Decía Oscar Wilde que la realidad imita el arte y yo estoy convencido de que es verdad. Sin que por ello deje de ser verdad que el arte imita la realidad. Los productos culturales reflejan el momento social en el que vivimos a la vez que se convierten en modelo, por esa razón entiendo que los conservadores estén tan asustados y hayan comenzado a arrear mandobles a diestro y siniestro. VOX. La Iglesia católica y los imanes musulmanes. Los machos que proveen y las mujeres guapas que cuidan a la prole en valores como que los machos proveen y las mujeres deben ser guapas y cuidar a la prole. Pura rabia de una Arcadia feliz que se les va, pobres.
Acabo de ver la serie inglesa Sex Education, muy popular entre los adolescentes, y me ha sorprendido la naturalidad con la que los personajes viven en el respeto y la tolerancia. El pueblo en el que sucede la historia parece una utopía progre: varias razas, culturas y géneros conviven, se acuestan y se enamoran sin que haya problemas al respecto. Una pareja lesbiana (formada por una mujer negra y una blanca) cría a su hijo sin que la trama hable nunca de la discriminación o la intolerancia, sino de los problemas de un hijo con las expectativas de una de sus madres. Una familia católica saluda con una sonrisa al nuevo novio árabe de su hijo. La bisexualidad es habitual y no supone grandes problemas de aceptación. Los besos frente a las taquillas responden a todo tipo de combinaciones posibles de color y género sin que nadie se gire sorprendido…
Me imagino a los conservadores viendo esta serie tan popular entre los jóvenes. Entre sus hijos, porque supongo que los conservadores también tienen canales de pago. ¡Los vástagos encargados de conservar su legado inmovilista enganchados a una serie sobre el Infierno Progre en la Tierra! Me los imagino sentados en el sofá, mirando con horror (oh, Dios, el apocalipsis está cerca) la serie Euphoria, también muy vista entre los adolescentes. Siguiendo espantados la historia de amor entre Rue y Jules, una transexual encantadora cuya trama no tiene como centro su transexualidad. ¿Qué le ha pasado a la sociedad occidental para que los problemas raciales, de sexualidad y de género no supongan los principales conflictos en la ficción?, pensarán. ¿Es que acaso una pareja interracial es ya tan normal que no supone ni siquiera un insulto al respecto, aunque sea de un secundario gilipollas? ¿Una transexual no merece una trama centrada en el desprecio y los traumas freudianos que esto conlleva? ¿Por qué no se esconden la pareja de gays para besarse y lo hacen a la vista de todos como si fuesen completamente felices y libres sin preocuparse por el qué dirán?
El respeto y la tolerancia al diferente son, mal que les pese a algunos, cada vez más habituales entre las nuevas generaciones.
Estos son solo dos ejemplos de series juveniles donde muchos de los prejuicios que todavía arrastra la sociedad (por desgracia en el mundo real no todo es tan natural) han desaparecido. Y no me extraña demasiado. El respeto y la tolerancia al diferente son, mal que les pese a algunos, cada vez más habituales entre las nuevas generaciones. Y lo sé porque trabajo con adolescentes. Y veo en las aulas tanto parejas interraciales como adolescentes que aceptan su homosexualidad, bisexualidad y transexualidad sin que se arme un escándalo. Los conservadores, como los niños, se tapan los ojos y se creen que así la realidad que no les gusta desaparece. Y si la realidad que no les gusta está dentro de ellos, pues la esconden también. Yo me siento muy orgulloso de que esta sociedad no se tenga que tapar los ojos y sea capaz de mirar a todos por igual, aceptando que cada uno sea lo que quiera ser. Cada persona es única. Nadie debería tener que esforzarse para encajar en el molde de nadie, ni siquiera en el de sus padres. Y como muestran estas series (además de lo que veo cada día en el instituto) nos vamos acercando a una sociedad de gente libre y desprejuiciada.
Normal que la ultraderecha y las religiones griten tan alto. Van perdiendo por goleada y están desesperados por marcar algún gol. Aunque sea un pin parental que esconde lo que tantas películas, series, redes sociales, webs o escenas en el parque muestran sin vergüenza. Un gol que aunque marquen no les hará ganar el partido.
Un conocido (no votante de izquierdas), hablando de la serie Pose me decía el otro día que es normal que los hombres se sientan atraídos por las transexuales porque tienen cuerpo de mujer. Los hombres se sienten atraídos por las curvas, me dijo muy serio. Que te guste una transexual no es cosa de maricones. En el mundo progre se diría que nos sentimos atraídos por personas, sean de la raza, religión, género o condición que estas sean. Los conservadores ya van incluso encontrando su narrativa para no perder el tren de los tiempos: un hombre puede demostrar su masculinidad al sentirse atraído por otro hombre si este tiene curvas.
Esta narrativa es otro triunfo. Hasta los conservadores justifican, desde su cosmovisión, lo que ya es imparable: que vamos hacia una sociedad donde seremos libres de ser y sentir lo que nos de la gana.
Hasta que Dios nos mande una lluvia de azufre y fuego, claro.
(Y luego ya vemos...)
El Gobierno aterrador ha enseñado sus cartas a dos años de las elecciones. Como no convence con sus políticas, empleará dinero público en asegurarse votos. Ahora van a por los jóvenes. Una estrategia burda que tal vez le funcione. Es el caciquismo de toda la vida