Santa Manuela, el mejor destino vacacional en tiempos de pandemia

VALÈNCIA. La periodista de informativos de Aragón TV Sylvia Herreros, apuesta por la lit chick en su trilogía romántica situada en el inexistente pueblo de Santa Manuela, "ese lugar en el que te encuentras bien con los tuyos".

— ¿Cómo lleva una periodista eso de ser la noticia?

— Pues raro, pero me voy acostumbrando. A lo mejor hasta demasiado porque el otro día estaba, haciendo una entrevista para mi programa, y me tuvieron que llamar la atención mis compañeros para que mirara a la entrevistada y dejara de mirar a cámara. Es una sensación curiosa.

— ¿Es verdad que el libro nació casi como una revelación? 

— Sí. Estaba con mi programa, que es parecido al de Equipo de Actualidad de RTVE, en Erista, un pueblo muy cercano a Benasque, un día que estaba jarreando y que el Ésera estaba a punto de desbordarse. Y entre directo y directo, allí en el pueblo, sentada en las escaleras de un hotel, empecé a escribir ideas, para pasar el rato, pensando en la gente que me imaginaba detrás de cada ventana. Curiosamente, una de esas personas era Luz Gabás, la escritora de Palmeras en la nieve o El latido de la tierra, que entonces era la alcaldesa.

— Y te dio por hacer un libro…

Bueno, escribir a mí siempre me ha gustado y, a veces, pensaba en lo de hacer un libro, pero no tenía historia, así que era como hacer un bocadillo solo de pan. Pero ese día se me ocurrió la historia y me puse manos a la obra.

— ... que subiste a Amazon

Sí, y con seudónimo: puse el nombre de mi abuela. Ya sabes lo que es esto de los medios de comunicación, que todo el mundo tiene un libro y va por ahí vendiéndolo como si fuera culpa tuya que lo haya escrito. Yo subí los tres y no se lo dije a nadie, a ver si podían funcionar por sí solo. La verdad es que no fue mal, así que me animé a apuntarlo al concurso de novela que tiene Amazon.

— Entonces va y te llama Planeta.

— Fue una sorpresa, no me lo esperaba ni en sueños. Me llamaron un día que iba a comer con una amiga y no le dije nada porque pensé que era solo para sondearme. Pero a los dos días volvieron a llamar y me hicieron la oferta en firme. Curiosamente la llamada, me pilló muy cerca  de Erista, en Montaniu grabando otro reportaje

 — Oye, si vuelves por la zona compra lotería para los dos. Y es que, encima, te compraron los tres a la vez.

— Sí, yo había pensado en una única novela, pero lo típico que te pasas, o que hay personajes que vas desarrollando… el caso es que me salieron tres y las subí a la vez. Lo que pasa en el Pirineo es que hay gente muy curiosa, que no sabes qué hace allí, parece un poco Doctor en Alaska. Conocí a un canadiense que se lo dejó todo para irse a vivir a un pueblo de seis personas… Pues hay gente mucha así, que da para muchas historias.

— ¿Y no habrá un cuarto? Porque están Sofía (periodista), Lola (maestra) y Alicia (abogada) tienen libro; falta Raquel (diplomática).

— Pues hay un personajes secundario, Florita, que es el que más interés está suscitando. Yo tenía grandes planes para ella, pero no me cabía, incluso tenía un arco argumental pero la descarté. ¿Quién sabe qué pasará? Igual es la protagonista de la próxima novela.

— Que te salga un libro así, vale, ¡pero tres! Por cierto, también están Lucas, Fran, Lucho y Cosme. ¿Has pensado en que, si hay continuación, alguno sea el protagonista?

— Lo he pensado, pero es que los libros me han salido así. Pero no creo que sea una cosa de sexo, un hombre y una mujer sienten igual y no veo que sea ninguna dificultad. Sigo apuntando historias, y algunas son de chichos. No lo descarto.

— Es evidente que un hombre no puede leer libros de amor o nos da un parraque. La última vez que alguien lo intentó fue Nick Horby con Alta Fidelidad y nos dejó a todos como gilipoyas. ¿Se puede hacer literatura romántica para chichos?

— Yo creo que sí. También se decía que a las mujeres no nos gustaba la novela negra y muchas de la mejores novelas del género las ha escrito una mujer, desde Patricia Highsmith hasta Dolores Redondo pasando por Asa Larsson o Patricia Gibney. Pues con la novela romántica a lo mejor pasa lo mismo, seguro que los hombres también la leen… pero igual no lo reconocéis [se ríe]. Además, contar la historia desde el punto de vista de los chicos sería como en la discotecas donde ellas pagan menos, pero al revés: seguro que las lectoras irían a ver cómo pensáis.

— ¿Te molesta que te cataloguen como chic lit te molesta o te identificas?

— No me molesta en absoluto, y de hecho me identifico. La literatura romántica tiene unos tintes concretos, pero la chic lit tiene más los pies en la tierra, un vocabulario más ágil, más verbo y menos adjetivo… es más contemporáneo. Pero tampoco lo veo como un corsé que me tenga que limitar a la hora de escribir, aunque encuadra bastante bien en lo que es la trilogía de Santa Manuela.

— ¿No ocultas que lo que ve ahora la luz está reescrito y que has seguido los consejos de tu editora en Planeta?

 — Sí, todo el mundo pasa por ahí pero igual no todo el mundo lo reconoce. Para mí ha sido un master de escritura que me ha ayudado a mejorar muchos los libros. Es un lujo. Además no te imponen nada, la última palabra la tiene el autor.

— Dinos un error que cometiste y te corrigieron

— Demasiados personajes. Estoy acostumbrada a pensar en imagen y ves a todos los personajes, pero al final parecía el pueblo de los pitufos con tanta gente. Y cada personaje es una trama, así que lo mío era como un bloqueo, pero a la japonesa: demasiadas cosas, no paraba de añadir tramas.

 — Ahora que todos son historias de un o una policía alcohólico, que investiga un caso que se cerró en falso hace años, y que tiene que pedir ayuda a un examor (juez, abogado o fiscal) que está bien bueno y de paso se enfrenta a un secreto oculto… tu has optado por unas novelas de amor, de amistad, de buen rollo…

— Yo soy muy vital y creo que es porque, por mi profesión, he visto que hay gente que lo pasa muy mal, pero el mundo sigue rodando. Yo prefiero fijarme en lo positivo, aunque es verdad que al principio quería hacer un thriller pero todo me sabía muy tópico pero dices. Además, después de la trilogía de Bazán ¿quién se atreve? Pero vamos, que la gente ya tiene bastantes problemas como para que les des más. Como periodista he hechos programas en Irak o Lesbos, muy duros, y que tuvieron su audiencia, pero si haces uno de las fiestas de Terual se dispara. Es normal, a todos nos hace falta distraernos.

— Ahora que no se puede viajar mucho ¿por qué deberíamos ir a Santa Manuela este verano?

— Porque el paisaje es fascinante, la gente es encantadora y se come que te mueres. Santa Manuela es el concepto de dónde y con quién te sientes a gusto y el resto queda fuera. Sale muy barato, ese lugar donde estás bien, aunque sea una terraza con tus amigos.