CASTELLÓ. Solo diez días al mes tiene trabajo el estudio de grabación Rockaway de Castellón. Como dice su dueño, Coky Ordóñez, la industria musical ya vivió su particular bajón en los años previos a la crisis económica, cuando las descargas ilegales estaban en pleno apogeo, pero además empezaban a proliferar los LP caseros. "Ahí ya se notó el bache", asegura el profesional. Un bache donde reconoce haber encontrado, a duras penas, la "estabilidad". Al igual que les ocurre a los músicos, los estudios de grabación han aceptado que para sobrevivir tienen que combinar este con otros trabajos. Así, algo que se montó en su momento como un negocio profesional, ha derivado en muchos de los casos casi en un hobby. "Yo intento sacarlo hacia adelante, pero es complicado. Ahora con el estudio cerrado he perdido dinero. Lo que me ha salvado es que tenía otro trabajo", cuenta el músico. El problema estaría en que dentro de esta precariedad, en la que muchos profesionales han sabido encontrar su punto de su tranquilidad, ahora se vive de nuevo un poco más intranquilo.
La crisis de la Covid-19 se llevó de un plumazo todos los conciertos que habían programados para la primavera y para buena parte del verano. Y es aquí, en los directos, donde los cantantes encuentran su mayor fuente de ingresos. "La rueda que sigue un artista es la de grabar un disco, cosa que le permite tocar y es gracias a estos conciertos que consiguen vender su disco. Si ahora no van a tocar, van a parar de grabar, porque no van a tener donde promocionarlos", explica Ordóñez. En su caso, el estudio ha podido retomar la grabación de lo nuevo de Exfan, aunque su dueño sí ha apreciado una "bajada de ritmo" en los encargos. "No es que tuviéramos muchas grabaciones en el estudio, pero está claro que como muchos artistas viven de los conciertos, prefieren esperar. Pese a que los músicos ya sabemos que son muy inquietos y que han compuesto mucho durante el confinamiento, quizá piensan que ahora no es el mejor momento para producir, pero en un tiempo sí. Lo que está claro es que la vuelta habrá que vivirla con calma".
Existen distintas circunstancias que afectan de forma muy negativa al sector profesional de la grabación, por eso las ventas de discos se han desinflado drásticamente en los últimos años. Según un informe de Promusicae, el mercado físico pasó de representar el 88,6% de las cifras totales de ingresos en 2008, a representar únicamente el 24,70% en 2019. Unos beneficios que fueron acaparando, progresivamente, las suscripciones de audio. "Ya hace tiempo que el disco físico va cuesta abajo, con excepción del vinilo porque tiene un sector muy potente detrás que ha sabido mantenerlo y hacer que creciera. Pero, el confinamiento ha incentivado todavía más que se hagan producciones solo en plataformas digitales", apunta por su parte Juanki Tomás, propietario del estudio La Seta Azul de Benicàssim. Una situación que está derivando en que cada vez sean más los artistas que se monten su propio home studio, con la esperanza de hacer canciones por una inversión muy pequeña.
De hecho, Josep Bru cuenta que muchos de los artistas de Millenia Estudios que dejaron su disco a mitad por la declaración del estado de alarma, siguieron mezclando su material en casa para no paralizar las grabaciones. "La cancelación de conciertos ha frenado de seco la ilusión de nuestros estudiantes, que empezaban ahora con su primer disco o sus primeras maquetas y singles. Aun así, hemos podido reajustar los calendarios y arreglarlo", cuenta el profesional de este estudio valenciano que ha visto desaparecer con los años esas grabaciones en las que una discográfica reservaba el estudio durante una semana para que su grupo pudiera trabajar. Ahora, esta perennidad no se da.
También en su caso, La seta Azul ha tenido que reinventarse con el tiempo y además de producir música, se encarga de la sonorización de directos o de producir documentales. "Es la tónica general de los estudios, porque el volumen de trabajo no es suficiente para sostener ninguna empresa", manifiesta Tomás, quien durante los primeros días de cuarentena se encargó de la mezcla de algunas postproducciones. Ahora, ha retomado la actividad con la grabación de un nuevo disco de los castellonenses Propiedad Privada y pronto lo hará con Los Franelas. "De momento las cosas están continuando tal y como estaba previsto antes del confinamiento e incluso se han confirmado grabaciones que estábamos a punto de cerrar. Por eso creo que la gente sí trata de avanzar, otra cosa es que podamos. Hay una aparente nueva normalidad que se vive con cierta preocupación. Especialmente entre la parte más profesional del sector, que son quienes se sustentan plenamente de la música. Tengo clientes que han vuelto a cerrar bolos y tienen una agenda en principio para estar contentos, pero si de repente vuelve a pasar lo de marzo y deja de entrar dinero, sería un gran problema", añade el técnico, a quien no se le ocurre ningún 'plan' para volver a superar este bache. "Lo único que podemos hacer es aprovechar el tiempo para hacer lo máximo que podamos ahora".
Desde València, el estudio Little Canyon tenía reservada la primera quincena de marzo para la grabación de lo nuevo de La habitación roja. Además de esto se estaba preparando toda la preproducción de una gira que ha tenido que postergar nada menos que 60 fechas. Ahora, su propietario Luis Martínez confiesa que ha vuelto a reabrir las instalaciones sin apenas trabajo. Aunque eso sí durante el confinamiento tiró de su estudio casero para mezclar y masterizar 'La luz', el nuevo tema del grupo valenciano. "Van saliendo cosas, pero es un sector que ya estaba bastante dañado y ahora que no se pueden hacer prácticamente conciertos, imagínate". Pese a esto, el profesional no cree que ahora deba ser tiempo de sequía musical, aunque esto no depende tanto de los estudios sino de los artistas. "Es el momento de grabar precisamente porque no hay donde tocar. Entiendo que la incertidumbre les haga esperar, pero los músicos han de hacer algo sino los grupos terminarán por diluirse", concluye Martínez.