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Minoría absoluta / OPINIÓN

Sorpasso a los políticos

24/09/2020 - 

El coronavirus ha convulsionado nuestra sociedad y ha adelantado, a la fuerza, el cambio de ciclo. Para algunos es lo más parecido al Apocalipsis, para otros, es solo un paréntesis, y para los negacionistas es fruto de una conspiración, pero lo que está claro es que el mundo tal y como lo conocíamos está de despedida.

Nos encontramos en un punto disruptivo de la historia que lo está transformando todo: el mercado laboral, el concepto del trabajo y hasta nuestra forma de vida. La globalización y la revolución tecnológica avanzan tan rápido que no solo cambiarán la economía, sino también la forma de ser “nosotros mismos”. La inteligencia artificial nos observa y nos estudia porque como describe Harari estamos en la época de hackear a las personas. En este contexto, tendremos que anticiparnos y ser más rápidos que las máquinas si queremos que aspectos como la conciencia, la educación, los sentimientos, el pensamiento crítico o la creatividad sigan determinando nuestra existencia.

La implantación de la inteligencia artificial es una realidad que tarde o temprano nos alcanzará a todos. Pero, de momento, donde no llegan los algoritmos es a ciertas profesiones que necesitan del análisis y del buen hacer de las personas, y una de ellas, aunque no se lo crean, es la política.

Recuperar la esencia de la política es hoy una obligación moral urgente. Más cuando nos encontramos en el abismo de una crisis económica que nos conduce a la Era del Desorden, según el Deutsche Bank. El informe del banco alemán explica que el mundo se adentra en un nuevo ciclo caracterizado por el endeudamiento, la inflación, la desigualdad y el ensanchamiento de la  brecha económica e intergeneracional. 

Y si las anteriores crisis económicas tuvieron serias consecuencias en el ámbito político, esta no será menos. La última, la del 2008, fue el origen de una profunda desafección y falta de confianza hacía los políticos y las instituciones que se prolonga hasta nuestros días, además, cambió el tablero político español con la aparición de nuevos partidos y el fin del bipartidismo.

Esta fragmentación del voto en múltiples opciones, requiere de nuevas formas y nuevas figuras políticas. Una figura emergente debería ser la del negociador, imprescindible para llegar a acuerdos entre las distintas formaciones, bien sea para formar gobiernos de coalición o para aprobar leyes puntuales. La negociación, la colaboración y la dialéctica son más necesarias que nunca para desarrollar con éxito el servicio público en esta nueva era.

Pero parece que los políticos son los últimos en darse cuenta. Siguen atrapados en su endogamia. Su vida orgánica marca la agenda institucional, y los partidos se convierten en habitaciones estancas dominadas por camarillas de amiguismos como describió Cayetana Álvarez de Toledo, un mal transversal en todas las formaciones, bien lo sabe Iñigo Errejón. 

Aquí en la Comunitat, el panorama no es más alentador.  Las estrategias para reforzar los intereses partidistas también son un denominador común.

El PSOE con Ximo Puig sellando la paz interna entre las familias socialistas a través del DOGV para allanarse el camino para repetir como líder del PSPV. El PP, desde Génova colocando a peones provinciales para mover de su silla a la presidenta regional. Ciudadanos, pactando a diestro y siniestro para intentar resucitar electoralmente. Compromis haciendo malabarismos entre lo que decían y lo que hacen, sin soltar la vara de mando, y Podemos con la telenovela de sus dirigentes investigada hasta en los juzgados.

Se necesitan nuevas recetas. Pocas veces la política se ha enfrentado a un desafío de esta magnitud. Y, lejos de ser fácil, la política puede dar estas respuestas. 

Esta semana en el Debate de Política General de la Comunitat he escuchado tanto al Gobierno como a la oposición declararse respeto institucional y colaboración para priorizar acciones que aportenMinoría absoluta soluciones a los nuevos retos. Esperemos que no se quede en una declaración de buenas intenciones, porque es tiempo de walk the talk, de practicar lo que se predica. El cambio va tan rápido que no quedarán muchas más oportunidades. O actúan o podrían llegar a ser prescindibles. La inteligencia artificial estará más que preparada para hacerles un sorpasso.

El enfado hacía la clase política crece, y crecerá en proporción a la deriva socioeconómica que se antoja muy pesimista. Que se preparen para este nuevo curso político porque se avecina un frío invierno.

Bienvenidos al temporal.

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