua pues “ahora se están consolidando las energías limpias, hemos pasado del gas a la electrificación a sistemas híbridos… Y hay que formarse para dar respuesta a todos esos cambios”.
Una historia de superación y lucha constante que la conocemos porque Magdalena es una de las seis mujeres que ha participado en el debate 'Mujeres excepcionales: el valor de una oportunidad', presidido por la reina Letizia y organizado por la Fundación Microfinanzas BBVA (FMBBVA) para explicar cómo ellas son capaces de superar barreras y tener éxito en profesiones o áreas tradicionalmente masculinas. Las seis mujeres protagonistas fueron la artista Lita Cabellut; la jugadora de Rugby Lourdes Alameda; la Comandante Débora Gómez; la emprendedora peruana de la FMBBVA Guisela Martínez, y la estudiante universitaria de Geología Rosa Muñoz. “Estoy muy contenta y agradecida de que la Fundación Microfinanzas BBVA se fijara en mí y en mi trayectoria pero creo que hay otras muchas mujeres que también se lo merecen y no estaban allí ese día ”, sostiene Magdalena con una humildad abrumadora.
Una ‘excepcionalidad’ que en el caso de Magdalena BBVA vio por su valía, por alcanzar su sueño de trabajar en el sector de la fontanería e instalación de gas y por su forma de abrirse paso en un sector eminentemente de hombres. “Todavía no lo he asimilado mucho todo lo que me está pasando gracias a BBVA pero estoy muy contenta y en el encuentro me di cuenta de que las seis teníamos muchas cosas en común: somos mujeres luchadoras, cabezotas, constantes, sin complejos, sin limitaciones… me llevo un recuerdo muy bonito que jamás olvidaré”, explica Magdalena.
Un encuentro en el que también se vio la espontaneidad de esta emprendedora valenciana pues durante la reunión con la Reina Letizia tuvo una anécdota que jamás olvidará: “Durante el encuentro comenté que ‘Rendirse no es una opción’ y me preguntó si lo tenía preparado. Le dije que no, que era mi estado de WhatsApp y se lo enseñé —y añade—:La Reina Letizia es una persona muy humana y cercana. La imagen que proyecta no tiene nada que ver con la real pues es una mujer muy preocupada por los derechos de la mujer, su integración, la formación…”.
Una iniciativa de BBVA que Magdalena ensalza pues “el BBVA está haciendo mucho más que otros colectivos o asociaciones que defienden a la mujer” y resalta: “Otras entidades deberían aprender de BBVA porque me parece una pasada cómo ayudan a las mujeres y a las personas que realmente lo necesitan”, expresa resaltando esa vertiente social de BBVA en crear oportunidades a aquellas personas que no las tienen y las merecen.