VALÈNCIA. Las elecciones autonómicas del pasado 28 de abril repitieron una mayoría -aunque más ajustada- de izquierdas, lo que conduce estas semanas a una negociación entre PSPV-PSOE, Compromís y Unides Podem para alumbrar el Botànic II, una continuación del pacto que desalojó al PP en 2015 y que firmaron las tres fuerzas políticas del bloque progresista con la particularidad de que solo las dos primeras entraron en la gestión del Ejecutivo.
Ahora, también la formación que lidera Pablo Iglesias -asociada con Esquerra Unida- pretende formar parte del Consell, lo que probablemente, tal y como ha informado este diario, propiciará un aumento de las carteras. De hecho, es posible que un primer esbozo del esqueleto del futuro Ejecutivo se empiece a abordar en la reunión prevista este martes entre Ximo Puig, Mónica Oltra y Rubén Martínez Dalmau, los tres cabezas de lista de los partidos vencedores.
No obstante, si ya es costoso encontrar a dirigentes de estas fuerzas políticas que quieran entrar al detalle sobre la composición y reparto de competencias del Botànic II, más aún es hallar a quien sepa -o se atreva a vaticinar- los nombres que encabezarán las distintas consellerias.
En 2015, se llegó a un acuerdo en el que PSPV y Compromís se repartieron al 50% los diez departamentos acordados con el socialista Puig como presidente de la Generalitat y con Oltra, de Compromís, como vicepresidenta. Así, Vicent Soler (Hacienda), Gabriela Bravo (Justicia), Carmen Montón (Sanidad) y María José Salvador (Obras Públicas), fueron los elegidos por el PSPV-PSOE.
Respecto a Compromís, Vicent Marzà (Educación), Rafa Climent (Economía), Elena Cebrián (Agricultura) y Manuel Alcaraz (Transparencia), fueron los designados por Compromís.
Aquí viene una de las particularidades del Gobierno valenciano: su asombrosa estabilidad. Pese a que en ocasiones no han faltado ganas de acometer una crisis en el Ejecutivo y algunos relevos, la problemática de cumplir con los equilibrios entre PSPV y Compromís, especialmente en lo que se refiere a la coalición que está compuesta por tres partidos: Bloc, Iniciativa y VerdsEquo, ha conllevado que en cuatro años -algo inédito- solo se haya producido un cambio entre los diez máximos responsables del Consell. Una sustitución -la de Carmen Montón por Ana Barceló- que se debió a que la consellera de Sanidad fue llamada al gobierno de Pedro Sánchez como ministra.
Con este escenario muchos pensarían que este de inicio de legislatura es el idóneo para realizar cambios al frente de los distintos departamentos. Pero del dicho al hecho, en este caso especialmente, puede haber un trecho.
Así, aunque desde hace meses distintas fuentes del PSPV opinaban que Gabriela Bravo y Vicent Soler quizá no continuarían, ya empieza a darse por seguro que la primera seguirá al frente de Justicia. En el caso del segundo, el histórico dirigente cumplirá 70 años en julio pero algunos piensan que Puig podría animarle a seguir un tiempo más hasta que se afronte la reforma del sistema de financiación lo que, de resolverse de forma satisfactoria, sería una retirada por todo lo alto para el conseller. No obstante, esta misma razón se comentaba en 2015 cuando fue designado y, finalmente, no se abordó la mencionada remodelación en los cuatro años.
En esta línea, en las filas socialistas también opinan que lo normal es que se le facilitara a Ana Barceló la oportunidad de continuar, dado que es una dirigente valorada en el partido y que apenas ha estado un año en el cargo, por lo que relevarla podría interpretarse de forma negativa. Por otro lado, si la continuidad de estos tres consellers se produce, Salvador sería la que menos opciones tiene a priori de seguir si hay que ofrecer nuevas incorporaciones pero, al mismo tiempo, la titular de Obras Públicas podría defenderse, al margen de su gestión, con el agravio comparativo que supondría la continuidad del resto de sus compañeros.
En Compromís tampoco apuntan a una renovación apoteósica. Para empezar, es obvio que Oltra seguirá y se da por hecho que, ya sea en Educación o en otro puesto, que también lo hará Marzà. A falta de concretar cuantas consellerias controlará la coalición, parece claro que Bloc e Iniciativa deberán repartirse al menos una más cada formación además de las dos mencionadas. Alcaraz ya anunció meses atrás que no continuaría y Cebrián, según distintas fuentes de Compromís, tampoco lo hará.
Ahora bien, el problema para el Bloc reside en Rafa Climent: aunque ha sido criticado interna y externamente en buena parte de la legislatura, en la recta final del mandato algunos en la formación nacionalista han suavizado la visión sobre su gestión. El hecho además, de que un conseller pase a ser un mero diputado en Les Corts, siempre resulta un trago complicado de resolver en cualquier partido. Para añadir más dudas, si Climent repitiera en el Ejecutivo y con ello dejara el acta, entraría en su lugar la exdiputada Marian Campello, que tiene el respaldo de la actual dirección del Bloc. Un plus más por el que no debe descartarse la continuidad de Climent.
De ser así, y sumando todos los nombrados, el Botànic II podría contar con siete de las mismas diez caras que accedieron al Gobierno valenciano en 2015.