VALÈNCIA. De la República Democrática Alemana siempre hemos sabido que, sobre el papel, despenalizó la homosexualidad en 1968. Un dato muy relevante, puesto que en la RFA esto no ocurrió del todo hasta 1994, cuando se eliminó el último resquicio de
discriminación que elevaba la edad de consentimiento para tener relaciones sexuales homosexuales a 21 años por 18 de las heterosexuales.
Como prueba de que la RDA avanzaba en la buena dirección en este campo, siempre se ha citado la película Coming out, de 1989 en la DEFA, la productora cinematográfica del estado. Una cinta de temática homosexual famosa sobre todo por su estreno. Se dice que esa misma tarde cayó el Muro de Berlín, pero que los asistentes -así lo apunta un cotilleo en IMDB y alguna página entusiasta prefirieron seguir sentados en sus butacas hasta acabar la proyección.
Precisamente con imágenes de esta película comienza Among gay en in East Germany, de Markus Stein y Ringo Roesener, un documental alemán de hace cinco años que ha sido estrenado en España por Filmin La película reúne los testimonios de varios ciudadanos
homosexuales de la RDA. Personajes de diferente extracción social. Hay un pastor protestante, pues en el seno de la iglesia se articularon los movimientos de oposición al monopolio de poder comunista incluidos los formados por homosexuales y lesbianas.
Hay un punk. Hay un maestro, un chico de pueblo, un emigrante de Chile...
De entrada, lo que es una pena es que no haya mujeres. Los movimientos lésbicos también tuvieron una importancia en la RDA y gozaron de asociaciones y publicaciones, pero no hay rastro del testimonio de mujeres. Es un documental masculino.
Los testimonios que más llaman la atención son los relativos a la antesala de las relaciones sexuales. Exactamente igual que en España durante muchos años, estas se veían limitadas a las urinarios de los parques públicos. La salvedad es que tras muchos
de esos encuentros, podían ser chantajeados por sus parejas ocasionales y pagar por miedo a perder el trabajo. El problema era que se supiera dónde trabajaban.
Este tipo de cruising no era exclusivo de los países socialistas. Como tampoco lo era acudir a las estaciones de tren a buscar a soldados que venían de hacer la mili, llevaban meses de abstinencia y su novia no les había dado lo que querían. Es muy parecido a lo que contó el escritor Michal Witkowski en Lovetown sobre lo que ocurría en esa época de posguerra en la también socialista Polonia. El libro, publicado por Anagrama en España pasó desapercibido, pero estaba lleno de recuerdos de encuentros sexuales de los gas locales con soldados soviéticos aburridos.
En ambos casos, en el documental y en el libro, el problema que se presentaba era al acabar. Generalmente, el soldado o el chaval con el que se habían tenido relaciones podría arrepentirse en el acto y ponerse violento. En Among gay en in East Germany el testimonio más triste relata un encuentro parecido y acaba con un emotivo: "Salía a buscar amor y encontraba amenazas de muerte".
Perversiones burguesas
Durante muchos años en la RDA la homosexualidad estaba considerada una perversión. Algo propio de las sociedades capitalistas, como la drogadicción, prostitución y otros fenómenos que oficialmente no existían.
El gran peligro que sufrieron los homosexuales no fueron penas de cárcel o torturas, como sí ocurrió en España, sino la marginación. La vergüenza. El ser apartados de sus trabajos y que la sociedad, sus vecinos o su familia, les dieran la espalda. Uno comenta que era maestro y no sabía ganarse la vida de otra manera, si se descubría su homosexualidad y era expulsado del colegio, no sabría qué hacer. Ese miedo todavía no le había abandonado del todo.
En el caso del pastor protestante y activista, Eduard Stapel, que estaba relacionado con la oposición, él sufrió un estrecho marcaje por parte de la Stasi. Años después ha podido comprobarlo en los informes y fichas de la policía secreta que había sobre él y sus compañeros, todos "enemigos del estado". Lo más llamativo es que llegaron a enviarle tres "Romeos", agentes secretos que tenían como finalidad seducir y extraer información. Fue algo habitual en el Oeste con las secretarias de los cargos de responsabilidad política y militar, pero también se hizo en la propia RDA y con homosexuales. El protagonista cuenta que les vio venir a todos, pero que a uno no, uno le conquistó con sus ojos.
Sin embargo, había espacios de relativa libertad. En la RDA se permitía el nudismo y en estos lugares se producían encuentros homosexuales. No eran a la luz del día, a la vista de todo el mundo, tenían que seguir escondiéndose, pero no había persecución en estos ámbitos. Para muchos fue "un paraíso" esta posibilidad.
Más sorprendente es el caso del punk, que iba con el pelo rosa y vaqueros amarillos, por lo que, evidentemente, llamaba la atención de la policía. En su caso, le detenían con la intención de violarle. Él ya era consciente y se las arreglaba para que el encuentro fuese lo mejor posible y se acabase pronto. Ya tenía sus trucos para que fuese así. En caso contrario, explica, le hubieran dado una paliza. Otro, más preocupado, trató su homosexualidad durante muchos años con un psiquiatra que debía ayudarle a ser "socialmente compatible".
Al tratarse de un documento basado en fuentes primarias, su interés es de primer orden. No obstante, se echa en falta un trabajo periodístico sobre la situación global que contextualice lo que se está contando. Del mismo modo, la riqueza de los testimonios es muy amplia. Cada uno cuenta un experiencia distinta. Hay quienes vivieron con comodidad pese a las limitaciones y tener que esconderse, quienes nunca superaron o salir del armario, los que fueron perseguidos y a quienes les daba igual todo.