AL OTRO LADO DE LA COLINA / OPINIÓN

Putin, el espía que pudo reinar

Los líderes ¿nacen o se hacen?, esta es una historia de un líder que se fue haciendo en el devenir de su trayectoria personal y en la decadencia de su país la URSS

11/01/2020 - 

Hace 131 años Rudyard Kipling nos contaba en “El hombre que pudo reinar”, como dos militares británicos se convertían en reyes de Kafiristán (lejana región de Afganistán), es un ejemplo de las nefastas consecuencias de la fascinación que ejerce el poder, que lleva a uno de los protagonistas a perder la vida; aunque eso sí, siempre dentro de la exaltación de las virtudes británicas que les lleva a afirmar en esa maravillosa película de John Huston “No somos dioses, pero somos ingleses, que es lo más parecido que hay”. Hoy vamos a escribir sobre un personaje, Vladimir Putin, criado y formado en la dictadura comunista, que teniendo ocasión de emborracharse de poder como hizo su antecesor Boris Yeltsin, optó por seguir las reglas de la recién creada democracia rusa para gobernar durante al menos 25 años con la legitimidad de las urnas, aunque con un estilo muy personal.

Pues es así, dado que Putin hace 20 años que fue designado por su antecesor, el presidente Yeltsin, un 31 de diciembre de 1999, como su sucesor, siendo ratificado por las urnas el 26 de marzo siguiente, en una situación más que complicada, caótica podríamos afirmar, de la Federación Rusa, y como recordó su embajador Yuri Korchagin en una conferencia (en la que tuve algo que ver) en la Universidad Católica de Valencia, en pleno inicio de la crisis de Ucrania en 2014, afirmando que con el fin de la guerra fría en esos inicios de la década de los 90s, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) perdió la tercera parte de su territorio y la mitad de su población, pero eso si (añadía irónicamente el diplomático ruso, en un perfecto español fruto de su trabajo en la época soviética en los países iberoamericanos) seguimos siendo una potencia nuclear...

Y es así como el dirigente ruso, dos décadas después es el mandatario más longevo en el ejercicio del poder en Europa (aún le queda mandato hasta 2024, con lo que llevara un cuarto de siglo), que goza con unos de los indices de popularidad más altos, y que ejerce de perfecto contra poder, aliado con China, contra Occidente.

La formación y experiencia vital y profesional del mandatario ruso, ha sido casi perfecta para poder mantenerse en el poder, en unas situaciones tan adversas, de esa gran nación que gusta tanto de regímenes fuertes, cuasi autocráticos, como es Rusia. Su educación es la de un hombre de leyes, pues se licenció en la facultad de Derecho de la Universidad Estatal de Leningrado (actual San Petersburgo) en 1975 con un trabajo sobre la política norteamericana en África, aprendió como se mueven los hilos del poder en la KGB (servicio de inteligencia soviético) donde llego al grado de Teniente Coronel (con un claro carácter castrense), para posteriormente pasar a trabajar en la universidad de su ciudad natal, en su ayuntamiento, y ocupar después en Moscú puestos en los centros decisorios del poder, para llegar al liderazgo.

Pero cuentan sus biógrafos, que hubo uno destino, y unos hechos que le marcarán, y que sin ellos no se puede entender sus comportamientos ni sus decisiones posteriores. El destino fue como agente de inteligencia en la ciudad de Dresde de la República Democrática Alemana desde 1986 a 1990, donde viviría el cambio de una vida bastante relajada y con buen nivel (comparándola con la de la URSS) al caos de la caída del muro de Berlin y el fin del Pacto de Varsovia con el impacto psicológico de pasar casi casi, de una superpotencia a la casi anarquía de sálvese quien pueda. 

