el tintero / OPINIÓN

¿Naranjas o pomelos?

La marcha de algunos altos cargos de Ciudadanos tiene varias lecturas, pero muchos sólo quieren darle una posible: se van los buenos y se quedan los malos porque se niegan a pactar con Sánchez. Hay otras visiones

26/06/2019 - 

El patio está más revuelto que nunca, ha sido inaugurarse oficialmente el verano 2019, acabar el colegio los niños y celebrar el Corpus Christi por toda España, y en lugar de disfrutar de un plácido inicio del estío, los políticos andan a la gresca casi todos con todos y al mismo tiempo, de hecho, lo menos habitual hoy en día es que discutan entre el PP y el PSOE, eso es vintage, ahora casa de los líos es la de Ciudadanos y los pactos de éstos con PP y Vox están siendo más emocionantes que una película de Steven Seagal.

El espectáculo en términos generales es bastante lamentable, sinceramente, y denota que nuestros representantes se comportan como niñatos inmaduros más de lo tolerable, pero hay que asumirlo. El último terremoto ha tenido como epicentro al partido de la ciudadanía, Ciudadanos, con la dimisión de Antonio Roldán, Javier Nart y uno de sus hombres en Asturias, Juan Vázquez. El primero, en el equipo de Luis Garicano, era uno de los hombres clave en la propuesta económica del partido que preside Albert Rivera, pero se presentó ante los medios para dimitir de todos sus cargos y criticar públicamente que su ya ex partido no quiera pactar con el PSOE que sin rubor apoya a los nacionalistas/independentistas navarros.

La crisis que se abre en Ciudadanos tiene dos posibles lecturas, pese a que una es la que impera como la buena, la fetén. La teoría que se ha leído estos días y muchos abrazan es que el economista, político y casi estadista, renuncia por principios y coherencia y que es su partido el que ha cambiado, el que le ha traicionado, el que está equivocado vaya, él inocente creía en la tercera España y no la ve. Roldán dijo: “Cómo vamos a superar la dinámica de confrontación entre rojos y azules si nos convertimos en azules”, y también apuntó que “la extrema derecha está en las antípodas de todo lo que pensamos”.

Por partes, esa frase denota que en el fondo hasta quienes niegan la idea de derecha e izquierda, en la práctica la asumen y en el caso de Roldán considera que es más normal ser rojo que azul. Y a su vez, tilda de extrema derecha a Vox con quienes, sin ir más lejos, en propuestas económicas podrían encontrar puntos en común desde posiciones liberales, otra cosa es que el ex líder de Ciudadanos prefiera las soluciones económicas socialistas, gasto, gasto y más gasto. Y llegados a este punto, la lectura alternativa a esta y otras dimisiones sería la siguiente.

Ciudadanos se formó para luchar contra el nacionalismo catalán, poco a poco creció y se expandió por toda España, su color era una tercera vía entre los tradicionales rojos y azules, se les tildó de narajintos, se les denomina partido naranja (pese que no representan a nuestra querida tierra donde ese color lo asume Compromís), pero parece ser que más que naranjas, algunos querían ser pomelos, a saber, naranjas por fuera, pero rojos por dentro. Hace años, cuando empezó el crecimiento del partido mientras el PSOE estaba desnortado, llegué a creer que podrían ser un nuevo y renovado partido social demócrata, ahora todo esto suena a chino, lo sé. Pero la evolución al centro liberal, parece que a algunos incomoda en demasía.

El tiempo pone a cada uno en su sitio, y justo a las pocas horas de ver como algunos líderes de Ciudadanos salen de la formación que les vio crecer, una histórica líder del partido en nuestra Comunitat, Carolina Punset, sí la portavoz que causó polémica al decir justo hace cuatro años aquello del valenciano y la aldea, se vuelve a casa como asesora del presidente socialista Ximo Puig, quien dirige el gobierno de la campaña ‘Sempre teua’, el de Marzà y el de la polémica en torno a solicitar el idioma como requisito y no como mérito. Al final, hay ciudadanos y ciudadanos, pero no sabemos si son pomelos o naranjas o quizá sanguíneas.

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