ALICANTE. Navidad, fin de año, Reyes, la época dorada de los estrenos de cartelera mainstream no suele ser una buena época para los amantes del cine, es el momento del año en que las carteleras se llenan de blockbusters y la visita “familiar” a las salas suele ser un suplicio de dimensiones estratosféricas (incluso si disfrutas con los blockbusters). Las pantallas se llenan de bichos de toda clase y condición, la mayoría supergraciosos y generadores de pensamientos positivos, o negativos-positivos, o cosas de esas de psicología inversa.
Este año, no obstante, tocaba el BICHO con mayúsculas (bien, vale, sí, ya lo he puesto en mayúsculas y no haría falta remarcarlo, pero aprovecho este paréntesis para reconocer que en este artículo la máxima de que el gusto del crítico no es uno de los factores de sus reseñas se pone en suspenso, se siente), el jovenzuelo picado por una araña radiactiva, el fotógrafo freelance, el superhéroe working-class surgido de la amenaza de bancarrota de una Marvel que nada tenía que ver con la gran corporación actual: SPIDER-MAN.
Tras la experiencia setentera y ochentera del trepamuros de Sam Raimi y su toque entre kistch y amateur, los años y los cambios de gusto nos habían alejado de las nuevas adaptaciones cinematográficas y sus Peter Parkers (Tobey Maguire, Andrew Garfield, Tom Holland y la parafernalia hollywoodiense de papel cuché que los ha acompañado), incluso de los nuevos universos SPIDER en grapa, perdidos entre amazing, superior, spectacular y ultimate, por lo que muchos no habíamos llegado a ese Miles Morales de 2014-2015, a cargo de Brian Michael Bendis y Sarah Pichelli, convencidos de que la industria solo hacía que lanzar las redes en nuevos mercados y nuevos públicos: afroamericano, femenino, oriental, pura estrategia de marketing. Como es normal, las cosas acaban cayendo por su propio peso, y los prejuicios igual.
Spider-man: un nuevo universo, cuyo título original es sutilmente más indicativo, Spider-man: Into the Spider-verse, deshace el nudo gordiano que la industria del cómic había ido creando alrededor de su amigo y vecino y ha conseguido elaborar un discurso de la diversidad sólido y poco complaciente. Cualquier puede ponerse la máscara del Arácnido, sólo tiene que estar preparado para ello: Peter Parker ya tiene herederos reconocidos en el testamento de Stan The Man, no importa su clase social, sexo, orientación sexual o nacionalidad.
El trabajo de animación CGI de Bob Persichetti y Peter Ramsey es una soberbia explosión de acción y homenajes a la viñeta clásica, con pinceladas de 3D, profundidad y texturas envolventes, que desarrolla el guión de Phil Lord y Rodney Rothman. Un guión marcado por el sentido del humor marca de la casa del personaje, en el que los elementos dramáticos están resueltos con mucha mayor destreza que en cualquiera de las anteriores versiones con personajes de carne y hueso.
En un universo paralelo donde Peter Parker ha muerto, un joven de secundaria llamado Miles Morales es el nuevo Spider-Man. Sin embargo, cuando el líder mafioso Wilson Fisk (a.k.a Kingpin) construye el "Super Colisionador" trae a una versión alternativa de Peter Parker que tratará de enseñarle a Miles como ser un mejor Spider-Man. Pero no será el único Spider Man en entrar a este universo, 4 versiones alternas de Spidey aparecerán y buscarán regresar a su universo antes de que toda la realidad colapse. Esta sinopsis de presentación del film resume los elementos principales de la trama, pero no ofrece pistas sobre la singularidad del producto: el visionado que origina este texto se produjo por el que lo escribe, 49 años, en compañía de tres niños de 3, 8 y 14 años, y los cuatro acabamos fascinados gracias a los diferentes planos de desarrollo argumental, unidos a una puesta en escena ágil y atractiva, envuelta en una banda sonora con la presencia de Post Malone, Nicki Minaj, Ski Mask The Slump God, Blackway, Jaden Smith,Vince Staples, Lil Wayne, Anuel Aa, Duckwrth o Aminé, la gran mayoría de las veces en forma diegética, situando a los personajes en un ambiente R’n’B contemporáneo que casa perfectamente con el tono general de la cinta.
Y como en cualquier historia del Hombre Araña, la ciudad de NY, y Queens en particular, es un personaje más, los rascacielos necesarios para que el vértigo de las caidas, antes de que la telaraña se enganche y el asombroso balanceo sea la mejor manera de moverse entre las calles de la megápolis, con un homenaje implícito al otro gran balanceador de la ficción, Tarzán, en una memorable escena en el bosque.
Un Spidey hijo de afroamericano y puertorriqueña, un Spidey fondón y cuasialcohólico, un Spidey anime, un Spidey cartoon (brutal Peter Porker), una Spidey post-punk y un Spidey paródico que es un dardo envenenado a Watchmen, una banda que esperamos (y deseamos) ver reproducida y aumentada en el futuro. Larga vida a su amigo y vecino Spider-man.