El experto recuerda que los activos de riesgo registraron un repunte en abril bajo el efecto de las medidas adoptadas
MADRID. A medida que nos acercamos al levantamiento de las restricciones en los principales países occidentales, todavía existe mucha confusión en cuanto a la duración del período de transición y los riesgos de una nueva oleada. Con la excepción de Alemania, ningún país occidental está realizando pruebas a escala masiva para acelerar la cuarentena de las personas infectadas y ni siquiera es seguro que la cantidad de mascarillas disponibles sea suficiente. Se están realizando esfuerzos de investigación sin precedentes para encontrar una terapia, pero por el momento no se han encontrado todavía soluciones. En otras palabras, estamos entrando en un período de distanciamiento social que todo el mundo quiere estimar que durará unos meses, sin ninguna certeza y en el cual el crecimiento se verá fuertemente afectado.
Algunos factores nos sugieren que el próximo ciclo será más incierto que los anteriores.
Tras el rebote del mercado que tuvo lugar en las primeras semanas de abril, redujimos nuestra exposición a la renta variable europea pendientes de la reunión del Eurogrupo del pasado 23 de abril. Seguimos a la espera de conocer la respuesta institucional cada vez más heterogénea, tanto económica como políticamente.
Conviene hacer un paréntesis para centrar la atención en los bonos convertibles, que han tendido a escasear en los últimos años en las carteras. Hoy consideramos que la pérdida de interés en esta clase de activos es lo suficientemente sustancial como para reconsiderarla.
Por lo tanto, actualmente estamos ligeramente infraponderados en renta variable y permaneceremos alerta, ya que la situación puede cambiar rápidamente. Más allá del desencadenante de la situación actual, lo que es novedoso en esta crisis es su carácter vertiginoso: el colapso sin precedentes del PIB y la enorme extensión de los programas de estímulo fiscal y monetario.
Cuando todo ocurre en las proporciones tradicionales, es relativamente fácil establecer paralelismos entre conceptos que no son exactamente comparables y hacer una estimación de los impactos globales. Sin embargo, dada la escala y las cantidades en juego, debemos permanecer vigilantes. Así, por ejemplo, en tan solo ocho semanas el balance de la Reserva Federal estadounidense (FED) ha aumentado en dos tercios de su total, en la mayor y más larga operación de estímulo monetario jamás realizada en la historia. Hace sólo un mes, incluso el mercado de treasuries estaba fuera de control.
Todos estos problemas se resolvieron hasta un punto que cabe preguntarse si la FED ha tomado más o menos el control de muchos de los mercados. ¿Estamos ante la formación de una nueva burbuja? Es factible, mientras el crecimiento del balance del banco central y la voluntad de las autoridades de apoyar a los mercados se mantengan fuertes, para evitar que la crisis económica se convierta en una crisis financiera. Sobre la base de este resultado, mantenemos una exposición casi neutral a los activos de riesgo.
Si bien existe un vínculo entre los balances de los bancos centrales y los activos financieros, no se entiende bien, ni siquiera por los propios bancos centrales. Además, la vuelta a la normalidad en los mercados podría llevar a la Reserva Federal a no forzar demasiado la descorrelación entre los precios de los activos y los fundamentales, ya que su capacidad salvadora a corto plazo se corresponde con sus efectos potencialmente peligrosos a medio plazo.
Benjamin Melman es CIO de Edmond de Rothschild Asset Management