VALÈNCIA. Lo han corroborado los colegios de ingenieros agrónomos que operan en la Comunitat Valenciana, Baleares y Murcia: sus colegiados se encuentran en situación de pleno empleo, circunstancia que es extrapolable a todo el colectivo. "En estos momentos no disponemos de colegiados suficientes para cubrir todas las ofertas que nos llegan de las numerosas empresas que confían en nuestras bolsas de trabajo. En muchos casos no podemos aportar más de cuatro o cinco currículums por oferta, para algunas incluso menos y las ofertas para los para los que acaban el máster son cada vez más numerosas e interesantes", explica José Carbonell, secretario técnico del Colegio de Ingenieros Agrónomos de Levante.
¿Qué ha pasado para que el mercado esté ávido de ingenieros agrónomos? Hemos hablado con varios de ellos, responsables de empresas que los contratan regularmente, para buscar una explicación a esta situación, tanto desde el punto de vista coyuntural como estructural.
“En los últimos años, y en especial en los últimos 18 meses, se han combinado varios efectos: un cambio en el comportamiento de la demanda, un mayor consumo en los hogares, un incremento de las exportaciones y una subida del coste de las materias primas. Esto ha tenido como consecuencias más inversión, más exigencia y más sofisticación y complejidad en la producción. Las cadenas de suministro, cada vez más internacionales, son muy exigentes en requerimientos técnicos y de calidad en los centros productivos”, apunta Guillermo Prats, ingeniero agrónomo y socio de la consultora Improven, especializada en mejora de la competitividad.
Para José Manuel Carrillo, ingeniero agrónomo de la provincia de Alicante, “vivimos una época de expansión del sector agroalimentario, puesto que cada vez más personas demandan alimentos con altos estándares calidad y muy accesibles, y el ingeniero agrónomo trabaja en esa nueva manera de producción en muy diferentes ámbitos: desde la ingeniería hidráulica, el cálculo de estructuras, la ingeniería de proyectos y la ingeniería de la construcción hasta la gestión medioambiental y la dirección de procesos industriales, sin olvidar la eficiencia energética, tan importante en la actualidad”.
Incide en las nuevas inercias alimenticias Carlos Ledó, CEO de Idai Nature, empresa biotecnológica. “Existe una tendencia global hacia la seguridad alimentaria y no se trata de una moda, esto es algo que ha llegado para quedarse. Todo el mundo se preocupa mucho de la alimentación y hay cada vez más conciencia de que somos lo que comemos. Nuestro trabajo permite a la sociedad disponer de alimentos de calidad, a un precio asequible y en cantidad suficiente. Esa es la función necesaria e irreemplazable del ingeniero agrónomo, y también la explicación a esta situación de pleno empleo”.
La necesidad de hacer frente al cambio climático es otro de los factores que explica el pleno empleo de estos profesionales. Lo sabe bien Luis Puchades, CEO de Biovic Consulting, empresa valenciana dedicada a la valorización de residuos del sector primario. “Los ingenieros agrónomos estamos muy vinculados a los proyectos relacionados con el medio ambiente, las energías renovables como el metano o el hidrógeno verde y el cambio climático. Probablemente tengamos la visión más completa al respecto de esta cuestión dentro del mundo de la ingeniería. Tenemos la componente técnica y de los procesos, pero también de la producción con el medio ambiente y con los aspectos biológicos, que es lo que se necesita para dar una solución correcta a la mayor parte de problemas que tenemos en la actualidad. Los ingenieros agrónomos tenemos un rol muy importante a jugar en el futuro”.
Otros directivos apuntan a la coincidencia de los objetivos de desarrollo sostenible con las atribuciones de la ingeniería agronómica. Jesús Paniagua es director de organización y sistemas de gestión en Grupotec, una ingeniería que cuenta con varias decenas de ingenieros agrónomos en su plantilla. “Las energías renovables y la ingeniería ambiental son sectores con mucho futuro, puesto que son las que están moviendo el mercado y serán clave en la transformación económica que viene. Las TIC aplicadas a la producción, la digitalización de la industria alimentaria, la gestión avanzada de aguas y residuos son otros sectores en alza en los que los ingenieros agrónomos estamos presentes”.
De la misma opinión es Natalia Falagán, una joven doctora ingeniera agrónoma murciana que ha conseguido situarse entre las 50 mujeres con más influencia en la ingeniería en el Reino Unido: “Nuestra profesión combina dos disciplinas muy interesantes. Una, que es la ingeniería, que permite dar soluciones tecnológicas a problemas complejos y la otra es la biología, que nos da una visión de cómo funciona el medio natural. Esa combinación es muy importante, porque es la que realmente puede dar soluciones a los retos que presentan los sistemas de producción de alimentos”.
Al respecto de las TIC en el control de los procesos productivos, Mercedes Iborra, CEO de VisualNacert, ofrece un claro ejemplo: “Desde nuestra experiencia como empresa tecnológica, hace años que es evidente la transformación tecnológica en el agro. Las herramientas digitales, la agricultura de precisión o la modelización predictiva están aumentando la competitividad de las empresas. Y somos los ingenieros agrónomos quienes analizamos el sector y el entorno digital que lo rodea, participamos de estas tendencias y ayudamos a que se implanten y empleen con éxito. Eso es así porque no solo disponemos de la experiencia agronómica, sino también de métricas, análisis, monitoreo de datos, teledetección, sensorización y modelos predictivos. Todo ello teniendo en cuenta al productor, a la sociedad y al medioambiente”.
Natalia Falagán subraya la importancia en el uso de las nuevas tecnologías: “Mi trabajo se centra en la reducción del desperdicio alimentario y el impacto que tiene en el medio ambiente. Para minimizar este impacto negativo es necesario la incorporación de tecnología, y es ahí donde estamos los ingenieros agrónomos”.
¿Seguirá el pleno empleo de esta profesión en el futuro? Todas las fuentes consultadas coinciden en señalar que sí. “Cada vez somos más habitantes en el mundo y hemos de alimentarnos a diario; y eso no va a cambiar. Hemos de ser capaces de producir más alimentos con menos recursos para satisfacer una demanda creciente”, apunta Carlos Ledó. José Manuel Carrillo subraya el aspecto medioambiental: “Es un enfoque que la Unión Europea está demandando en todos los proyectos que se van a llevar a cabo por medio de los fondos europeos de resiliencia que el Gobierno va a desarrollar. Y se va a pedir unos estándares altos de cumplimiento en este tipo de proyectos”.
Pero si dejamos aparte el pleno empleo, ¿por qué estudiar ingeniería agronómica? “Sin ninguna duda, los ingenieros agrónomos tenemos la capacidad de tener una influencia positiva en la sociedad: ponemos al alcance de la población una alimentación de alta calidad organoléptica y nutricional producida de manera sostenible”, afirma Natalia Falagán. “No hay planeta B y por tanto, desde el punto de vista medioambiental, si no cuidamos el planeta, las siguientes generaciones no podrán habitarlo”, reflexiona Carlos Lledó. “Se trata de una profesión que permite desarrollarse en sectores muy diferentes, y muchos de ellos están cambiando la forma de producir y de cuidar el medio ambiente ya en este momento”, opina Jesús Paniagua. “Todas estas necesidades conllevarán mejores retribuciones para los profesionales bien formados. Es reconfortante saber que los ingenieros agrónomos trabajamos en una buena causa y generando un impacto positivo. Es innegable que es una de las mejores carreras”, concluye Mercedes Iborra.