Los hechos que le marcaron, ocurrieron el 5 de diciembre de 1989 en esa ciudad alemana de Dresde, cuando la muchedumbre tras asaltar el cuartel general de la Stasi, se dirige a las dependencias del KGB también para destruirlas; entonces un joven oficial, tras abandonar y retirarse el centinela de su puesto a dentro del edificio, hace frente a la masa conminándola a que se retire pues si no sus hombres están apostados con todo el armamento posible para hacerles frente con la suerte de que ese farol le sirviera de persuasión, y es entonces cuando llama a un batallón de tanques soviéticos acantonados cerca pidiéndoles apoyo y estos le contestan "No podemos hacer nada sin órdenes de Moscú", añadiendo "y Moscú está callado", esa sensación de impotencia (rabia podríamos añadir), de abandono por parte de sus superiores y dirigentes políticos, es lo que ha acompañado toda su vida a aquel oficial que se llamaba Putin y hoy es presidente de Rusia, y que por supuesto ha llevado a que Moscú, desde que está él a su frente, siempre tenga algo que decir, en cualquier asunto internacional, por acción u omisión. 

Por eso sus 20 años de gobierno han sido un continuo reposicionamiento de Rusia en la esfera internacional. Si su posición al inicio del mandato era de tal debilidad, que en 2002 para tener cierta paz en el exterior, llego a crearse el NRC o Consejo de NATO y Rusia, dentro de la política de partenariados llevada a cabo por la alianza atlántica; todo eso cambió cuando con su refortalecimiento tras el primer mandato (2000-2004) donde por ejemplo se incrementó un 70% el PIB ruso, y la continua y lógica ampliación de la OTAN hacia el Este, hizo que Putin en la Conferencia de Seguridad de Munich de febrero de 2007, ya hiciera una advertencia, a sus entonces socios occidentales del NRC, de que el mundo unilateral USA no era aceptable, y el 8 de febrero (mismo día del discurso de Jose Stalin en el Teatro Bolshoi en 1946 que dio lugar al largo telegrama de George Kennan y la estrategia de la contención) de 2008 en su discurso ante su Consejo de Estado en el que afirmó, que por la continua ampliación de la OTAN hacia el Este y el despliegue del sistema antimisiles en Europa Central, se iniciaba una nueva carrera de armamento, y decidió desarrollar otras alianzas como la Organización de Cooperación de Shanghai con China entre otros países.

Aquel momento de 2008 podemos considerarlo como el inicio (unido a la crisis de las subprime) del cambio de paradigma geopolítico, iniciándose la época de la multilateralidad (o del liderazgo matizado), donde se producirían la guerra de Georgia 2008, la desestabilización de países antaño aliados de la URSS con las Primaveras Árabes 2010, la crisis de Ucrania en 2014 con la ocupación de Crimea y la protección de dos provincias del este rebeldes, la salvación y recuperación del régimen aliado de Síria de Bashar al-Ásad, el apoyo al principal líder que domina Libia el Mariscal Jalifa Belqasim Hafter, etcétera etcétera etcétera, volviendo a ser un claro y poderoso actor geopolítico global.

 

Y ya para ir acabando, ahora el presidente Putin ve plácidamente como los países miembros de la UE y la OTAN se enzarzan en estériles disputas, como en la ultima cumbre de la OTAN cuando el presidente galo Emmanuel Macron afirmó que "El enemigo no es Rusia ni China, es el terrorismo", o se enfrentan por los hidrocarburos del Mediterráneo Oriental, o dudan en el pulso entre los USA y los iraníes, como consecuencia del ataque a la embajada americana en Bagdad con la respuesta consiguiente de USA de eliminar al líder de la fuerza Quds Qasem Soleimani, y después de Iran lanzando misiles, que no han producido bajas militares, pero que pudieran haber producido bajas civiles por accidente en el avión ucraniano estrellado.

En fin tenemos un inteligente y duro contrincante ruso para rato, que sabe ir sacando beneficio de cada una de las crisis internacionales que surgen, y que en los tiempos que estamos más van a ver, pues a diferencia de otros globalistas multilaterales, él tiene las ideas muy claras, quizás fruto de esas tres perspectivas que en él se unen, la de jurista, la de militar y la de inteligencia, es pues un soberanista multilateral convencido, deberíamos aprender de él, pues él aprendió muy bien en Dresde lo que había al otro lado del Telón de Acero, nosotros.