crítica de cine

'Soul': La chispa de la vida

25/12/2020 - 

VALÈNCIA. ¿Qué nos hace ser especiales? Todos tenemos sueños, algunos se pueden materializar, otros no, pero cada uno de nosotros tiene alguna particularidad que sirve de elemento identificador. Una característica intransferible que nos define. 

Para el director Peter Docter, esa ‘chispa’ definitoria es dar vida a personajes que surgen de su imaginación. Debutó en el largometraje con Monstruos S.A. y más tarde se consolidó con Up, aunque su culmen llegaría con Del revés (Inside Out), una de las apuestas a nivel conceptual más complicadas de la factoría Pixar. 

Ahora da un paso más en su carrera con Soul (que se estrena directamente en streaming en Disney +) una película que habla de encontrar nuestra esencia, también de la muerte, pero desde una perspectiva vitalista, la de aprovechar el presente y apreciar el encanto de las pequeñas cosas. 

Los protagonistas de esta película son dos almas que se encuentran en un espacio etéreo que no es otro que el hipotético más allá. Por una parte, tenemos el alma de un hombre que está a punto de fallecer y que se niega a hacerlo y, por otra, la de una niña que no quiere venir al mundo porque considera que es una pérdida de tiempo. 

Ellos son John Gardner y 22. Él es un músico de jazz virtuoso del piano que no ha encontrado su oportunidad (es la primera vez que un personaje de Pixar es de origen afroamericano y la voz original la pone Jamie Foxx). Trabaja como profesor de música en un colegio y, precisamente el día que consigue una prueba para tocar en un prestigioso club con una importante diva, tendrá un accidente estúpido que lo dejará entre la vida y la muerte. Ella, 22, todavía está en el limbo de los bebés nonatos. Su número corresponde a su antigüedad, es el alma número 22 de la historia, es decir, que debería haber nacido hace siglos, pero se niega a hacerlo por su naturaleza rebelde. Tuvo de consejeros desde a la Madre Teresa a Carl Jung y todos fracasaron en el intento. Entonces llegará John, con todos sus fracasos a cuestas, para demostrarle que tanto el mundo como el ser humano merecen la pena. 

Soul es una película repleta de conceptos complejos que consiguen plasmarse en la pantalla de manera muy esencial. El director compone dos universos, como ya hizo en Del revés (Inside Out), a la hora de plasmar la realidad y, en este caso, la dimensión desconocida (o como quiera llamarse). 


El mundo terrenal está cargado de detalles, de texturas, de movimiento, mientras que el mundo inmaterial se presenta suave y esponjoso, azul pastel, etéreo. Dentro de él los personajes, como si fueran fantasmitas, adoptan formas incorpóreas, pequeñas entidades ligeras y transparentes que pululan por ese limbo antes de adquirir una forma humana o, como en el caso de John, de desprenderse definitivamente de ella. 

En ese espacio esponjoso, el Mundo de los Orígenes, también encontraremos a los Jerry, una especie de instructores, o mentores (cuya superficie es plana y picassiana) que se encargan de que las pequeñas almas adquieran una personalidad definida pasando por diferentes pruebas. Pero para terminar su formación, los pequeños necesitan encontrar algo que encienda su ‘chispa’ y ese es el problema de 22, que no hay nada que le interese demasiado. 

El título de la película tiene ese doble sentido, el del alma espiritual y también el de aquellas cosas que encienden una luz por dentro. Como el jazz para el protagonista. En ese sentido, la música lo impregna todo, de forma que la banda sonora compuesta por Trent Reznor y Atticus Ross, así como las canciones y arreglos de Jon Bastiste, se funden con las imágenes a través de una estupenda sinfonía perfectamente sincronizada que alcanza instantes de lo más virtuosos, sobre todo cuando la depuración de las líneas alcanza una total abstracción. 

En realidad, Soul es una película de animación casi metafísica. Son muchas las preguntas que plantea durante su recorrido de forma aparentemente inocente y seguramente no todas sean entendidas por el público infantil. Por ejemplo, ¿qué es el alma? 

Sin necesidad de ponerse especialmente trascendente, Pete Docte consigue de forma muy inteligente (y emocionante sin resultan cursi o sensiblero) tocar las teclas adecuadas en cada momento a la hora de reflexionar sobre la necesidad de explorar nuestras pasiones, sentirnos realizados, conectar con aquello que nos rodea y vivir cada momento con intensidad. Eso es Soul. 

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